Respetado señor alcalde Rafael Martínez,
En lo posible, sigo su gestión al frente de la administración distrital a través de los medios de comunicación, las redes sociales, y durante los viajes que, un par de veces al año, hago a Santa Marta. Debido a esto le aclaro, desde ya, que no pretendo ni tengo los suficientes elementos para evaluar su gestión hasta la fecha.
Si puedo decirle que, en este tiempo, me he formado la idea de que usted es un hombre trabajador, decidido a traerle progreso a Santa Marta y, quizás lo más importante, que quiere a la ciudad. Heredó un proyecto político que ha generado un huracán de sentimientos entre los samarios. Por eso, usted tiene muchos seguidores e igualmente contradictores. Déjeme aclararle que no soy ni lo uno ni lo otro. Soy - eso sí- un samario orgulloso y enamorado de su tierra, y que solo pretende hacer el aporte que cada ciudadano está obligado a hacer por su terruño. Así sea en la distancia, como es mi caso en particular.
Por eso he decidido escribirle esta carta pública, con un carácter netamente constructivo y optimista ante el futuro de la ciudad.
Sin duda Santa Marta ha cambiado en los últimos años. Todos reconocen esto, incluso sus adversarios políticos, aunque no lo hagan ni en público, ni con mucho gusto. Así ha sido la política, así es, y así será siempre. Y aunque es posible que en algunos casos sus adversarios estén acertados, usted deberá seguir adelante, confiando en su conocimiento y el de su equipo. La historia dirá quién tenía la razón.
Santa Marta tiene problemas y desafíos muy grandes que merecen soluciones inteligentes e integrales. El abastecimiento de agua potable para todos los samarios es uno de ellos. Captar, tratar y transportar el agua desde el río Magdalena es la solución a largo plazo escogida. Aún me pregunto por qué no se optó por un acueducto surtido por los ríos de la vertiente norte de la Sierra Nevada. Al desprevenido ciudadano –como yo- esta opción le podría parecer más económica. Tendría menos costos en su construcción, en el tratamiento de las aguas y en el transporte del líquido. Adicionalmente, toda la infraestructura necesaria estaría instalada en el territorio del Distrito de Santa Marta. Cosa diferente ocurriría con el acueducto desde el río Magdalena, cuya infraestructura, servicios y costos tendremos que compartir con otros municipios y poblaciones. Si ya hemos tenido conflictos con el vecino municipio de Ciénaga sobre el uso de los ríos Toribio y Córdoba como fuentes complementarias para el acueducto de Santa Marta, no me imagino qué podría pasar en el escenario del acueducto regional desde el río Magdalena.
Además de los anteriores criterios para escoger a los ríos de la Sierra Nevada por encima del río Magdalena, existe un elemento adicional que deberíamos tener en cuenta: El estado de las cuencas hidrográficas. Según estudios recientes, el 78% de la cuenca del Magdalena presenta valores críticos de erosión. Eso quiere decir que tres cuartas partes de la cuenca están en un estado de desertificación. Para rematar, más de la mitad de los 128 municipios ribereños del río Magdalena vierten en él sus alcantarillados, sin ningún tipo de tratamiento. Seamos sinceros, la recuperación del río Magdalena es humanamente imposible por su extensión, por la complejidad de sus problemas, por los costos financieros y – lo más triste – por la carencia de voluntad política para hacerlo. Caso contrario a las cuencas de la vertiente norte de la Sierra. Algunas –como la del río Buritaca – se mantienen libres de afectación en su parte alta, y su manejo y protección sería más alcanzable para la Administración Distrital y para las autoridades ambientales locales. Los samarios, con un esfuerzo mucho menor que el que supone recuperar el Magdalena, nos podríamos comprometer con la recuperación y protección a perpetuidad de las cuencas del Piedras, Manzanares, Gaira, Guachaca y Buritaca, destinando para tal fin, entre otras acciones y como nunca lo hemos hecho, el 1% del presupuesto distrital según lo contemplado en la Ley 99 del 93.
Con todo respeto, señor Alcalde, le pido que nos explique a los samarios por qué nos vamos a meter de cabeza en un proyecto donde nadie nos puede garantizar que, en 50 años, el río Magdalena aún tendrá el caudal suficiente y la calidad de agua mínima necesaria para surtir nuestro acueducto; mientras que, con nuestro propio esfuerzo y compromiso podríamos garantizarnos un acueducto sostenible desde los ríos del la vertiente norte de la Sierra Nevada. Quedamos a la espera de su amable respuesta.
Como aspiro a que esta misiva haya llegado a sus manos, no quiero terminar sin antes llamar su atención sobre dos “pequeñeces” que encontré en mi última visita a la ciudad:
1 - A pesar de ser lugares de circulación obligada para propios y visitantes, el estado actual de las rotondas de la Quinta de San Pedro Alejandrino, Mamatoco y La Lucha es vergonzoso. Si el gobierno nacional acepta –como espero que lo haga- su invitación para que la firma del acuerdo de paz se haga en la Quinta de San Pedro Alejandrino, esa rotonda, al igual que toda la Avenida del Libertador serán nuestra cara ante el mundo entero y por lo tanto deberán ser embellecidas como nunca antes lo han sido. Aproveche la coyuntura y dele a los samarios una razón más para sentirnos orgullosos de nuestra ciudad.
2 – Una ciudad es más amable con el visitante en la medida en que su sistema de señalización informativa de rutas (destinos y distancias) sea completo, homogéneo, entendible y según las normas existentes. En Santa Marta, como en muchas ciudades de Colombia, asumimos que todos los visitantes “conocen el camino”, pero estamos equivocados. Lo invito a que haga el ejercicio y se dirija desde el aeropuerto hasta la Quinta de San Pedro siguiendo el sistema de señalización informativa existente. Siento desilusionarlo, pero no llegará nunca a su destino. Santa Marta debe invertir urgentemente en un sistema de señalización que informe a los visitantes sobre las rutas a los lugares de importancia turística e iconos urbanos de la ciudad.
No puedo terminar sin antes compartirle mi profundo deseo de que los samarios logremos organizar con éxito los Juegos Bolivarianos; que la remodelación del aeropuerto sea pronto una realidad; y, especialmente, que la iniciativa de Carlos Vives y Claudia Elena -“Tras la Perla de La América”- sea entendida, acogida sin reservas y aprovechada al máximo por su administración, como creo que es la aspiración desinteresada del cantante y su esposa.
Con sentimientos de respeto y aprecio,
Carlos Flores
