“A Viviane Morales se le agotó la fe, esa de la que tanto alardeaba", sería lo primero que en buen cristiano podría pensar. Sin embargo, la búsqueda de una respuesta que satisfaga a quienes eran sus potenciales electores difícilmente puede quedar en esa conclusión. Su renuncia y casi inmediata adhesión al candidato Iván Duque ha sido un plato hasta ahora imposible de digerir para el pueblo cristiano en Colombia.
En las redes sociales y en los atrios de muchas iglesias cristianas pulula una desazón abrasiva; la frustración y la decepción no les permite discernir lo que pasó. A ello se suma la impotencia que produce no tener una explicación que verdaderamente amaine el dolor de su esmirriada confianza. Hasta traicionados se sienten algunos.
Viviane Morales logró casi un milagro: unir en derredor de su propuesta presidencial a una nutrida muchedumbre de pastores y líderes espirituales en todo el país; bueno, a excepción de los Castellanos, que de uribistas pasaron sin pudor a las toldas vargaslleristas. De todo hay en la viña del Señor.
Viviane es férrea. Dulce y culta, pero inconmovible cuando se trata de defender sus personales convicciones. Eso está comprobado. Por eso, apostándole a un acrobático acto de fe pudiéramos pensar que aunque incomprendida, la señora Morales tiene claro hacia dónde la dirige el paso que ha dado. Es difícil para un cristiano raso hacer una disección entre la mujer política y la cristiana. Lo uno fue el oficio que escogió, en una arena donde hierven las componendas, los acuerdos soterrados y los ataques a mansalva. Pudo dedicarse a cualquiera de las cosas que usted hace, pero decidió hacer política; Todo convalidado bajo la presuntuosa definición del arte de gobernar. Lo otro un predicamento espiritual muy de suyo, sin que necesariamente se graduara de pastora o de profeta. Al parecer la una riñe contra la otra —me refiero a su condición de política y cristiana— y en la práctica parecieran ser irreconciliables. Es la sensación que queda cuando ha tenido que escudriñar racionalmente sus posibilidades políticas de cara a la presidencia. Sin recursos ni maquinarias, y sin tiempo para una campaña equitativa, al menos en herramientas; soportando una horda de oponentes y detractores que con base en leguleyadas y ardides pretendieron hasta último momento cerrarle el camino. Sin embargo, viene la gran contradicción, porque se supone que es ahí donde la fe, su fe de mujer cristiana se robustece, ¿a que la fe sin precipicios ni borrascas? Pero contrario a ello Viviane optó por renunciar a la convicción de lo que no se veía y de paso perder la certeza de lo que esperaba (Hebreos 11:1). Es la irónica batalla que los cristianos de a pie vienen rumiando.
Pero no se quede mirando solo el lago sin intuir su profundidad. Si usted está entre los que se sienten damnificados por la incongruente decisión que ha tomado Viviane Morales, pero sigue teniendo aparte de un eslogan (la hora de la fe), una vida de fe, entonces crea a pie juntillas que el tiempo de Dios es perfecto y que su Dios y el de Viviane suele escribir en renglones torcidos. Sí, leyó bien, tor-ci-dos. Mire más allá de su frustración. Sacúdase el polvo y eche p'alante porque ni en la Registraduría, ni en el Consejo Nacional Electoral y menos en la campaña de Petro le van a enseñar cómo ejercer su fe, votando, cuando no entiende un carajo de lo que sucedió. Las hermanas del Lázaro maloliente en la tumba tampoco entendían nada. Levante su fe y manténgala incólume porque cuando Dios tiene un propósito hasta el diablo es usado para que se cumpla.
Ningún candidato a excepción de Duque defiende con el rigor de la señora Morales los preceptos de familia, principios y valores. La excandidata aseguró que la campaña del Centro Democrático contiene todas las banderas que ella enarboló en campaña. “Estamos seguros que los cristianos tendrán garantías para ejercer sus derechos de libertad religiosa, de libertad de conciencia, de objeción de conciencia que ha sido tan difícil lograr en el Congreso. Además garantía que los padres podrían elegir con libertad el tipo de educación de sus hijos y que se garantizará el derecho a la vida desde el momento de la concepción”.
Aló, ¿hablo con los cristianos que Viviane Morales decepcionó? Abran el ojo. Esa concurrencia de ideas entre Duque y la Morales tipifica la cesta de un niño abandonado en el Nilo, rodeado de cocodrilos. Solo en tan enrevesadas circunstancias Moisés encontró el boleto de entrada a palacio. Quizás ahora la confusión atada a la decepción es lo único que usted sienta, pero por encima de ellas está también la loca fe de Noé construyendo un arca en el lugar equivocado. Solo espero que usted que dice ser cristiano, la agarre, porque de facto, los que no lo son, querrán tatuarme el pellejo a dentelladas. Está claro que este escrito dista años luz de una sesuda disquisición intelectual; solo encarna un necio acto de fe.
¿La cogió? llegó la hora de la fe. La suya. Porque la fe no se reproduce por lo que usted siente, sino por lo que decide creer. Pruebe finura, no llore y deje de moquear (eso le dijo Jesús a una mujer desconsolada, ad portas de resucitar su hijo). No se quede ahí petrificado (petrificado no tiene nada que ver con Petro, aclaro por si las moscas), mirando hacia atrás como la mujer de Lot. No siempre se llega a Nínive en un barco; como Jonás se puede hacer transbordo en la barriga de una ballena. El que tenga oídos para oír, que oiga. No se haga más cuestionamientos sin respuesta. Sería como preguntarle a Humberto De la Calle a qué edad tuvo la convicción de haber llegado a ser hombre. Lo mismo.
A nadie Dios le confirmó que Viviane Morales sería electa presidenta de Colombia a partir del 27 de mayo (usted se atrevió a soñarlo, y por soñarlo nadie le cobró). Pero tampoco a nadie le negó que pudiera ser más tarde. Según el poeta Antonio Machado "se hace camino al andar", y envuelto en el vaho de noches bohemias, José Alfredo Jiménez contó que un arriero le dijo "que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar" . Se lo repito: no pierda la fe. ¿Aló?
