Coronavirus, angustia y maltrato: la tortura que sufrió Alejandro Gaviria

Coronavirus, angustia y maltrato: la tortura que sufrió Alejandro Gaviria

En sus últimas horas como ministro el académico tuvo fiebre y fue señalado de filtrarle información a Coronell. Se enteró del despido por intermedio de Laura Sarabia

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marzo 01, 2023
Coronavirus, angustia y maltrato: la tortura que sufrió Alejandro Gaviria

Llevaba una semana con fiebre. El coronavirus le pegó durísimo. Un enfermo inveterado como él, que ha padecido tanto en los últimos diez años, el virus se amañó en su cuerpo. Desde que estuvo en el retiro del gobierno en Paipa, en el fin de semana del 10 de febrero, todo se vino abajo, hasta su cuerpo. Le costó trabajo recuperarse. Fueron dos semanas con el virus adentro.

El viernes 24 de febrero estuvo en el Carulla de la carrera 11, muy cerca al Gimnasio Moderno, sobre las seis de la tarde. Estaba en sudadera, con su esposa. Se veía, más que tranquilo, resignado. Desde que se filtraron las objeciones que él tuvo en ese retiro espiritual sobre la reforma a la salud, se ganó la animadversión de Petro y de su guardia pretoriana. Los chavistas llaman pitiyankis a los que los critican. Este gobierno ha designado ya una palabra a sus rivales políticos: neoliberal. Y Gaviria, con sus gustos burgueses, que van desde Phillip K Dick hasta Stefan Zweig, su pasado gavirista y su paso por el gobierno Santos como Ministro Estrella de la educación, lo hacían más que sospechoso. Si, no cabía duda, Stalin había descubierto a su traidor.

Y el lunes 27 de febrero sabía que pasaría a la guillotina. En todo el fin de semana nadie lo llamó. Estaba tan holgado que pudo preparar el encuentro que tiene este 1 de marzo en el Gimnasio Moderno para hablar de su otro amor, la literatura. Sobre el mediodía de ese lunes entró a Palacio por los sótanos, el lugar donde entran los conspiradores. Se encontró por los pasillos con la secretaria de Palacio, la todopoderosa Laura Sarabia. Le pidió urgente una reunión con el presidente. Los rumores eran cada vez más insistentes. Él sería uno de los sacrificados por la crisis generada con la filtración. Era un sospechoso habitual. Al pedido de Gaviria Sarabia le respondió con firmeza, la reunión sería imposible. A esa hora el presidente atendía a Dilian Francisca Toro, César Gaviria y las cabezas de los partidos que tenían la suerte, con la decisión de sus bancadas, de la Reforma a la Salud. El almuerzo sería largo. Una frase de Sarabia terminó de apuñalar la fe de Alejandro Gaviria “Se ha roto la confianza”. Su suerte ya estaba echada. Además, Sarabia le contó que habría una alocución presidencial a las 7 de la noche. Gaviria supo que ahí se haría oficial su despido. Por eso decidió irse para su casa. En la salida de palacio se encontró con varios ministros quienes lo miraron con cara de pésame. Incluso José Antonio Ocampo le comentó que estuvo a punto de renunciar, pero lo convencieron de aguantar. La crisis no terminaría con el despido de Alejandro Gaviria, Cecilia López y María Isabel Urrutia. Los ministros filtrados en los reparos a la Reforma siguen en la cuerda floja.

Lo peor es saber, según lo que contó en su reporte Coronell, que no fue Alejandro Gaviria quien le pasó la información al director de Cambio. Se regó sangre inocente. Él no era el traidor. ¿Cuántas cabezas rodarán?

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