El mito de que la gente pobre tiene que ser de izquierda

Ser de derecha desde la clase media baja no es traición: es rechazar el paternalismo, defender el orden, la ley y la responsabilidad como vía real de progreso

Por: Orlando Mora Monroy
diciembre 31, 2025
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
El mito de que la gente pobre tiene que ser de izquierda
Foto: Leonel Cordero/Las2orillas

Existe una idea que se repite como dogma: si vienes de la clase media baja, deberías ser de izquierda. Como si el origen social determinara la conciencia política. Como si pensar distinto fuera una traición de clase. Ese argumento, presentado como sensibilidad social, no es más que paternalismo ideológico.

La izquierda necesita que quien nace abajo se quede abajo, al menos mentalmente. Necesita que se asuma como víctima estructural, como sujeto pasivo de injusticias históricas que solo el Estado puede corregir. Por eso incomoda tanto alguien que dice: no quiero que me administren la pobreza; quiero reglas para salir de ella.

Ser de derecha desde la clase media baja no es incoherente. Es, de hecho, profundamente racional. Quien ha vivido la fragilidad del ingreso, la incertidumbre del empleo y el peso del rebusque entiende algo que los discursos universitarios suelen ignorar: el desorden siempre castiga más al que menos tiene. La inflación no golpea al rico. La inseguridad no se siente igual desde un barrio cerrado. La arbitrariedad estatal no se sufre igual cuando se tienen abogados, contactos y tiempo.

Por eso el orden no es una obsesión autoritaria; es una necesidad básica. El orden permite planear, invertir, trabajar y ahorrar. Sin reglas claras no hay movilidad social, solo supervivencia. Y la izquierda latinoamericana ha demostrado una y otra vez que desprecia las reglas cuando estorban su relato. Habla de justicia, pero gobierna con discrecionalidad. Promete derechos, pero entrega subsidios condicionados a lealtad política.

Desde abajo, la experiencia enseña otra cosa: nadie sale adelante esperando redistribución. Se sale adelante creando valor, tomando riesgos, compitiendo y equivocándose. Eso requiere libertad económica, seguridad jurídica y límites claros al poder. Exactamente lo que la derecha democrática defiende y lo que la izquierda suele erosionar en nombre de causas nobles.

La centro-derecha, por su parte, ofrece poco a quien viene de abajo. Administra el sistema sin defenderlo. Acepta el lenguaje de la izquierda, compra su diagnóstico y solo discute la velocidad del cambio. Termina pidiendo disculpas por creer en el mérito y hablando en voz baja de responsabilidad individual. Esa tibieza no protege a nadie; simplemente cede terreno.

Decirle a alguien de clase media baja que “debería ser de izquierda” no es empatía: es clasismo. Es reducir a la persona a su condición económica y negarle autonomía moral. Es decirle: hasta aquí puedes pensar. Curiosamente, eso mismo es lo que la izquierda dice combatir. Pero cuando alguien rompe el molde y rechaza la victimización, la respuesta no es debate, sino descalificación.

La derecha democrática no promete igualdad de resultados. Promete algo más austero y más honesto: igualdad ante la ley. Promete que el Estado no será botín, que las reglas no cambiarán según el gobernante de turno y que el esfuerzo no será penalizado por envidia política. Para quien viene de abajo, eso no es ideología: es esperanza concreta.

No se trata de negar desigualdades reales ni de romantizar el mercado. Se trata de entender que sin instituciones fuertes, sin debido proceso y sin límites al poder, los más débiles quedan expuestos. El abuso siempre encuentra terreno fértil donde la ley es flexible y el discurso moral lo justifica todo.

Ser de derecha desde abajo no es traicionar a nadie. Es rechazar que tu identidad social sea usada como coartada política. Es negarte a vivir en deuda moral permanente. Es exigir que te traten como ciudadano, no como cliente del Estado.

Al final, la pregunta no es de dónde vienes, sino qué tipo de sociedad quieres construir. Algunos eligen la comodidad de la queja. Otros, la incomodidad de la responsabilidad. Desde la clase media baja, esa elección no es ideológica. Es vital.

También le puede interesar:

Anuncios.

Anuncios.

0

Te puede Interesar

Nota Ciudadana
Mesa Sectorial de la Agroindustria del Banano realizó reunión en Urabá

Mesa Sectorial de la Agroindustria del Banano realizó reunión en Urabá

Nota Ciudadana
La guerra entre el ELN y las disidencias de las Farc en el Catatumbo no dio tregua ni en Navidad

La guerra entre el ELN y las disidencias de las Farc en el Catatumbo no dio tregua ni en Navidad

Los comentarios son realizados por los usuarios del portal y no representan la opinión ni el pensamiento de Las2Orillas.CO
Lo invitamos a leer y a debatir de forma respetuosa.
-
comments powered by Disqus