Alegría, es lo que debería sentir y lo primero que me inundó al saberme merecedora de una conmemoración de talla nacional en educación superior, sin embargo, el dolor y la indignación por la ausencia de oportunidades opaca un momento de felicidad y orgullo.
Cuando recibí el llamado del Ministerio de Educación para invitarme a una ceremonia en conmemoración a los mejores resultados de Saber Pro 2013 pensé que era una broma, por tratarse de un año después; luego ideé que mi rendimiento se encontraba entre uno de los mejores a nivel nacional, y con alegría propia de un niño con su primer dibujo me enorgullecí y esperancé, pensando que más allá de una conmemoración, ésta era una oportunidad, imaginando que mi futuro estaba arreglado, por lo menos mi futuro próximo de recién egresada y el propio conflicto común de no tener experiencia por ser novato, no tener trabajo por no tener experiencia y no poder seguir estudiando por no tener trabajo ni experiencia. Nos hallamos luego de años de estudio con la realidad de no poder encontrar un trabajo que valga nuestro esfuerzo.
Sin embargo, no fue así, tal vez debí tomar como señal de advertencia la falta de información sobre el evento, especialmente por la parte dedicada a la educación superior o que el presidente celebrara por lo alto los méritos de los bachilleres para luego retirarse sin percatarse de los demás homenajeados. Justo cuando por cortesía me pensé modesta, en el fondo lo más deseado era obtener una beca, o un subsidio o apoyo para continuar con mi educación, algo mas allá de un soporte para la hoja de vida, especialmente cuando el mandatario con jubilo declaró becas para los bachilleres; no obstante, nuestro mayor reconocimiento y retribución fue cancelar las deudas del Icetex para aquellos profesionales que fueran Sisben 1, 2 o 3, como si la mayoría o por lo menos un porcentaje significativo de los estudiantes profesionales perteneciéramos al Sisben, o que luego de un periodo de terminar los estudios no estaríamos ya terminando de pagar los créditos adquiridos, si es que ya lo habríamos hecho.
Todo esto me llevo a cuestionarme sobre el mensaje de fondo ¿Acaso ser profesional es el mayor logro que un colombiano promedio puede obtener? A pesar de que la educación superior resalte la necesidad de seguir en formación, y la experiencia del recién egresado se lo haga obvio; parece que el apoyo que se le da a los profesionales se queda corto para los miles que cada semestre se gradúa.
Es indignante pensar que el mayor reconocimiento, luego de años de trabajo, esfuerzo y deudas, sea un cartón tanto en una carrera como en este evento. Ha sido desalentador pensar que tendré que seguir sola en mi camino solo para pensar no quedarme en el común, en un pregrado; endeudarme por años para obtener educación de calidad, y sentir casi que podría estarle rogando al gobierno o al ministerio un apoyo para continuar mis estudios en el país o en el exterior. Tal vez, como les pasará a aquellos estudiante que están becados ahora en las universidades, saldrán de la academia con la preocupación de no poder continuar siendo apoyados; porque lastimosamente se educa con la mentalidad de que la calidad de vida mejorará con una profesión, lo cual es cierto, pero lo que no es cierto, es que un recién egresado de clase media no tiene los fondos para seguir estudiando y tampoco hay una forma de apoyo que los subsidie sin endeudarlos y obligarlos a trabajar en empleos que no les pagan lo suficiente solo por ser novatos. Tal vez es por ello y por la facilidad económica que se forman más técnicos y tecnólogos que profesionales, pero en consecuencias a largo plazo, lo único que se está haciendo es calificando a la mano de obra y no aportando al desarrollo científico del país.
No pretendo de ninguna forma demeritar el avance en el apoyo a los bachilleres para continuar estudiando para ser profesionales, por el contrario, me parece una iniciativa a aplaudir, pero enfatizo en que la educación superior posgrado debería ser apoyada con más que unas cuantas becas anuales, que aunque útiles y oportunas, no cubren la demanda actual de profesionales.
Es incuestionable que la experiencia en ocasiones forma más que la educación clásica de cátedra, pero hace parte de una complementación reciproca y cíclica que no termina con un pregrado, inicia en él. Me resisto a pensar que puedo quedarme con una profesión apenas iniciada, con un diploma o con un grado de honor, a final de todo, son simples cartones y si por ello fuera, no es un secreto que podría comprarse un título y mentir en la hoja de vida solo para conseguir un buen empleo y ganar un buen salario, pero yo prefiero seguir estudiando, no solo porque me gusta sino porque fui educada pensando que la educación es la solución.
Tal vez no sea lo mas adecuado cualificar con educación formal, especializar o formar expertos, cuando en ocasiones es desproporcionalmente inferior el salario ofrecido por estudios de posgrado y años de experiencia, no acometo ahondar en dicha afirmación, pues son muchos más los factores de fondo que perjudican la calidad y el apoyo en la educación superior.
Como lo mencionan muchos profesionales, especialistas y expertos, especializarse en Colombia no paga, aunque el presidente de la republica afirme que estudiar si paga, me pregunto si el estudio al que se refiere se detiene en el pregrado, en un técnico o en tecnólogo. Por mi parte no pretendo excederme expresando mi opinión, pero si tengo voz ¿por qué no ser escuchada?
Camila Garzón V.
Psicóloga recién egresada
