Aprovechando una visita a la República Oriental del Uruguay, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, visitó la chacra del expresidente Mujica, donde aprovechó para imponerle, la ya muy desvalorizada cruz de Boyacá y quizá sin espacio donde colocarla, dada la cantidad de condecoraciones y doctorados Honoris Causa que, le han sido otorgados, por su larga y fructífera carrera política.
Pese a tener algunas características parecidas, por su pasado guerrillero, su visión de país, de democracia, hay en la personalidad de Pepe Mujica unas características que lo hacen un ser único.
La manera como ejerció el poder, cuando fue investido como Presidente de la República del Uruguay, lo aleja de todo ese protocolo de seguridad, de derroche, de suntuosismo, de vanidad. En los escenarios internacionales sobresalía por sus discursos cargados de esa filosofía tan peculiar en el campesino, característica que, nunca renunció y, por el contrario, lo acentuó más, al no abandonar su pequeña, pero confortable chagra. Ambos perseguidos, torturados y con penas de prisión.
Igualmente de brillantes, con un gran reconocimiento internacional. En su avanzada edad, hoy se encuentra con serios quebrantos de salud y pese a ello, saca fuerzas para atender visitas, como la que le acaba de hacer el presidente Colombiano. Militante del MPP y este integrante del Frente Amplio, el cual acaba nuevamente de llegar a gobernar nuevamente a los Uruguayos con su candidato, hoy presidente, Yamandú Orsi.
Mucho se habrá escrito sobre la vida de José Mujica y faltará mucho por conocer de su humilde, revolucionaria y fructífera existencia.
Espero que, este contacto con este gran personaje, le sirva a nuestro presidente, para poder enrutar con mayor certeza, eficacia y prontitud, sus acciones de gobierno y dejar un camino claro por donde puedan transitar las nuevas fuerzas que, se apresten a profundizar las propuestas de cambio, de paz, de democracia, de reconciliación que, tanto estamos anhelando todos los Colombianos.
