Está bien que la alcaldesa de Bogotá se dedique a salvar vidas, no hay discusión alguna, pero no que esa sea su tarea de tiempo completo. La capital necesita urgente un remedio para las otras pandemias que están azotando en igual proporción a la ciudad, dejando huérfanos y viudas, además de familias desintegradas, tal como si fuera un virus letal.
Indiscutiblemente, la inseguridad que estamos viviendo, que no nos deja ni asomarnos a la esquina, es peor que el agente invisible y diminuto, puesto que para salir de día o de noche usted lo piensa, más si es mujer... al parecer, el bolso resulta muy atractivo para los delincuentes. Eso sin hablar del estrato de los lugares donde vivimos, ya que el fenómeno está más acentuado en ciertas localidades. Por ejemplo, en Usaquén, más especifícamente en Santa Bárbara, se han presentado fleteos y hurtos a residencias, aunque no es la única zona afectada.
De verdad, qué decir sobre el atrevido asalto a la joyería en Gran Estación (en frente de la Dirección General de la Policía), los hurtos de bicicletas, los asaltos a los apartamentos, las estafas, los delitos cibernéticos y los homicidios, que se han disparado en esta pandemia causando una gran preocupación. De hecho, como herramienta de justicia nos vemos obligados a hacer circular estos vídeos en redes sociales para corroborar el grado de inseguridad y para hacer presión para que aquellas bandas sean desarticuladas y puestas a disposición de las autoridades competentes, contribuyendo así con nuestro grano de arena a la seguridad de la capital.
Por otro lado, tenemos la alta accidentalidad de motociclistas y biciusuarios. He observado con gran preocupación cómo biciusuarios son víctimas de conductores imprudentes que no respetan la velocidad y aprovechan la vía despejada por efectos de la cuarentena y ocasionan graves accidentes... no solo buses. Lo anterior además de conductores irresponsables que abusan de la velocidad en la carrera 30, en la avenida 68 y demás vías paralelas, dejando a muchas familias sin su ser querido.
Eso sí, las imprudencias también son cometidas por algunos biciusuarios que no hacen uso de la cicloinfraestructura y que por lo tanto deberían ser sometidos a un comparendo pedagógico (con el fin de que hagan uso de la ciclovía). No tienen excusa, Bogotá goza de una cicloinfraestructura muy grande para garantizar el paso de los ciclistas, que son muchos. Y con el aumento de las muertes de esta población, hay que tomar medidas urgentes al respecto... no puede ser que se construyan unas ciclorrutas para aquellos que a diario llegan a su trabajo en este caballito de acero y para los que hoy por la pandemia no quieran hacer uso del transporte, y se haga caso omiso de ello. ¿Cómo es posible que prefieran arriesgar sus vidas circulando por la calzada vehicular e inmiscuir en su capricho a un conductor que por alguna razón de falta de pericia los pueda arrollar?
Por último, me refiero a otra situación preocupante que se ha visto en la capital y que no se le ha brindado la atención que merece: la intolerancia que se ha visibilizado con la pandemia. Total desconcierto sentí cuando observé el video que circula del enfrentamiento de dos ciudadanos en el sur de la capital, que terminó con un policía de tan solo 33 años muerto... todo por una disputa sin fundamento para muchos. No hay derecho a que los capitalinos no podamos reclamar algo porque ya nadie aguanta nada. Además, nos asombra a diario la justicia por cuenta propia, donde se ha llegado a linchar al presunto ladrón, también el irrespeto hacia la fuerza pública, el abuso de autoridad, entre otros.
Este es el panorama que estamos viviendo los capitalinos y que con gran desasosiego relato en este artículo, puesto que la señora alcaldesa solo ha fijado sus ojos en las cuarentenas y pasa por alto las otras pandemias que también han dejado muchas personas fallecidas, las cuales acá describo. En consecuecia, pido un remedio urgente y una mirada hacia estas enfermedades que también nos agobian por esta época y que no deben ser indiferentes para un mandatario local.
