Quisiera pensar que todas las barbaridades que ocurrieron ayer (el día en que "las familias normales" salieron a marchar por "los buenos principios") no tienen nada que ver con la política clientelista que ha padecido nuestro país. Pero, desafortunadamente, no es así.
Para los que han leído los acuerdos realizados entre el gobierno colombiano y las FARC, es claro que se ha tenido en cuenta la participación de la mujeres y otros actores de la población en la elaboración de los tratados. Por primera vez en la historia se contó con una Sub-comisión de género donde se apostaron a diferentes ejes temáticos en cuanto a inclusión, garantía de derechos sociales, económicos y culturales, promoción y prevención, participación política de las mujeres y personas con identidad sexual diversa en los territorios urbanos y rurales.
Todas estas propuestas fueron puestas en la mesa de negociación gracias a las luchas históricas de las diferentes organizaciones de mujeres y comunidad LGBTI, que desde los espacios académicos y sociales han solicitado al gobierno el reconocimiento de derechos como ciudadanía.
Ahora, diferentes agrupaciones del país como las iglesias, convocan al movimiento nacional en defensa de la familia tradicional, utilizando argumentos como la orientación sexual de la ministra de Educación, mentiras, manipulación mediática y sobre todo la rápida metástasis en las redes sociales como poderosa arma para ganar seguidores.
Millones de ciudadanos salieron hoy a las principales plazas de las ciudades y pueblos a marchar como padres responsables, preocupados por la educación de sus hijos contra la “ideología de género” sin ni siquiera comprender de lo que se habla, evidenciado una vez más la necesidad de la construcción de una educación laica e incluyente no solo para los niños y niñas, también para adultos criados en una sociedad homofóbica.
En apoyo de esta multitudinaria manifestación no hicieron falta grupos como el Centro Democrático y otros partidos, líderes de las diferentes iglesias y personajes como el procurador, manifestando sus posturas discriminatorias y homófobas. Los sectores políticos están usando las más violentas y bajas armas para favorecer sus intereses. Ahora la pregunta es, además de generar toda esta oda de odio ¿Cuántos seguidores ganarán? ¿Cuántos votos conseguirán?
Es lamentable que el arduo trabajo de las diferentes organizaciones por garantizar condiciones básicas para la construcción de una paz verdadera, incluyente y sin discriminación, en temas tan importantes como la educación para los niños y las niñas sea lanzado al cesto por intereses particulares de unos pocos. Detrás de toda esta sarta de mentiras los mismos siguen moviendo los hilos, lanzando sus cartas, peleándose por los grandes y pequeños sectores. El juego aquí es por todo o nada. Lo único claro es que una vez más las creencias religiosas, los principios moralistas y la falta de educación son y serán claves en la disputa.
@luisafervelez
