Colombia, un país de racistas solapados

Colombia, un país de racistas solapados

¿Será qué en un futuro cercano, las comunidades negras llegarán a ser visibilizadas, haciendo realidad la premisa de que un gobierno de la equidad es posible?

Por: Gildardo Galindo Ramírez
abril 04, 2022
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Colombia, un país de racistas solapados
Foto: Pixabay

Hace 161 años Colombia fue gobernada por un afrodescendiente. El presidente se llamó Juan José Nieto Gil; nacido en 1804 en el corregimiento de Sibarco, del municipio de Baranoa, en el departamento del Atlántico.

Gobernó por un periodo de seis meses, entre enero y julio de 1861, siendo elegido por votación popular a la Presidencia de Estados Unidos de la Nueva Granada —Colombia en ese entonces—.

Fue invisibilizado por la sociedad elitista cartagenera de la época, que, en un acto de reprochable racismo, escondieron un retrato al óleo que le habían hecho en 1860, y que, con soterrado altruismo, decidieron enviarlo a Francia para hacerle unos retoques; convirtiéndose finalmente en un blanqueamiento de la piel en el retrato y una afinación de los rasgos de su rostro.

Su origen humilde, y las dificultades a las que se enfrentó no fueron impedimento para aprender a leer y a escribir de forma autodidacta, y su participación fue definitiva en la abolición de la esclavitud cuando sirvió como gobernador de Cartagena.

También se destacó como escritor, siendo considerado el primer novelista colombiano de la historia. Aun así, pocos lo recuerdan, no aparece siquiera en los libros de historia. Tras una petición al Gobierno, un nuevo retrato de Nieto Gil fue elaborado, el cual fue develado por el presidente de entonces, Juan Manuel Santos, en agosto de 2018, para luego ser incluido en la galería de expresidentes, en el Palacio de Nariño.

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El almirante José Prudencio Padilla López, nacido en Riohacha (Virreinato de la Nueva Granada en 1784 y fusilado en Bogotá, Gran Colombia en 1828) fue un destacado militar, marino y prócer colombiano, cuya su participación en las guerras de la independencia fue decisiva, en especial en la batalla naval del Golfo de Maracaibo en 1824.

Fue considerado como un afrodescendiente a pesar de su ascendencia parda (descendientes de esclavos africanos que se mezclaron con europeos o indígenas). Sus destacadas acciones militares le valieron para ser nombrado como Almirante de la República, así como senador de la Gran Colombia en 1822.

Fue acusado de oponerse a la creación de una Constitución vitalicia propuesta por Simón Bolívar, y a pesar de encontrarse encerrado en un calabozo y de ser absuelto por un tribunal de acusados que atendía el caso, Bolívar desatendió al tribunal, lo disolvió y ordenó el fusilamiento del almirante, bajo cargos de conspiración y traición. Padilla murió ejecutado en Bogotá el 2 de octubre de 1828.

Otros muchos afrodescendientes han brillado por sus aportes en las letras, la filosofía, la religión y al activismo social, especialmente en temas de liderazgo, y algunos más a nivel político, casi siempre en un ámbito local.

Pero cuando pensamos en ellos como representantes validos de toda una nación, son de contar con los dedos de las manos y, por el contrario, los pocos que se han atrevido a proponerse, aunque con indiscutidos méritos, en muchas ocasiones han sido vilipendiados y expuestos como burlesco de todo un país, siendo esos compatriotas mirados con recelo.

Aquí vale la pregunta, ¿será que tenemos una doble moral? Y únicamente consideramos a los negros buenos para darnos lustre y satisfacciones en el deporte a nivel mundial, o en la parte cultural, especialmente en la música y en las artes, donde hemos disfrutado a rabiar sus aportes…

En Colombia nos acompaña esa detestable creencia de que este es un país de blancos, y que los negros, factor clave en la construcción de buena parte de nuestra existencia como nación, siguen siendo inferiores.

Y esos prejuicios que se han perpetuado a lo largo de la historia, convierten a este aspecto irracional en algo imposible de erradicar, por estar presente en el subconsciente de la gente, repitiéndose una y otra vez, hasta tornarlo en algo natural.

Por eso los exagerados ataques de algunas personalidades tratando de minimizar a otros por el color de su piel, en el fondo solo es el reflejo su propia inferioridad.

Según datos entregados por el DANE en 2019 con cifras tomadas del censo de 2018, las personas que se reconocen así mismas como negras son 4.6 millones de colombianos, un poco menos del 10% de la población nacional. Pero lo más llamativo es encontrar que a lo largo de más de 200 años de historia republicana, solo dos de sus representantes hayan sido los más destacados dentro de la política.

¿Será qué en un futuro cercano, llegarán a ser visibilizados, saliendo del ostracismo de donde históricamente han permanecido, haciendo realidad la premisa de que un gobierno de la equidad es posible?

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