Solidaridad, el valor que podría rescatar a Colombia

Solidaridad, el valor que podría rescatar a Colombia

"Si no recurrimos a él, la nación continuará sumida en océanos de corrupción, muerte, violencia y destrucción"

Por: Juan Francisco Casas Díaz
junio 11, 2020
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Solidaridad, el valor que podría rescatar a Colombia
Foto: Piqsels

Este escrito no pretende exponer aspectos íntimos relacionados con la solidaridad de las familias colombianas. Por el contrario, no hay duda de cómo en su interior y durante estos tiempos estas se prestan ayuda mutua en la medida de sus posibilidades.

Ahora bien y yendo al punto, quiero preguntar: ¿todos han fallado? Ya que desde los altos dirigentes el patrón de conducta, por lo general, es contrario a la realidad y a la predica de ética y de moral del buen ciudadano. Ejemplo de lo anterior se evidenció en días pasados cuando, contrario a su discurso, la alcaldesa de la capital fue captada junto a su pareja incumpliendo las normas impuestas por ella misma. A Angélica le impusieron un comparendo, ella pagó y todo solucionado.

Entonces, ¿por qué exigir ciertos patrones de conducta cuando el ejemplo dista de la práctica? Además, si todos tienen dinero y pueden pagar la multa, ¿pueden evadir e infringir las normas? Entonces, ¿será este aspecto parte esencial del problema de doble moral vigente en los habitantes de la nación desde épocas remotas?

En tiempos de COVID-19 la solidaridad llevada a la práctica resulta fundamental para poder enfrentar esta situación. Aquí este concepto (solidaridad) es entendido como la ayuda o el apoyo incondicional para enfrentar hechos, en especial durante situaciones delicadas, duras, complejas o difíciles. Además, esa ayuda o ese apoyo incondicional, como valor supremo, debe ir más allá de las valiosas donaciones de recursos, ya sean económicos o en especie.

Sin embargo, esa incondicionalidad al parecer no es conocida por aquellos que inflan los precios del atún en lata o que afirman que por un mes más que los pobres de este país aguanten hambre, a la cual ya están acostumbrados, no se van a morir. ¿En qué lugar de este planeta el ser humano se acostumbra a sufir de hambre? Y la situación es mas grave aún cuando se asegura que lo invertido en las campañas politicas debe ser recuperado, sin importar el desangre de los más vulnerables. Y ni qué decir de la falta de solidaridad con la niñez colombiana, la cual muere de desnutrición a lo largo y ancho de la geografia nacional.

Y como aquí se habla de solidaridad, no deben pasar desapercibidas, entre otras, las siguientes preguntas: ¿dónde está ese apoyo incondicional de los colombianos con los hermanos del departamento del Cauca?, ¿por qué en este departamento, con fuerte presencia militar, ultiman a quien piense, diga y opine diferente?, ¿por qué, a pesar de la presencia de la fuerza pública en el departamento del Cauca, no se garantiza la integridad personal de lideres, lideresas sociales, defensores y defensoras de derechos humanos?, ¿acaso esta situación superó la capacidad del Estado colombiano?

En fin, la solidaridad en tiempos del COVID-19 es muy diciente por parte de ciertas personas, ya que hace no mucho estas tenían gran preocupación y afán de recuperar esa famosa y solidaria firma extranjera: Avianca. No se debe olvidar la incondicionalidad de esta empresa con aquellas personas que sufrieron la tragedia el año pasado de la vía al llano...

Así mismo, es importante recordar y resaltar aquella obligación impuesta y solidaria del cuatro por mil. No se trata de venganza baladí ni de estupidez, como lo afirma un reconocido columnista, ni mucho menos de rencor u odio. El país debe tener prioridades y una de ellas sin duda debe ser la de la justicia social, de la cual tanto se habla desde tiempos inmemoriales, pero poco se lleva a la práctica.

En la Declaración universal de derechos humanos se afirma: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Así pues, ¿cómo inculcar el compartamiento fraternal en la clase corrupta de este país? Es decir, ¿cómo hacerlos solidarios? La educación de la mano con el buen ejemplo, sin duda, hacen parte de la solución.

Así mismo, desde la responsabilidad indiviualidad, en cada familia se debe entender, ejercitar, aprehender, estimar y respetar lo invaluable de este valor supremo. De lo contrario, la nación continuará sumida en océanos de corrupción, muerte, violencia y destrucción durante otros cien años de soledad.

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