Hace poco se descubrió un robo en el municipio de Garzón, Huila, una localidad de clima templadito que queda al suroriente del departamento y que basa su economía en lo agropecuario. Se robaron casi 600 millones de pesos de sendas cuentas oficiales de la alcaldía y, al parecer, el ladrón era un hacker que hábilmente había violado la débil seguridad informática. Pero no. La verdad monda y lironda es que el robo fue desde adentro; contó con el concurso de varios funcionarios públicos que tienen manitos largas para convertir el dinero público en “bolsillos privados”.
En este mismo año se descubrió que entre los años 2012 y 2019 hubo robo de dineros públicos en Aipe, un municipio que está hacia el noroccidente del Huila, a media hora de Neiva, productor de petróleo; sin embargo, les han hecho “sudar petróleo” a los aipunos, pues hay elefantes blancos que ya están hasta decolorados por el paso del tiempo, como el megacolegio de Santa Rita, como una huella imborrable de corrupción y de “privatización” de las regalías del petróleo. El centro del robo, en esos ocho años, fue el hospital de San Carlos, y que ascendió a casi 1.700 millones de pesos; también, el robo lo hicieron desde adentro, funcionarios del hospital.
Asimismo, en este año, se destaparon las andanzas de un exalcalde de Isnos, que se hace llamar así mismo Don Panelo, municipio que queda al suroccidente del Huila, que basa su precaria economía en la agricultura y en la cual sobresale la caña panelera; puede uno suponer que a esto se debe el apodo de Don Panelo. Las andanzas de Don Panelo están relacionadas con acoso laboral y sexual, denuncias que ya están en curso, pues le hacía firmar en papeles en blanco sus renuncias de manera adelantada a mujeres que él nombraba en su administración para después presionarlas a que hicieran gestiones indebidas y que se dejaran llevar a la cama, y que incluía amenazas de muerte si no cumplían sus deseos.
Así estamos, y eso ratifica que el atraso de este país, pues lo que pasa en el Huila perfectamente puede pasar en cualquier rincón de Colombia, está en la venalidad de muchos que ven en la administración de lo público su cuarto de hora para robar y para saciar sus apetitos sexuales. Porque hay gente que cree que el dinero público es como una caja menor que tienen a la mano, como un cajero automático que da la plata con solo hacer un clic… Y, de hecho, así es. De paso, hay mandatarios que piensan que los eligieron como “sultanes” y creen que pueden tener un harén a su disposición, así sea bajo amenazas, y que pueden disfrutar como si fuera un “plato a la carta”. Aunque no nos mintamos tampoco, también hay mujeres que acceden a las pretensiones sexuales, bien sea porque quieren tener posición, poder o dinero… O esos “tres servicios” a la vez.
