Ya muchas de las personas pertenecientes a los partidos políticos que entrarán en contienda tienen claro que cuentan con los avales para aspirar a obtener la confianza de los electores. No obstante, muchos de ellos ignoran lo que los estudios de comportamiento electoral tienen para decir y optimizar los esfuerzos de campaña.
La volatilidad electoral es un índice que permite conocer que tan estable o inestable es un sistema político, midiendo las variaciones en las preferencias electorales de los votantes presentadas entre dos o más periodos electorales, lo que permitiría a los candidatos, entre otras cosas, determinar en qué territorios enfocar esfuerzos y en cuáles limitar la inversión de recursos. Entonces, el índice arrojará un resultado mínimo de 0, que solo se daría en un sistema de partido único, de forma contraria, la medición arrojará un resultado máximo de 100 cuando haya un caos absoluto y se presenten solo partidos nuevos a la elección.
Habiendo puesto de manifiesto el concepto anterior, tomaremos como ejemplo las elecciones a Senado en el departamento de Córdoba, para ilustrar al lector, de manera breve como estas estadísticas permiten un análisis a partir de procesos pasados, hace posible plantear un escenario posible para un proceso electoral por venir.
Desde su creación en la década de 1950, el departamento de Córdoba fue capitalizado políticamente por un puñado de familias, éntrelas que sobresalen los Burgos, representantes del Partido Conservador y los López y los Jattin por el Partido Liberal. Así las cosas, el escenario político cordobés se mostraba bastante estable, y prueba de ello es que, en 2006, el grueso de la votación cordobesa, se concentró en Juan Manuel López Cabrales (Partido Liberal) con 145.991 votos, Mario Salomón Nader (Partido Liberal) con 49.863 votos y Julio Manzur Abdala (Partido Conservador) con 49.311 votos.
De la misma manera, en 2010, los partidos tradicionales se mantuvieron fuertes, sin embargo, el Partido de la U se convirtió en sus primeros comicios en la fuerza dominante de Córdoba. Durante este proceso electoral, el Liberalismo cordobés obtuvo 176.007, los conservadores registraron 84.185 votos; sin embargo, La U los sobrepasó a ambos, obteniendo 178.591 votos, mostrándose así, como la primera fuerza política en Córdoba, en una reñida batalla con los liberales.
No obstante, durante el proceso electoral de 2014 el Partido Liberal sufrió una fuerte caída, registrando solo 70.581 votos; por su parte, el Partido Conservador, vio incrementadas sus cifras, al registrar 132.953 votos. Pero fueron las cifras del Partido de la U, las crecieron asombrosamente, logrando 274.603 votos, con lo que se consolidó como la fuerza política dominante del departamento, acabando así, con décadas de dominio por parte de los partidos tradicionales.
Continuando en el ciclo de procesos electorales que estamos siguiendo, durante las elecciones al Senado de 2018, el departamento de Córdoba dio otro timonazo, puesto que, tras la coyuntura presentada con los senadores Bernardo Elías y Musa Besaile, el partido de la U vio disminuido su caudal electoral, que cayó 52,27%, puesto que, en comparación con 2014, registraron 131.079 votos. Este escenario sirvió a los conservadores cordobeses, quienes incrementaron su votación en 23,15%, con 173,009 sufragios. Además de esto, significó el resurgir del Partido Liberal cordobés, tras la debacle de 2014, donde perdieron el 59,9% de los votos que había conseguido en 2010 y, en consecuencia, la curul de Arleth Casado. Ya, en 2018, alcanzaron 108.482 votos y recuperaron una curul en el Senado, en cabeza de Fabio Amín Saleme.
Habiendo puesto de manifiesto estos datos, surge la pregunta del cómo y por qué las votaciones al Senado en Córdoba han estado fluctuando tanto en los últimos tres procesos electorales. Entonces, a partir de la revisión de estadísticas electorales, es posible plantear hipótesis que permitan entender dichos cambios.
En este sentido, un sistema político necesita renovarse mediante elecciones para consolidarse como democracia; y es la alternancia en el poder, lo que hace dinámica a la democracia, puesto que, si las expectativas del electorado no son cumplidas, los ciudadanos tendrán la opción de expresarlo mediante sus votos y cambiarán los protagonistas del sistema político.
Este parece ser el caso de lo que ha sucedido en Córdoba durante los procesos electorales de 2010 y 2018 con la caída abrupta y posterior ascenso del Partido Liberal que, perdió en 2014 la curul de Arleth Casado que esta había heredado de su esposo, Juan Manuel López Cabrales y, recuperó asiento en el senado con Fabio Amín en 2018. Entonces, si nos remitimos a la condena por "parapolítica", donde López Cabrales fue condenado, sumado esto a la fatiga del electorado por mantener a la misma casa política en el Senado de la República, jalonado, además, por la aparición en escena de Bernardo (Ñoño) Elías y Musa Besaile, del partido de la U podemos encontrar algunas de las razones que produjeron un índice de volatilidad electoral de 28,67 entre 2010 y 2014, lo cual es bastante alto para un sistema multipartidista.
Así mismo, las elecciones legislativas de 2018 en Córdoba produjeron fluctuaciones interesantes con respecto a las anteriores, ya que, a los escenarios anteriormente mencionados, se suma la estrepitosa caída del Partido de la U en Córdoba, quien perdió más del 50% de los votos que obtuvo en 2014, durante las elecciones de 2018 en este departamento. La lectura que puede hacerse de este caso particular es que, con la pérdida de investidura y posterior condena de sus dos caciques, Elías y Besaile, esta colectividad sufrió un golpe contundente, no obstante, logró conservar una de las dos curules que ganó en 2014 en Córdoba, en cabeza de John Moisés Besaile. Estas fluctuaciones en las preferencias electorales de los cordobeses entre 2014 y 2018 arrojan un índice de volatilidad electoral de 34.05% lo cual muestra un alto grado de inestabilidad en este sistema electoral y, si se toma en cuenta desde 2010, la volatilidad en Córdoba alcanza un índice de 44,49% lo cual refleja movimientos importantes en las preferencias electorales.
Así las cosas, los vaivenes registrados en los comportamientos electorales de los votantes cordobeses reflejan a mi juicio, una crisis de representación, gatillada por los escándalos de corrupción y delitos cometidos por los funcionarios a los que se deposita la confianza a través del voto, pero no es el objeto de este artículo levantar juicios, sino, mostrar como la el estudio de los comportamientos electorales permiten entender las dinámicas en materia de cifras que varían de una elección a otra en un territorio determinado.
Habiendo dicho todo esto, no me queda más que hacer una invitación a quien lea este escrito que, al emitir su voto en las próximas elecciones, lo haga a conciencia, se tome el trabajo de leer la hoja de vida de su candidato y no voten porque el candidato es hijo o hermano de don fulano, porque alguien le dijo que lo hiciera por tal o cual candidato, o porque le ofrecieron un beneficio. Hagamos del voto un ejercicio consciente de nuestro derecho de elegir a nuestros gobernantes, a los cuales podremos pedir cuentas por el ejercicio de su labor.
