La historia viene al caso a propósito del sonado Angelino Garzón que andaba brincando, desesperado en busca de un aval, que al fin consiguió en la U para poder gobernar de nuevo, no importa donde, pero gobernar, como sea el caso. No pretendo que haga mella ante tanta popularidad que revelan las encuestas que lidera el exvicepresidente, pero al menos evitará que me de un cáncer por no contar lo que Pepita Mendieta escuchó en un matrimonio "dediparado".
Pepita Mendieta llegó muy enlacada y súper producida al evento social, se encontró con amigos, conocidos, con políticos de los caros y de los baratos, y de este último grupo, uno resultó ser el más "boquisuelto" de la noche. Atacada por los mosquitos que también fueron invitados VIP de la reunión campestre, Pepita Mendieta pensó en voz alta con PeñalOSEA (Peñalosa) como único oyente de su comentario políticamente incorrecto.
—Me están comiendo estos bichos.
—Será por lo buena que estás—vociferó Enrique PeñalOSEA (bendito corrector, Peñalosa) con su impecable acento sabanero y sus 1.94 cm de aristocracia rola o gringa. Lanzó la primera perla de la fiesta. Asqueada por el piropo se ubicó donde le indicó la wedding planner, sentada a manteles con unos compañeros de mesa que anticipaban que la política estaba servida en bandeja de plata.
El menú arrancó con PeñalOSEA (Peñalosa) demeritando el trabajo del exitoso gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, delante de hombres de su entera confianza. Lo que evidenció que "el tormento tuyo soy yo" no se quedó entre señoras agarradas de las mechas en la costa sino que trascendió a esferas del poder.
Mientras recordaba cómo le dio un espaldarazo a Sergio cuando era un simple matemático con el sueño loco de convertir a Medellín en la más educada, vociferaba de nuevo: “Eso que hizo Fajardo de volantear en las calles, de hacer colegios bonitos para los pobres, lo hice yo muchos años antes”.
Fajardistas y verdes brindaron por los novios pero también por PeñalOSEA (Peñalosa) como el fundador del Fajardismo en Colombia. —Algún día la historia te lo reconocerá Enrique, decían. De postre, qué más dulce que el tema de los candidatos a las elecciones locales para cerrar la cena. Angelino sale a la palestra.
Sin vergüenza, el verde o uribista rolo, ya ni se sabe, comentó sobre una llamada que recibió de Garzón en la que le imploraba que le ayudara a gobernar o a conseguir a alguien que lo hiciera por él mientras se lucía, imagino barbado, en chanclas y pantaloneta, en algún despacho de la alcaldía, porque no se sentía capaz pero quería hacerlo de todos modos, en Cali, en Bogotá o en "Champetesburgo". Contextualizando de esta manera, Enrique le propuso lo impensable a un precandidato joven a la alcaldía, de esos verdes que no se destiñen o que, como muchos, solo aterrizan cual "Angelinos" por un aval.
Frente a Pepita Mendieta y demás comensales le propuso que fuera el "hombre de al lado" de Angelino, para que heredara su capital electoral cuando pasara a mejor vida, porque estaba seguro que no duraría en el poder debido a sus quebrantos de salud. Es decir, que se le sumara para que fuera el heredero político del exvicepresidente cuando muriera. Bien queda ejemplificado que el pez, en este caso tiburón, muere por su boca. El silencio fue ensordecedor, como si una bola de heno pasara sobre la mesa como en las calles de esos pueblos fantasmas del viejo oeste, entonces, solo las chicharras comentaron.
