Chispitas Mariposas y su final por una decisión de Antanas Mockus

Chispitas Mariposas y su final por una decisión de Antanas Mockus

Las varas de luces, producidas en Santander, que no faltaban el día de las velitas, empezaron a apagarse cuando hace 15 años el alcalde de Bogotá prohibió la pólvora

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diciembre 07, 2017
Chispitas Mariposas y su final por una decisión de Antanas Mockus

Los 135 quemados que reportó Bogotá entre el 24 y el 31 de diciembre del 2000 terminaron de sepultar a la centenaria empresa Mariposa de Floridablanca Santander. En la década del ochenta, en su apogeo,  después de sacar este jingle que puso a cantar a todo el país y que aún recuerdan tantas personas

Chispitas Mariposas vendía unos 12 millones de unidades cada diciembre. Era una pólvora que cualquier niño podía manipular a su antojo.  Desde su creación en el municipio de Charalá, en marzo de 1899, la compañía fundada por el patriarca de la familia Leopoldo Núñez Ortiz y cuyo primer nombre fue Polvorita. Poco tiempo después se trasladaron a Bogotá pero el gran salto lo consiguen casi medio siglo después cuando, al regresar a su lugar de origen, se inventan una barra de pólvora rugosa pegada a un hierro delgado que al contacto con el fuego explotaba una lluvia de chispas. Cada sobre tenía seis barras y su precio costaba apenas 20 centavos.

El apogeo de la fábrica fue en la década del ochenta cuando se trasladan a Floridablanca, Santander, a una finca cerca de El Palmar. Allí cientos de campesinos de la zona atestaban sus burros con carbón vegetal, que era el material usado como combustible no solo de las chispitas sino de los voladores, los tumbarranchos, los volcanes que le ponían el color a la navidad. Casi casa en Colombia, después del 7 de diciembre, la noche en donde según la tradición católica el arcángel Gabriel anuncia a María que está embarazada de Jesús, las casas colombianas se atestaban de pólvora. El espectáculo se extendía aún más a partir de las misas de aguinaldo de madrugada, que se realizan entre el 16 y el 24 de diciembre. Las ventas eran incalculables.

Mariposa en los ochenta llegó a ser una empresa tan próspera que la producción se hacía en 20 salas distintas, ubicadas estratégicamente y acondicionadas para evitar cualquier tipo de accidentalidad. Nunca se trabajaba de noche para evitar cualquier contratiempo. Los ingredientes de los juguetes pirotécnicos  tienen su tono real solo con la luz del sol. Además evitar cualquier tipo de calentamiento efectuado por bombillos o por cualquier otro artefacto eléctrico era fundamental para evitar una explosión.

En 1990, envalentonados con las ventas, se trasladan a Bucaramanga donde construyeron, siguiendo las pautas que tenían las grandes fábricas de pólvora de España, se construyó una sofisticada planta para la producción de los fuegos artificiales.

Aún se recuerdan en las grandes ciudades, a principios de la década del setenta, como la feria de la pólvora se tomaban lotes extensos como canchas de fútbol. Los niños, entusiasmados, salían con voladores y saltapericos. Se creía ingenuamente que las campañas radiales para prevenir accidentes y obligar a que fueran los adultos los que manipularan la pólvora. Pero la cifra de 204 niños quemados en diciembre de 1995 empezó a cerrar las posibilidades de tantas fábricas de pólvora. La llegada de Antanas Mockus a la alcaldía de Bogotá, y sus efectivas campañas didácticas, fueron el peor enemigo de la fábrica.

Un año después se prohibió en la capital la fabricación, el almacenamientos y el transporte de cualquier tipo de artículos pirotécnicos.  La campaña funcionó: de los 204 quemados en el 95 se pasó a la tercera parte, 77, en el 96. La gente simplemente empezó a pensar que comprar pólvora era quemar la plata. En el 2000 la quiebra de la empresa se hizo palpable. De los 300 empleados tan sólo quedaron 80, la mitad de ellos trabajando apenas cuatro horas. Otras ciudades del país siguieron el ejemplo mockusiano y la producción de Mariposa cayó en un ochenta por ciento. En el 2001 registraron pérdidas por $2.000 millones de pesos. La empresa la vendieron en el 2002 y se trasladaron a unas instalaciones en el sitio Valle Bonito en el kilómero cuatro de la autopista Floridablanca-Piedecuesta. Hoy en día conseguir Chispitas Mariposas es prácticamente imposible. Se pueden encontrar en Mercadolibre una docena de cajitas en 18 mil pesos o conseguir proveedores en internet. Ya nadie las compra. Mariposa sigue funcionando pero solo vende o hace espectáculos para matrimonios, bautizos y grados. Los diciembres, sin chispitas mariposas, ya no serán los mismos.

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