Para muchas personas la manera en que se visten es una manera de hablar. De hecho, hay algunos que tratan de plasmar su personalidad en la ropa que usan. Sin embargo, en una sociedad machista como esta, que nos ha dicho como debe ser nuestro cuerpo y cómo debemos lucirlo, vestirse en algunos casos resulta ser un acto de rebeldía. Sí, rebeldía, con la sociedad, con la economía, con el sistema y hasta con nosotras mismas.
Un acto tan cotidiano, autónomo y voluntario. En los cuerpos de todas nosotras, tan diferentes unas de otras, termina siendo también violento. Pero resulta que al evaluarlo no es autónomo, porque te vistes pensando en si te ves muy provocativa, si no te ves profesional, si se te ve la celulitis, si la falda es muy corta o muy larga, si por eso te van a coger el culo o te van a violar.
Piensas si das un mensaje correcto o equivocado, como si fuera nuestra responsabilidad el abuso por parte de otro y pensando en todas estas cosas me di cuenta de lo llenos de estereotipos que estamos y lo violentos que somos con ellos. Y terminamos las mujeres no siendo libres ni para eso.
Soy abogada y una usuaria en mi lugar de trabajo se quejó porque usó minifalda, llamó a la Policia quienes no se hicieron esperar y en un abrir y cerrar de ojos estaban en mi oficina. Y entre risas socarronas hablaban de la queja por la minifalda. Al atender ellos esta petición hecha por una ciudadana, ¿qué procedimiento realizarían?, ¿llevarme presa?, ¿hacerme un comparendo? Estoy segura que no se detuvieron a pensarlo. Estamos tan acostumbradas a que decidan por nosotras, como debemos hablar, que temas debemos tratar y hasta como debemos vestirnos.
Después de lo sucedido, pensaba en lo incomodo que fue y que además se detuvieran a hablar de mis piernas y la minifalda. Al final, el problema no era ese, era que no somos dueñas ni siquiera de ese acto libre de elegir la ropa que nos ponemos. Nos juzgan por como nos vestimos en el ejercicio de nuestro derecho a la autonomía de la voluntad de vestirnos como nos da la gana.
Como mujer por mi vestuario se cuestiona mi profesionalismo como abogada, se pone en tela de juicio por mi minifalda, porque me arreglo mucho para ser feminista, porque provoco a los hombres por usar minifalda, porque las mujeres deben hacerse respetar, porque vengo a trabajar y no a modelar, porque si te vistes así nadie te va a tomar en serio, porque eres una abogada y debes vestirte como tal, porque la gente ya no se viste así a tu edad, porque estás muy gorda para usarlo o estás muy flaca para ponértelo, porque te van a violar...
¿Se les hace familiar alguna de estas afirmaciones? Imagino que sí.
Este suceso no se trata de una anécdota. Lo importante es que mi cuerpo ni para vestirme me pertenece.
