A las cinco de la tarde del primer día del año 2020, Rodrigo Hernández Alzate, alcalde electo del municipio de Rionegro, se posesionó oficialmente como la máxima autoridad de esta ciudad que es considerada por muchos, la cabeza indiscutible del Oriente Antioqueño. Esto será así hasta el año 2023; allí, en esa fecha límite, todos los rionegreros verificarán la transparencia y la veracidad de su campaña, de sus decisiones, de sus palabras, la comunidad será pues testigo y también juez. Ubicados bajo la Concatedral de San Nicolás El Magno de Rionegro, se reunieron también los cargos públicos de su gabinete administrativo, que estuvieron sentados frente al público en el ala izquierda, y en el ala derecha, se aconglomeraron los concejales electos cuyo deber es ser la voz del pueblo. Así volará por los aires el castillo ambulante del nuevo mandatario.
Paralelamente se rindieron los agradecimientos iniciales, al alcalde que de alguna manera, fue el hilo conductor del posicionamiento de Hernández y de su favoritismo a la alcaldía de este municipio. Con vídeos de congratulación y diversas presentaciones culturales, los rionegreros despedían la administración de Andrés Julián Rendón Cardona y recibían la del también integrante del Centro Democrático, Rodrigo Hernández Alzate: #JuntosAvanzamos+. Se hizo lectura de una misiva enviada por el líder de este partido, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, en la cual le deseaba éxito y sabiduría, entre otras cualidades o virtudes que debe tener un mandtario. Hernández lanzó una mirada que encontró los ojos de Andrés Julián, y en ella se veía que aún creía que lo que estaba sucediendo era solo un sueño, al besar a su esposa, supo que no, que era realidad.
Una gota de lluvia estalló sobre la alfombra roja del panteón principal, anunciando la tormenta que muchos desde un principio profetizaban, como inocentes curiosos del clima. Las gentes se acurrucaron bajo los techos laterales que bordan la Plaza de la Libertad, expectantes del discurso de Hernández, que asumió la relevante importancia de sus palabras y encendió la llama de su gobierno, sin temor a que los millones de meteoritos de agua que lanzaba el firmamento, pudieran apagarla: ¿qué puede ser más fuerte, el agua, el fuego o las palabras que nacen del corazón?…
Con la debida distinción, reafirmó el compromiso de la primera dama, Luz Dariana Ruiz Jaramillo, que desde su despacho también será un motor importante de este nuevo programa gubernamental, que según sus declaraciones, será un gobierno con todos y para todos. Y aunque el agua líquida era la que se derramaba por los techos del municipio, gestos de sólida seguridad fueron los que se captaron las fotografías.
En las flamas de sus palabras, las siguientes chispas encendieron una que otra estrella en la mente de muchos que escuchaban su ardiente discurso: “Es un grupo reducido, selecto en los seres humanos y en peligro de extinción, el que logra que las cosas se hagan, y son conocidos como los hacedores. En el primer momento en que pensé ser alcalde de esta ciudad, tuve la convicción de que este gobierno que hoy inicia, tenía que ser parte de ese grupo que logra cosas, que resuelve, que deja una huella de felicidad”.
La lluvia terminó por aplacarse, dejando su cicatriz húmeda sobre las sombrillas protectoras, y en el silencio vacío de la tribuna, que antes estuvo cubierta de gente, se escucha el eco inextingible de ese llamado de Hernández, dejar huella. Ojalá y la lluvia de ideas de su gobierno alimente las raíces de un territorio que está preparado para las mejores cosas.
