¿Por qué Cali fue el mayor foco del estallido social y qué sigue?

¿Por qué Cali fue el mayor foco del estallido social y qué sigue?

Cuando la ciudad apenas empieza, después de dos meses de bloqueo, a recuperar algo de normalidad, el alcalde Jorge Iván Ospina explica lo que pasó

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agosto 16, 2021
¿Por qué Cali fue el mayor foco del estallido social y qué sigue?

El Alcalde de Cali Jorge Iván a quien le tocó enfrentar el estallido social más grave que se vivió en Colombia a partir del paro nacional del 28 de abril, donde los bloqueos duraron más de dos meses, toma distancia y analiza en esta conversación con Juan Manuel Ospina lo vivido por la ciudadanía caleña.

Juan Manuel Ospina: Bueno, alcalde empecemos por ayudarnos a entender que pasó en Cali. ¿Por qué se convirtió en el foco de la indignación social?

Jorge Iván Ospina: Las sociedades evolucionan y también involucionan. Los procesos sociales no son estáticos y pueden variar para bien o para mal. En nuestra ciudad, el fenómeno del narcotráfico rompió nuestra estructura de cultura ciudadana, fracturó aquello que en algún tiempo liderábamos, el civismo y la responsabilidad ciudadana; el narcotráfico se filtró a todos los rincones de la caleñidad, pero ante todo manifestándose como una gran contracultura, rompiendo parámetros de relación entre los ciudadanos y las instituciones; entre instituciones públicas y privadas, entre los propios ciudadanos. En esto que hemos vivido, el fenómeno del narcotráfico está omnipresente.

Pienso también que se han visibilizado los temas de una paz no suficientemente acabada. Esto rompe confianzas con la institucionalidad y se manifiesta en esta “explosión” que tuvimos en abril. A esto se suma la arrogancia del gobierno en colocar el peso de unos tributos mayores a una comunidad sufrida que ha padecido una pandemia y con una economía desacelerada que ha hecho que los abastecimientos familiares sean precarios; viene este estallido social y esta movilización ciudadana, en el marco de una ciudad que está en el suroccidente de Colombia a tan solo una hora y media de los mayores cultivos de coca del mundo, 90 mil hectáreas; muy cerca a los grandes cultivos nacionales de marihuana que están en el sector corredor de Corinto-Toribio-Miranda en el Cauca, y cerca también de donde se da un gran blanqueo de recursos que provienen de la minería ilegal. Todo esto son ingredientes del estallido social.

JMO: Como quien dice, una sociedad, una ciudad, inmersa en un mar de ilegalidad, de criminalidad.

JIO: Sí. Y yo creo que hay una economía no formal, y no le voy a colocar ilegal, sino informal, que está presente y copa los espacios de la institucionalidad pública y privada que no han sido suficientes. Ejemplo, el crédito del gota a gota que se da entre particulares, sin mayores garantías, a tasas de interés imposibles de pagar y llena el espacio que la banca comercial como institución no ha sabido irrigar a los sectores que lo necesitan para la movilización de algunos emprendimientos. Está también la economía del transporte ilegal como el mototaxismo o el carro pirata, procesos que no existían en nuestra ciudad y que han surgido ante modelos inapropiados de transporte masivo y de nuevo, coparon la ciudad.

Y la informalidad en la ocupación de espacio público que, ante la incapacidad del Estado de proveer empleo formal, la gente sale al rebusque, a la informalidad. Son muchas las muchas economías: la ilegal del narcotráfico, la informal de las múltiples formas que he descrito y, claro, también está la economía formal. En esta sumatoria y en este contexto se da el fenómeno del estallido y también el de los bloqueos. Durante 2 meses y cinco días estos le produjeron un impacto de colapso a la ciudad.

JMO: Hay una dinámica social, demográfica, de inmigraciones de zonas aledañas a Cali, costa Pacífica, sur del Cauca, zonas de vieja violencia que han superado la capacidad de la ciudad y termina profundizando conflicto y búsquedas por fuera de los canales legales.

JIO: Después de que un país ha estado en un conflicto degradado y que ha tenido esta guerra con las guerrillas, con organizaciones de narcotraficantes, de presencia paramilitar, es apenas lógico que las ciudades se hinchen y pierdan los estados locales la capacidad para resolver los problemas y no respondan a estas nuevas ciudadanías en seguridad, en cultura, en deportes. Esto nos pasó la cuenta de cobro; son demasiados los problemas acumulados en períodos cortos de tiempo.

El año pasado llegaron 93 mil venezolanos sin contar con la capacidad para integrarlos con derecho a vivir con dignidad, y también han llegado de otros lugares. Y el problema no es la llegada de estas nuevas comunidades, sino que no existen los mecanismos para incorporarlos, para construir nuevas identidades y éstos terminan convertidos en argumentos adicionales para la explosión social que se ha vivido.

JMO: ¿Hasta dónde estamos, y no solo el caso de Cali, frente a sociedades profundamente escindidas en lo social, cultural, en lo económico; hasta dónde esa escisión se manifestó de una manera explícita con mucha fuerza y hasta dónde es posible que se pueda avanzar para construir puentes que vayan integrando ese cuerpo social y generar un gran acuerdo a partir de aquello que esta crisis desnudó? ¿La sociedad caleña está en capacidad para construir estos nuevos acuerdos? Como alcalde se siente con el apoyo, con la solidaridad o está confrontado por estas fuerzas sociales enfrentadas.

JIO: Yo creo que todos estamos confrontados y todos tenemos que ser humildes frente al fenómeno que ha explotado en nuestras manos, siendo causa directa o indirecta del mismo. Quien no asuma una confrontación de su liderazgo social y político está en nada. Y todos tenemos que asumirlo, porque lo que hemos vivido es un verdadero tsunami, una movilización ciudadana tan rica, tan llena de detalles, pero también tan violenta, que nos tiene que confrontar.

Yo he pensado esto: cuando estamos frente a una manifestación de fiscales, se habla en sus términos judiciales; si se trata de una manifestación de maestros se apela a unos modelos afines, pero esta manifestación ha sido especialmente tensa y violenta porque también es una manifestación de las comunidades más excluidas, de las más agotadas, a las que se les ha privado de la oportunidad de vivir con dignidad y eso la hace especialmente tensa, por lo que se ha manifestado de una manera violenta. Los líderes sociales y políticos tenemos que poder leer esa manifestación ciudadana.

Por eso yo quisiera invitar a no graduar de vandalismo criminal al joven que se manifiesta de esta manera tensa y difícil. Así no se hace otra cosa que profundizar la exclusión, profundizar unos estigmas que no nos van a dar la oportunidad de posibilitar reencuentros entre distintos, que se necesitan.

La confrontación que me planteas es una confrontación que tenemos que hacer todos, pero con las metodologías adecuadas que nos permitan construir el contrato social fracturado. Porque no es solo Cali, el contrato social de la nación colombiana toda, ese acuerdo entre distintos, está haciendo agua.

Entonces, hay que reconstruirlo con un nuevo enfoque, desde un nuevo carácter de Estado, de república, de sociedad. No podemos quedarnos con las mismas estructuras. Tenemos que darnos la oportunidad de armar una nueva institucionalidad que interprete esto tan difícil.

Esa nueva institucionalidad tiene que tener en cuenta los temas de orden ambiental; lo que ha ocurrido en Cali también va de la mano del calentamiento global, de la crisis ambiental, preocupaciones conscientes o inconscientes de unas generaciones que van a vivir el siglo XXI con privación de agua, de oferta ambiental, todo eso está allí presente. Todo esto hace parte de la reconstrucción de este tejido fracturado y en ese sentido la tarea no ha sido fácil.

Algunos lo ven como un tema de orden asistencial, mientras otros lo miran con un enfoque desde el autoritarismo, desde una acción represiva del Estado, y otros miran lo que estamos planteando como un proceso demasiado lento frente a la solución del bloqueo en las calles. Pero construir esa metodología para esa reconstrucción es el principal reto como alcalde.

JMO: Lo que plantea muestra la profundidad de la crisis colombiana que requiere visión de corto y de largo plazo para una transformación política. Está planteando un nuevo gran acuerdo político que permita darle contenido a estas fuerzas sociales que se han expresado, pero entre tanto se deben atender situaciones concretas que algunos pueden decir que es asistencialismo, pero son fundamentales. Logró acuerdos con estos jóvenes y organizaciones. ¿Hasta dónde van estos acuerdos? ¿Se pueden cumplir? ¿Hay como una esperanza de parte de los jóvenes que pueda haber comienzos de respuesta?

JIO: Hay algo que nosotros llamamos inclusión social de emergencia, es un paquete de empleabilidad, de educación, de tratamiento a la fármaco dependencia y procesos de bienestar social que se identifican con los diferentes puntos de resistencias que vamos poco a poco consensuando. Pero el más importante propósito que nosotros tenemos es el reconcomiendo del interlocutor a través de un decreto en el que nosotros decimos: “sí, existes, sos un joven de resistencia y de primera línea y por tanto valido tu existencia y tu vocería para compartir contigo tus criterios”.

De alguna forma creo que algunos sectores de la sociedad colombiana no quieren visibilizar la existencia de ellos, los quieren llevar a una esquina, arrinconarlos, estigmatizarlos, vulnerarlos aún más, y ese considero es un camino completamente errado. La existencia del interlocutor es un primer paso para que nos podamos poner de acuerdo en la forma como podemos reconstruir este contrato social que puede estar agotado.

A nosotros nos corresponde tratar de hilar, de tejer y de esclarecer un nuevo tipo de Estado, de institución que posibilite entender lo que pasará en el siglo XXI y permita recoger las necesidades no siempre explícitas de quienes han estado en barricadas. Esa inclusión social de emergencia que nosotros hemos desatado es un paso táctico en la posibilidad estratégica del diseño de lo que pensamos. Y ese paso estratégico le llamamos una constituyente juvenil, estamos animando una constituyente juvenil en Cali, empezando en nuestro territorio y nuestra identidad. Porque aquí no es una sola Cali; hay muchas Cali: hay una Cali rural, una urbana, una del pacífico; una caleñidad antioqueña, nariñense, caucana; son muchas Cali y tenemos que tratar de encontrarnos en estas Calis.

Hay una caleñidad tradicional de quienes son los propietarios de los ingenios, de quienes son robustos económicamente, quienes son de piel blanca, cabello mono, “sonrisa pepsodent”, está bien, y también entendemos la importancia de que esta Cali sea construida con estos sectores. Si nos diéramos la oportunidad de entendernos en esa diversidad, de entendernos en estas nuevas situaciones de hombres y mujeres podríamos izar una adecuada bandera. Inclusive, existe una caleñidad venezolana, y todo esto se debe recoger e interpretar.

Todo esto tiene que ser la respuesta a este agotador paro que hemos tenido y a tratar de reconciliarnos a partir del paro, entendiéndolo como una oportunidad. Juan Manuel, estamos viviendo un momento único, una pandemia que puso en peligro y al límite nuestras capacidades en el sistema de salud, nuestras capacidades económicas. Estamos viviendo algo que nos ha encerrado durante mucho tiempo y que ha afectado nuestra psiquis, nuestra salud mental. En medio de esa crisis espero tener la capacidad para poder tejer algo que como luz debe ser tejida colectivamente. Espero que esto pueda resultar bien.

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