Vuelve Héctor Rojas Herazo con su novela “En noviembre llega al arzobispo”

Vuelve Héctor Rojas Herazo con su novela “En noviembre llega al arzobispo”

La obra cumbre del escritor, poeta, pintor y periodista tolueño, editada por la Universidad de Antioquia, uno de los atractivos de la FilBo 2022

Por: Eduardo Yáñez Canal
abril 25, 2022
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Vuelve Héctor Rojas Herazo con su novela “En noviembre llega al arzobispo”
Foto: Zona Cero / Héctor Rojas Herazo, escritor, poeta, pintor, ensayista y periodista oriundo de Santiago de Tolú, Sucre

La Ciudad del Libro, así, con mayúsculas, está de plácemes. En la sede de Corferias, en el barrio El Recuerdo, después de dos años de virtualidad, la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo) llegó de cuerpo presente. Un acontecimiento esperado por los amantes de la lectura y la escritura en toda la extensión de las palabras. No solamente para verse, abrazarse y compartir, sino para disfrutar a plenitud de un evento que muestra la pujanza de siempre.

Cuando la nostalgia se imponía, volvimos a sentir el placer de la nueva realidad. En la Ciudad del Libro existe ahora la ocasión de reconocernos en un escenario (pequeño en extensión, pero grande en imaginación) donde temas, géneros, ofertas, ruedas de negocios, espectáculos artísticos y musicales se toman una programación que responde a múltiples inquietudes.

No se trata solo de autores novedosos, hechos insólitos o propuestas relacionadas con la literatura, filosofía, economía, matemáticas, física y otras disciplinas, sino de momentos para reencontrarnos con viejos autores y libros que marcaron un derrotero especial en la historia cultural. Se trata de textos que representan la oportunidad para que las nuevas generaciones entiendan el placer de la lectura hecha memoria.

Es el caso del regreso de Héctor Rojas Herazo a las librerías, oportunidad para recordarlo después de veinte años de su última publicación. En este caso, de su obra más importante: “En noviembre llega el arzobispo”, editada por la Universidad de Antioquia. Se trata, sin lugar a dudas, de un autor que marcó un hito importante en el arte colombiano. Como lo explica Felipe Agudelo Tenorio, escritor que se ha esforzado en analizar la obra de Rojas Herazo: “siempre me quedo corto al hablar de él por la vastedad de su obra”.

Foto: Jorge Orjuela Cobos / Edición de la máxima novela de Rojas Herazo, editada por la Universidad de Antioquia.

¿Quién fue Rojas Herazo? Poeta, novelista, pintor, ensayista y periodista nacido el 12 de agosto de 1921 en Tolú y fallecido en Bogotá el 11 de abril de 2002. Empezó la carrera periodística en diarios como El Relator de Cali, El Universal de Cartagena (donde compartió con Gabriel García Márquez), La Prensa y El Heraldo de Barranquilla. Luego desarrolló un oficio literario innovador sustentado en títulos como Respirando el verano, Celia se pudre, Rostro en la soledad, Las úlceras de Adán, Agresión de las formas contrarias y Vigilia de las lámparas. Pero, sobre todo, con En noviembre llega el Arzobispo, la sacó del estadio.

En este libro, el autor costeño narra la vida de un pueblo –Cedrón–, que permitió identificar la vida de la sociedad colombiana. En esta historia, el pueblo es el protagonista humanizándose a través de las historias de sus personajes. Como bien lo explica, el ya citado Agudelo Tenorio, Rojas Herazo destruye lo tradicional al apelar a la fragmentación con espacios en blanco y el uso de los silencios. Ejemplo claro y rotundo de lo que debe ser la poesía en la narración.

  • ¿Fue precursor con la técnica de los fragmentos?
  • Creería que sí. Aunque hoy se apela mucho a esta técnica literaria, lo novedoso en esta obra es que cada pieza es completa en sí misma, no como autores que utilizan los fragmentos para seguir desarrollando su relato. Aunque tienen unidad global, en Rojas Herazo cada fragmento deja suelto al personaje o a los hechos y, luego, toma otra pieza autónoma e independiente en el proceso narrativo.

Un texto que narra su infancia con la cadencia de la conversación, paisajes y rumores del cuerpo, entre otros elementos. Por ejemplo, al recordar a la abuela quien decía que ella era su casa y, al morir, la casa se derrumbó. Cualquier parecido con la película “Encanto”, donde aquella es la protagonista de la historia, podría no ser mera coincidencia.

Felipe Agudelo Tenorio reconoce las influencias de la obra de Rojas Herazo con relatos alrededor del Kama Sutra, películas de prostitutas, libros de William Faulkner, cuentos de Búfalo Bill, sirenas de los barcos, sueños, casas arruinadas, autores y caballos que desaparecen en la curva del camino. Además, la peluca de Robespierre, desfiles patrióticos, Homero, Dostoievski, el olor de los almendros y pasillos de los colegios.

Rojas Herazo –continúa el analista mencionado– hizo un traslape con los sentidos y con los olores se afincó en su terruño, pero dándose cuenta que era universal. No tenía pudor con el cuerpo, pero el erotismo no era fundamental en su obra aunque lo toca con gran crudeza. Como los grandes escritores, se detiene en lo local, pero lo proyecta al mundo con una visión que tipifica al ser humano de todas las latitudes. Precisamente, su obra fue traducida al inglés, francés, ruso y alemán

Otro aspecto clave en la obra del autor de “En noviembre llega el arzobispo” es su estilo al que reconocía como una de las formas más altas del sufrimiento. Fue un escritor improvisado por la vida pero comprometido con la perfección literaria. “No descansaba hasta encontrar la palabra justa. Hombre voraz, pantagruélico y con muchos amigos, su obra fue un rompecabezas donde se notó la influencia del brasileño Guimaraes Rosa. Yo calificaría a Rojas Herazo como escritor de un lenguaje extraordinario con discretas metáforas”, afirma el poeta y narrador Juan Manuel Roca.

En síntesis, habría mucho que decir de la obra cumbre de Rojas Herazo. Sin embargo, lo mejor será leer su libro para empaparse de textos que lo ubican como precursor del boom literario latinoamericano (este libro fue publicado por primera vez en 1962), el cual se desarrolló plenamente a partir de la década de los setenta, como afirma el escritor José Luis Díaz Granados.

  • ¿Por qué el título del libro? Es la pregunta final que responde la editora Daniela Londoño:
  • Porque noviembre es el mes de los muertos. Y Leocadio Mendieta, tal vez el personaje más relevante, intuyó en ese mes que moriría. En síntesis, sintió una “funesta alegría al saber que iba a morir”.

 

 

 

 

 

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