Después del fracaso de Duque, el uribismo como ideología tiene que morir para siempre, eso está claro. El ejercicio de poder en Colombia tendrá que dar un viraje rotundo, donde la política de la vida, la tolerancia, la libertad y la diversidad se tome en la Casa de Nariño, al menos por los 4 años siguientes al 2022. Los colombianos no hemos sido capaces de darnos la oportunidad a un cambio de semejantes proporciones, pero creo que Duque fue la gota gorda que rebozó el vaso.
Petro debió haber sido presidente para el bien de Colombia en el 2018 pero no fue así. Lamentablemente, por él, llegó Duque al cargo para el que nunca debió aspirar en un principio. No fue determinante el intelecto ni el encanto de Duque, sino la antipatía de las elites colombianas con Petro con el peligroso poder de las masas arribistas conformes con lo mismo de siempre y el "importaculismo" de las mayorías en un país que parece de nadie. Esto le dio la fuerza suficiente a la tendencia ya oxidada y tóxica de lo que alguna vez en Colombia sentimos como propia y que llegó a hacernos más fuerte como sociedad, pero que hoy solo nos devuelve a lo que ya teníamos que haber superado hace más de una década.
Y nos hemos devuelto, hemos caminado hacia atrás, pero la ilusión de cambio no ha muerto sino que se ha reinventado. Nuevas caras de liderazgo toman fuerza en un sueño que empezamos a tener cada vez más colombianos en la cabeza. Historias renovadas, personas novedosas, ideas brillantes y posiciones más fraternas llegan a ponerse en frente de un cambio que tiene que ser imparable. Llegará el día en que yo saldré a las calles en campaña no por una persona, pero si por una idea, por un futuro nuevo que desde ya empiezo a sentir como necesariamente mio. Lo veo lejos aun, pero mi esperanza revive con personas como Romero.
De temple fuerte, carácter firme, tono calmado y palabras directas, el exgobernador de Nariño ha demostrado ser un líder entregado a su gente. Cada vez que me preguntan por qué lo admiro tanto, recuerdo ese día que le pegó una vaciada contundente al presidente Duque sobre la fumigación con glifosato, mientras el mandatario de los colombianos no fue capaz de mirarlo una sola vez a sus ojos.
#NariñoEsColombia
Le dijimos al Presidente que Nariño es un territorio verde, biodiverso, donde defendemos el agua y la vida. Que el glifosato no es solución!
Aquí ya asperjaron 3.700.000 litros en una década (2005-2014) y aumentaron los cultivos! De 13.875 a 17.285 ha.#NoMás pic.twitter.com/YIT0vHlaVf
— Camilo Romero (@CamiloRomero) May 19, 2019
Y episodios como este son muchos. Siempre con vehemencia, por su lado, ha expresado lo que verdaderamente siente que es bueno y no lo que tiene que decir para quedar bien como nuestro actual mandatario. No es casualidad que haya sido catalogado como el mejor mandatario regional.
Yo sé que somos millones los que soñamos con Petro de presidente. Pero tenemos que entender que Petro, desde su extremo, fortalece la negación de un gran sector de la sociedad colombiana que apenas ahora considera necesario un cambio y Romero puede ser el punto medio que fracture ese establecimiento atornillado.
"Igual, entre cualquiera y Petro que sea cualquiera porque que peligro" es el pensamiento de mis padres y de millones y millones de colombianos que, aunque totalmente inconformes con Duque y con Uribe actualmente, no se arrepienten de haber votado en blanco en la segunda vuelta del 2018.
Sin mencionar las maquinarias fieles a las elites de poder que jamás permitirán un cambio tan brusco como el que se necesita en Colombia y que no escatimarán recursos, energías ni cizaña para permanecer intactas por los siglos de los siglos.
Por eso hoy le mando energías a Camilo Romero. Porque no quiero soportar otros 4 años de lo mismo de siempre, porque no quiero otro gobierno indiferente a los lideres sociales, a los indígenas, al medio ambiente, a las regiones de Colombia, no quiero otro gobierno con incapacidad a la auto critica, un gobierno aislado entre cómplices y condescendientes comprados. No quiero otro presidente despersonalizado en la historia de mi país.
Desde ya, mi voto es para Camilo Romero.
