Crónicas de viaje: Pinchote (Santander)

Crónicas de viaje: Pinchote (Santander)

Pinchote en lengua nativa significaba cascada, o lugar de paz. No es de sorprender, pues este lugar es privilegiado con abundancia de afluentes

Por: Douglas Iván Paez Sosa
diciembre 01, 2021
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Crónicas de viaje: Pinchote (Santander)
Foto: Cortesía

Pinchote es una población acogedora que queda a sólo cinco kilómetros de San Gil.

Un pequeño y cómodo autobus, tomado en "La terminalito" de San Gil, rápidamente te ubica en este bello paraje por menos de un dólar.

Es un poblado de alto reconocimiento histórico. Cuna de la mártir y gestora importante, en la revolución de los comuneros y gestas de independencia, María Antonia Santos Plata.

Según testimonio de habitantes, el nombre Pinchote se cree originario de los indios pichinchas quienes resultaron producto de la mezcla entre los indios guanes y los españoles colonos.

Pinchote en lengua nativa significaba cascada, o lugar de paz. No es de sorprender, pues este lugar es privilegiado con abundancia de afluentes. Sus empedradas calles y arquitectura colonial la hacen parecer anclada al pasado.

A 1.200 metros de altitud y con estupendos 24 grados, permite un recorrido fresco y sin prisas por calles levantadas en roca, haciendo aprovechar al visitante, de cada uno de sus espacios, vistas y el trato amable de lugareños.

No son muchas calles. Menos de cinco mil habitantes bien se distribuyen entre las pocas cuadras que circundan el parque principal. De éste último resalto su frondosa ornamentación, su bella fuente esculpida en piedra y de agua natural y una pequeña acogedora estructura redonda central que bien te recibe con un helado, jugo natural o fría cerveza.

Todo el levantamiento de la población gira en torno a su ermita, Parroquia San Antonio de Padua. Frente a esta, el ya mencionado parque.

Y para rematar la estancia en este pintoresco paraje, recomiendo dar gusto a las papilas gustativas, con la explosión de sabores que encontrarás en El mirador de Monserrat.

En mi caso y para saciar mi apetito, ordené un costillar de jugoso cabrito asado en su punto y término exacto. La generosa porción de animal, reposaba todos sus jugos sobre una cama de pipitoria. Y como si todo esto no fuese suficiente, en el lado opuesto del plato, una descomunal porción de yuca blanca, harinosa y fresca, sería testigo y parte de la exquisita ingesta.

La vista inmensa y amplia que desde este exquisito restaurante pude disfrutar, y la tranquilidad que todo el entorno de Pinchote despierta, guardaré con celo en mis recuerdos.

Pinchote, fui a tus lares con el deseo de conocer una población más, de este bello y montañoso Santander. Y regresé con la satisfacción de haber pasado un momento de esparcimiento, deleite gastronómico y aprendizaje histórico.

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