La humanidad siempre ha soñado con el fin del mundo. Todas las culturas a través de la historia en sus mitos, leyendas y dogmas religiosos han señalado acontecimientos que marcan el fin de la existencia humana. Tal vez porque al hombre lo agobia su finitud tiene este tipo de sueños y cree que como él desaparecerá infaliblemente, entonces algún día el planeta que habita también lo hará.
A continuación, veremos algunos mitos y creencias religiosas de las principales culturas de la humanidad que hablan sobre el fin del mundo. Dicho recorrido lo iniciaremos en Grecia, luego pasaremos a la cultura nórdica y finalmente a los cristianos.
En la mitología griega Zeus destruyó al hombre por su maldad, le pidió a Poseidón que le ayudara en tal empresa, por lo que Zeus hizo caer la lluvia y su hermano desbordar los ríos y mares para borrar a la humanidad de la faz de la tierra. Este diluvio duró 9 días, pero el dios Prometeo salvó una pareja que después de la tragedia, con la ayuda de los dioses, volvieron a poblar el planeta. En la cultura nórdica el fin del mundo se dará cuando llegue el Ragnarok, una guerra entre los dioses, monstruos y el hombre que dejará la tierra destruida, sin embargo, después del debacle surgirán nuevos dioses y una nueva humanidad.
El cristianismo no es la excepción, basados en la cultura judaica se habla de un fin que ocurrió con el diluvio universal debido a la maldad del ser humano, pero un hombre llamado Noé tuvo el favor de Dios por su obediencia y salvó la humanidad de la destrucción absoluta. No obstante, los judíos y los cristianos esperan un segundo final, donde la maldad quedará erradicada de la tierra por siempre, y este planeta se convertirá en un paraíso, aunque en algunas creencias cristianas después del armagedón, las personas que actuaron conforme a los preceptos cristianos serán arrebatadas e irán a un lugar llamado cielo.
Como podemos ver, cada cultura se imagina cómo será el final de los hombres y esto se acentúa cuando se enfrenta a acontecimientos que no controla, tales como las guerras, pandemias o desastres naturales a gran escala. En la actualidad los cristianos piensan que ya estamos a portas del armagedón, algunos están felices porque pronto serán liberados del sufrimiento y tendrán un mundo mejor, no importa si para ello mueren todos los impíos que no quisieron arrepentirse de sus pecados. Para los cristianos, la pandemia actual (el coronavirus) es una señal muy fuerte anunciada en apocalipsis del final de los tiempos pues demuestra que el hombre se ha alejado de las manos de Dios y por eso hemos recibido tal castigo divino. No obstante, temo defraudar a los cristianos que esperan impacientes el fin del mundo, pues la humanidad ha sufrido muchas pandemias y esta no es la primera ni la última. Mencionaré dos que afectaron a la población con muchas muertes y que las personas de esos tiempos también pensaron que era el inicio del final de los tiempos o un castigo de Dios: la primera ocurrió en el siglo XIV donde murieron más de 25 millones de personas y se llamó la peste bubónica o peste negra. La segunda fue una pandemia de influenza en 1917 al finalizar la I guerra mundial, donde murieron aproximadamente 50 millones de personas alrededor del mundo.
Por consiguiente, el COVID-19 solo es un virus más que ha afectado a la humanidad, puede que después de este haya cambios en la vida de los habitantes de la tierra, pero no es sinónimo de que la humanidad vaya a desaparecer y los cristianos por fin vayan al cielo o al paraíso. Debemos afrontar esta pandemia con pragmatismo y reflexionar en la manera cómo hemos construido la sociedad hasta ahora, y realizar cambios que nos permitan mejorar las dinámicas sociales y culturales que han causado desigualdad, pobreza y destrucción del planeta. El ser humano tiene la posibilidad en sus manos de hacer un mundo mejor o de continuar en la carrera desenfrenada en la que estábamos y encontrar así el tan anhelado armagedón.
Aunque pensándolo bien, puede que el dios de los dinosaurios que los extinguió con un meteorito algún día se aburra de los humanos y nos envíe también uno a nosotros.
