Es el mundo, es 1969. Los Beatles implosionan, John Lennon solo cree en Yoko. Los jóvenes están en la calle. Los ecos de Mayo en París todavía se sienten. Es la revolución maldita sea. Y la revolución tiene banda sonora. Brian Jones acaba de morir en la casa donde el autor de Winnie the Pooh hizo el oso más tierno. Mick Jagger y Keith Richards estaban hartos de ese despojo humano. El asma, la heroína y el alcohol hacían mella en el hombre que inventó a los Stones. Un músico genial, tocaba todos los instrumentos. Pero con esos tóxicos de Richards y Jagger era mejor no estar cerca. Primero fue quitarle, a manos de Keith, a su novia, la hechicera Anita Pallenberg, luego fue arrebatarle, a manos de Mick, el grupo. Al final terminó al fondo de una piscina. Tenía 28 años. Brian participaba activamente del nuevo golpe que preparaban los Stones, Let it Bleed. Intervino en sólo dos canciones, pero ya le tenían reemplazo, se trataba de Mick Taylor, un joven guitarrista de 20 años que había deslumbrado a Keith en la banda de John Mayall. Blusero puro y duro. El sonido que le imprimió esa segunda guitarra potenció a Keith. Empezaba una racha de los discos más importantes de la historia del rock a cargo de una banda demoledora.
Let it Bleed es el sonido de una generación. Es caótico y hermoso, como fueron los años sesenta. Un disco con canciones tan absolutas y escandalosa como Midnight Rambler, una ópera rock de casi ocho minutos que es, a su vez, una biografía de Albert de Salvo, el famoso Estrangulador de Boston. Canciones tan significativas de esa generación como Gimme Shelter, con esa entrada a lo invocación vudú, una canción que gritaba ¡Violación! ¡Asesinato! Denunciando el horror que hacían las tropas de Nixon en Vietnam. Baladas tan tiernas como las que sólo podía hacer Keith, You got the silver, Dios, se queda en la piel con su dulzura.
Antes de Let it Bleed habían muchas dudas sobre la calidad de una banda que parecía estar a la sombra de los Beatles. Keith empezaba su largo calvario por culpa de la heroína. Sin embargo, en un caso único en la historia, la drogadicción, la autodestrucción, despertaría uno de los periodos más fértiles y creativos que músico alguno experimentaría. Su odio por Mick, las diferencias irreconciliables, se convirtieron en un innegable motor creativo.
Let It Bleed es un disco para ponerlo a todo volumen, la banda sonora de eso que está pasando al otro lado de la ventana, eso que se mueve, que grita, eso que los jóvenes están provocando en las calles: la primavera colombiana.
El disco se puede conseguir a través de la página de Instagram la Academia de Vinilo
