En memoria de Enrique Dussel: el gran maestro y filósofo latinoamericano de los pobres

En memoria de Enrique Dussel: el gran maestro y filósofo latinoamericano de los pobres

Dussel es el más comprometido representante de la filosofía de la liberación de alcance mundial al servicio de los pobres, excluidos y oprimidos

Por: Pedro León Vega Rodríguez (*)
diciembre 05, 2023
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En memoria de Enrique Dussel: el gran maestro y filósofo latinoamericano de los pobres
Fotografía: Archivo

Enrique Dussel, filósofo, teólogo y doctorado en historia de La Sorbona, de origen argentino, exiliado y nacionalizado en México, falleció el pasado 5 de noviembre, a la edad de 88 años. El mundo y sus muchísimas generaciones de discípulos le rendimos homenaje póstumo.

Pocos pensadores e investigadores más serios, comprometidos, íntegros y coherentes como Enrique Dussel. Deja al mundo un enorme legado como gran intelectual del pensamiento latinoamericano. Su vastísima obra que le valió once doctorados Honoris causa comprende 75 libros, traducidos a más de ocho idiomas, 450 ensayos y cientos de entrevistas, además de consagrar su vida como gran maestro y conferencista en el mundo entero.

Dussel es el más importante, el más comprometido representante y el arquitecto de la filosofía de la liberación, filosofía crítica de alcance mundial al servicio exclusivo de los pobres, los excluidos y los oprimidos, víctimas de cualquier sistema de dominación. Fue también iniciador y representante de la teología de la liberación que surgió en Latinoamérica en los años sesenta. Recibió el premio Frantz Fanon (2009), la Medalla Aristóteles de la UNESCO (2012), el premio al pensamiento crítico (2009) y el premio latinoamericano de ciencias sociales (2022). Estableció diálogo con filósofos como Karl Otto Apel, Jünger Habermas, Gianni Vattimo, Richard Rorty, Aníbal Quijano, Bolívar Echeverría y Manuel Lévinas.

¿Por qué volverse 'estoico' es tan necesario en estos tiempos modernos?

La obra de Dussel se caracteriza por ser fuerte crítica del eurocentrismo, pues considera la cultura europea más un punto de llegada que un punto de partida, haciendo énfasis en la historia y las grandes culturas de la Mesopotamia, China, India, que aparecieron miles de años antes de la Grecia antigua y de la cual se nutre Europa. En ese sentido critica la división de la historia en Edad Antigua, Edad Media y Edad Moderna, la considera sólo un invento del eurocentrismo, porque la Edad Media, dice Dussel, es sólo europea, no China ni árabe, culturas que entonces brillaban con luz propia. Mientras Europa permanecía en el oscurantismo, esas culturas dan impulso a la revolución industrial y los grandes descubrimientos que luego se atribuyeron los europeos como propios, incluidos la imprenta, la pólvora, las armas de fuego y el álgebra. Su obra es también crítica de la modernidad y la colonialidad, que para Dussel son indivisibles porque surgen en un mismo momento histórico: la conquista de América y el sometimiento de sus pueblos.

En respuesta al eurocentrismo escribe una historia universal abarcadora de muy diversas culturas y más antiguas que la Grecia helénica. Y frente a la modernidad/colonialidad desarrolla una crítica llamada trans-modernidad que reinscribe la modernidad desde una perspectiva diferente a la europea, en tanto es una modernidad que destruye la vida. La trans-modernidad constituye el referente de un nuevo proceso civilizatorio. En este proceso asume la postura filosófica denominada el “giro descolonizador” o “giro decolonial” del sur global. Con ese fin, luego de escribir Filosofía de la liberación (1977), continuó la construcción de su sistema filosófico con “Ëtica de la liberación en la Edad de la Globalización y de la Exclusión” (1998), “Política de la liberación- Historia mundial y crítica” (2007) y la obra próxima a publicarse “Estética de la liberación (2023). Completa Dussel así una gran síntesis del pensamiento filosófico decolonial.

Dussel, de gran talla intelectual a nivel mundial, profundamente ilustrado en filosofía, historia, teología y política, es también un eximio lector del pensamiento de Carl Marx, considerándose no un marxista sino un estudioso de su pensamiento, a cuyo análisis le dedica diez años. Hizo una interpretación de su obra muy original, distinta del enfoque europeo y jacobino de la Revolución Francesa, del Marx dogmático del marxismo-leninismo que produjo la distorsión del su pensamiento en los socialismos reales en el siglo XX. A este nuevo Marx lo denomina el Marx desconocido, a partir de la obra madura y póstuma de Marx que encuentra en “Los Grundisse: elementos fundamentales para la crítica de la economía política” (1857-1858), donde Dussel descubre el humanismo semita de Marx, dado que era judío, y revela su pensamiento teológico y mítico, no racionalista, no cartesiano. Dussel reivindica a Marx y lo ratifica como el crítico más importante del orden mundial contemporáneo.

Con ese mismo criterio con el que encuentra en la obra de Marx un dualismo entre su lenguaje teológico y el espíritu racionalista de sus intérpretes occidentales, Dussel analiza también el dualismo humanista del cristianismo en su libro “Humanismo semita-humanismo helénico” (1963). Este dualismo explica la transformación del cristianismo en Europa, al pasar de ser un movimiento de los oprimidos, que comprende al ser humano como comunitario dentro del humanismo semita, a un movimiento que invierte su sentido místico y solidario y se transforma en un proyecto de dominación dentro del humanismo helénico, encarnando un poder mundano como iglesia, como institución religiosa, y olvidando sus raíces, su potencia crítica, política y profética. Esta vieja concepción suya del cristianismo explica bien su activa participación y protagonismo en el movimiento latinoamericano de la teología de la liberación.

Lo más interesante de Dussel es su autenticidad, porque si bien es ante todo un filósofo, es esencialmente un filósofo latinoamericano, con pensamiento propio. Es emocionante oírlo relatar cómo surgió la filosofía latinoamericana, cómo fue que una generación de investigadores en América Latina en la segunda mitad del siglo XX comenzó a producir conocimiento nuevo, nuevas categorías, nuevas epistemologías, cómo el giro descolonizador y la filosofía de la liberación, que permitió su distinción e independencia del pensamiento europeo, en términos de ciencia propia y pensamiento propio.

Según Dussel (2012), a partir de los años sesenta la crisis social y económica golpeó de manera profunda a América Latina. Esto creo fuertes movimientos de resistencia, de protesta social. Pensadores como Sartre, Marcuse, Adorno, Horkheimer, Heidegger, eran estudiados con gran interés por intelectuales y académicos en América Latina. Estos autores analizaban el mundo desde la noción de totalidad o visión globalizada del mundo político, económico, social. Entonces los intelectuales latinoamericanos empezaron a pensar en la globalidad, pero desde la periferia. Así descubrieron, a partir de la ontología Hegeliana y Heideggeriana, que esa totalidad del sistema estaba politizada y era opresora. Así que se interrogaron ¿es posible pensar desde abajo? El peruano Zalazar Bondy (1968) dice ¿Es posible la filosofía desde nuestra América? La respuesta que dieron es la siguiente: si es posible una filosofía pensada desde un mundo dependiente, dominado y explotado, será justamente si se empieza a pensar la explotación, la dominación, la dependencia, el ser periférico y la esperanza de una liberación. Esos son los primeros temas que hay que tratar porque es la experiencia propia del continente, lo que le está sucediendo. Así, poco a poco se fue politizando el discurso filosófico académico, y empezó a surgir una filosofía de la liberación.

Pero fue gracias a la lectura de un judío francés, Emmanuel Lévinas (1906-1995), que descubrieron la categoría de “exterioridad” y pudieron darle fundamento científico a la nueva forma de pensamiento. Sin embargo, Lévinas (1971/2002) plantea el concepto de exterioridad desde una pedagógica carente de política; los intelectuales latinoamericanos, por el contrario, lo interpretan desde el pensamiento de una totalidad opresora. Significa que más allá de la totalidad hay otro que es oprimido (Dussel, 1979:238; 2012).

La categoría cognitiva hermenéutica de exterioridad supuso una enorme fecundidad: comienza a pensarse en lo que se denominó el giro descolonizador: advertirse como colonia y no querer seguir siéndolo. Se piensa una nueva filosofía, una nueva política, una nueva antropología, una nueva sociología y una nueva economía del desarrollo, que fue la gran teoría de la dependencia, totalmente vigente hoy a pesar de sus críticas. Descubrieron una nueva categoría que redefinía todas las demás categorías y esa fue la categoría de exterioridad.

El impacto en la filosofía es el más relevante. Los filósofos toman el tema de la dependencia y dicen: países explotados, por lo tanto, aquí se presenta una injusticia y eso es un problema ético; unos países que explotan a otros, entonces hay también un problema político, y además hay un problema filosófico porque hay que saber desde dónde se piensa; no es lo mismo pensar con Heidegger desde Alemania que con Salazar Bondy desde Perú.

La filosofía de la liberación supera la totalidad racional de Hegel y la totalidad existencial de Heidegger, acusándolos de afirmar la totalidad más allá de la cual está todavía el otro. Dussel no parte de la filosofía para interpretar la cotidianidad, sino que parte de la cotidianidad en dirección a la filosofía para desarrollar un pensar metódico radical. Ese pensar estima que la totalidad opresora es histórica y está vigente.

En una entrevista Dussel dice algo muy interesante, dice que para conocer al otro como otro, sólo es posible mediante la interpelación, no mediante una descripción desde el exterior de ese otro. ¿Quién eres tú? sería la manera adecuada de proceder para conocer, por ejemplo, a un campesino del Catatumbo colombiano, porque yo no puedo llegar a conocerlo si el otro no se me revela, no me dice quién es. Lo que veo del otro es solamente lo que aparece, pero no lo que ese otro está siendo como posibilidad libre y como su propio proyecto. Porque su proyecto, ese su mundo y las posibilidades que se le abren, se le abren a él pero no a mí, y es por eso que debo preguntarle ¿Quién eres tú? y después ¿Cómo te encuentras?, ¿Qué es lo que proyectas? ¿Qué quieres? Y es el campesino, no yo, quien responde qué quiere y qué proyectos tiene; yo no puedo suponer desde fuera, desde Bogotá, qué es lo que el campesino del Catatumbo quiere. Y ¿Por qué se lo pregunto?, porque al ser otro, si el propio campesino no me lo revela nunca lo sabré. Desde mi mundo el otro irrumpe, no como manifestación fenomenológica, sino como una relación de otro mundo. Según Lévinas, dice Dussel, el otro se revela como exterioridad del otro.

Adiós Maestro Enrique Dussel Ambrosini, los latinoamericanos nunca te olvidaremos, honraremos tu memoria siempre.

(*) Magister en Economía Universidad javeriana. Autor de las obras Teoría General dela Violencia Política” (2017), y “Batalla por la Síntesis Histórica” (2020)

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