El acto educativo en el aula virtual colombiana, es una tragedia y desfachatez. Está más que clarísimo que en América Latina y en especial, en Colombia, "revolución educativa", luego de la pandemia y el confinamiento, no ha pasado de ser un simple "llamado" que no hizo ningún boom.
Pese a todos los esfuerzos del MEN por la mejora de la calidad de la educación y la gestión en el fortalecimiento de las competencias comunicativas tanto de docentes como estudiantes, su universo de significados poco o nada han sido aplicados.
Sobra decir que su interpretación ha sido amplia desde distintos frentes, pero mínimo su empleo en la que hoy forzosamente se convirtió el aula virtual, la cual, se ha reducido a voces intermitentes por mediana conexión a Internet, producción masiva de robustas guías de aprendizaje estériles e intervenciones estudiantiles estériles, como recipiente literal de todo lo que puede decirse, copiarse o si quiera entenderse en 45 minutos o 120 minutos hora-clase.
Aún, las instituciones educativas son ajenas al cumplimiento de estos requerimientos que la misma naturaleza social demanda en la formación de nuevos currículos, que vayan de la mano, especialmente, con la inteligencia artificial, que poco a poco ingresa a todos los subsistemas curriculares, de evaluación, monitoreo, calidad e investigación, porque cada vez más la inteligencia artificial cobra un papel predominante en el quehacer y saber educativo.
Autores como De Zubiría (2014) se quedaron cortos en sostener que el sistema educativo en nuestro país, insiste en su impertinencia en la enseñanza de reglas gramaticales tan abstractas, que si bien, hoy sin la vivencia real de una oralidad auténtica y una literalidad todavía más auténtica, están mandadas a recoger.
Hoy, vemos como modelos anticuados de la formación presencial enfrascados permean en sesiones virtuales dónde la figura docente continua ensañándose para superponer su propio rol por encima de su propio discente lo que convierte a este hecho en tendencia fehaciente y anticuada de resistencia a una completa renovación educativa.
Finalmente, los niveles de riesgos en el desarrollo de prácticas innovadoras sostenibles aumentarían considerablemente si los cambios no surgen con potencial inclusivo, creativo y equitativo, de todos para todos.
De modo que sumando tantos hechos en balde de la actual rudimentaria virtualidad que tenemos, requieren considerarse como patrones de determinados signos sociales que hacen parte de la educación virtual que nos espera en la actual época de la inteligencia artificial cuya tecnología converge emergentemente en todas las áreas sociales humanas, orientándolas de acuerdo a intereses particulares y generales y que la diferencian radicalmente del modelo educativo presencial, que si antes era un repertorio mundializado, ahora está mandado a recoger.
