Se pasea por las montañas del Magdalena y del Cesar, con Jose Félix Lafourie, en un helicóptero, llevando su plegaria, el credo al que ha sido fiel desde que era un muchacho acostumbrado a hacer hogueras con hojas de libros en su ardiente Bucaramanga. El credo que lo ha convertido en el Torquemada de los gays, de los comunistas, de los anarcos, de los metedores de perico, de los fumadores de vareta, de los carnavales, de los colores, de la alegría y de la risa. El credo cristiano de sus ancestros españoles que lo convirtió, desde su niñez, en un fanático del orden establecido y, sobre todo, de la Propiedad Privada, sobre todo si es obtenida a punta de sangre y fuego.
Es penoso que el Procurador sea un activista, un militante anti restitución. Aprovechando la negligencia de Ricardo Sabogal quien ha entregado apenas el 8 por ciento de las tierras usurpadas por las Autodefensas a campesinos desde los años noventa, Ordoñez, quien disfruta de cruzadas, emprendió la de defender a todos esos terratenientes que se pelan las rodillas en las iglesias y a los que no les da cargo de conciencia pagar salarios de hambre a sus jornaleros.
Claro que más de un pobre campesino, que aprovechó la oportunidad de conseguir una tierra barata, sin saber cómo había sido obtenida, saldrá damnificada con la restitución. Pero el Procurador ha puesto muy en claro como es el juego en el que el participa, como es el imperio medieval que quiere imponer, y sabemos perfectamente de que lado está.
En 1987, cuando este abogado era concejal en Bucaramanga, justificó la creación de grupos de Autodefensa en estas declaraciones dadas al diario Vanguardia Liberal ya que “impedir que los ciudadanos de bien reaccionen es obligarlos a que sean muertos, extorsionados, o lacerados en su vida, honra y bienes. No podemos desconocer que las Autodefensas se ajustan a las normas de la moral social y del derecho. Desconocer lo contrario, es, por decirlo poco, una absurda ingenuidad”.
Un punto más para Alejandro Ordoñez en la historia universal de la infamia
