Pocas veces vivimos en Colombia una oportunidad como la que la democracia tropical de estos tiempos, nos pone y sirve en bandeja ciudadana para no despreciar ni una migaja: romper con el establecimiento canalla y corrupto que nos ha gobernado desde los inicios de la república en el siglo XIX.
De eso se trata.
Dejar los miedos y salir a votar por la Colombia Humana como sentido práctico de quien se libera de una pesada cadena o de un fardo indeseable. No como me afirmó un descendiente de sirios libaneses a quien tengo cerca: “a usted no le duele el país, porque va a votar por Petro”.
Porque me duele y porque en medio siglo de vida y de resistencia Caribe, esta es la primera vez que voy a votar con gozo, júbilo, alegría y como para “sacarla del estadio”.
Es la primera vez que siento que la democracia liberal que se inventó en Occidente, sirve para algo. En este caso, para ejercer el libre y sacro derecho a votar por una propuesta de transformación y de esperanza, que merecidamente debería extenderse en gobiernos subsiguientes en el marco de una Concertación Ciudadana por el País – CCPP y que demuestre que la honradez y la sensatez en política si tiene sentido.
Entonces estamos hablando de un voto efectivo y construido desde los mayores niveles de cultura política a los que hemos llegado en esta tierra de impuros, es la conquista democrática y popular que representa vientos de transformación –sin necesidad de usar un arma- y que merecemos los que apostamos por ciertos escenarios de convivencia y desarrollo humano que en el mundo moderno ya son de vieja data.
Votar por la Colombia Humana no es un salto al vacío.
Desde hace rato estamos en el fondo del sumidero
Votar por la Colombia Humana no es un salto al vacío. Desde hace rato estamos en el fondo del sumidero. Con algunas variaciones como el posconflicto y otras hierbas. Lo que vamos es a dar un salto hacia adelante. No hay salto al vacío cuando se conocen las causas objetivas de la desigualdad y se sabe cómo atacarlas. No es un salto al vacío proponer un modelo de desarrollo productivo incluyente y que deje atrás al viejo y cansado caballo cochero que solo le renta a los únicos cinco dueños. No es un salto al vacío cuando la educación deje de ser un privilegio y se convierta en un vehículo amplio de movilidad social.
Desde esta Colombia Caribe de mis entrañas hacia la Colombia Humana que soñamos, estamos siendo realistas y vamos a hacerlo posible: movilización ciudadana para que fluya el voto, fervor popular para sostener el entusiasmo hasta todo el domingo 17 de junio, colaboración comunitaria y de barriada para romper con las maquinarias y llevar a los votantes hasta los puestos de votación; y capacidad de convencimiento y persuasión al voto en blanco y al indeciso o el apático para despertarlo del aparente letargo al que lo quieren sumir. No más miedos. No más mentiras. No más de lo mismo.
Coda: Las encuestas son la fotografía del momento, pero no significan que el paisaje sea siempre el mismo. Lo podemos cambiar este 17 de junio con la Colombia Humana de Gustavo Petro y Ángela Robledo. A una X de cambiar la historia por primera vez en la vida –para algunos puede ser la única-
