Los crueles caucheros del Putumayo y la vigencia de 'El sueño del celta' de Vargas Llosa

Los crueles caucheros del Putumayo y la vigencia de 'El sueño del celta' de Vargas Llosa

Lo que actualmente ocurre en las selvas de la Amazonía y del Chocó recuerda la tragedia vivida por muchos hace ya un largo tiempo

Por: Leandro Felipe Solarte Nates
julio 30, 2020
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Los crueles caucheros del Putumayo y la vigencia de 'El sueño del celta' de Vargas Llosa

En La Vorágine, el huilense José Eustacio Rivera poéticamente había narrado la locura y crueldad, atrapando en la manigua a quienes van desde las ciudades tras el espejismo del dorado, representado en el caucho.

En 1920, estaban frescas las atrocidades de los caucheros, noveladas, en medio del embrujamiento causado por la selva en Arturo Cova, enredado en sus delirantes y enmaniguados amores con Alicia.

Casi un siglo después, la conquista del Putumayo y la Amazonia limítrofe con el Perú, emprendida a inicios del siglo XX por caucheros colombianos y la Casa Arana, es detallada con la fluidez, amenidad, abundancia de datos y contextos históricos, que ayudados a recopilar por varios investigadores, suele desplegar en sus novelas, el nobel peruano, Mario Vargas Llosa, llevando el hilo narrativo de la mano de Roger Casement, un personaje de la vida real: irlandés, romántico, soñador y homosexual clandestino, que con secuelas de malaria y artritis, encerrado en una cárcel inglesa, reconstruye su vida, desde que intentando imitar al médico evangelizador Livingstone, y después como representante de la corona británica, antes de llegar al Putumayo, conoció increíbles horrores y barbarie motivados por la codicia, cuando estuvo en el Congo, en 1885, país "regalado" por las potencias, al emperador Leopoldo II de Bélgica, a cambio de alejase de Alemania que con su poder militar y acelerado crecimiento amenazaba al Reino Unido y a Francia.

Este ambicioso rey, en su “hacienda”, de dos y medio millones de kilómetros cuadrados, por medio de sus despiadados capataces y mercenarios, sometió a punta de látigos de piel de hipopótamo, armas de fuego, mutilaciones de manos, penes, y otros castigos similares, a los “salvajes” de tribus africanas, que no podían cumplir con exageradas cuotas de látex, marfil, pieles y otras riquezas apetecidas, por el consumista capitalismo emergente de Europa y Estados Unidos, urgidos de llantas para los novedosos vehículos.

El papel de testigo documentalista, que hiciera Casement, desenmascarando ante nacientes organizaciones pro derechos humanos y periódicos de Inglaterra, Europa y Estados Unidos, los crímenes y abusos cometidos en el Congo africano, por monstruos al servicio de esclavista, recientemente derribado de su estatua, emperador belga, le sirven de carta de presentación, para que en 1910, la corona británica lo envíe al Putumayo limítrofe entre Colombia y Perú, a confirmar o descartar rumores sobre la esclavitud e innumerables crímenes, que hombres al servicio de la Casa Arana, cotizante en la bolsa de Londres, cometieron contra huitotos y otras tribus atrapadas en sus "correrías" armadas, para obligarlos a extraer elevadas cuotas de látex de caucho, so pena de horrendos castigos, mutilaciones físicas y ver asesinar a sus mujeres e hijos.

Conociendo la rapiña angurrienta a que someten territorios y pueblos indígenas del África y el Amazonas, a los que blancos, mestizos y "racionales", esclavizan bajo excusa de “sacarlos de la barbarie para civilizarlos en el progreso”, Roger Casement, el romántico, descubre que su nativa Irlanda, la lengua gaélica y pasado de mitos y leyendas del pueblo Celta, también fue destruida y colonizada a sangre y fuego, por ingleses con la excusa de: “evangelizarlos y alejarlos del paganismo”, y toma conciencia, que debe unirse a guerrillas del Sinn Fein, quienes clandestinamente luchan por independizarse y durante la Primera Guerra Mundial, deciden apoyar a Alemania, yéndose contra del Reino Unido, que al develar la "traición" de Casement, lo detiene como uno de los principales líderes de la rebelión; y mientras está en la cárcel, esperando clemencia o confirmación de la pena muerte en la horca, en las noches tras las rejas, recuerda su pasado en el África y el Putumayo.

La vigencia de El sueño del Celta, que en internet se puede descargar gratuitamente en PDF, se manifiesta cuando en la Amazonia y selvas del Chocó vemos lo que sucede a diario con pueblos indígenas como los nukaks, emberas y otros, desplazados violentamente de sus territorios, y mientras abusan de sus mujeres, a sobrevivientes del desarraigo, con sueldos miserables, los vinculan a sembrar y procesar coca, mientras los invasores extraen maderas, minerales, incendian las selvas para instalar: ganaderías, cultivos de palma africana, caña de azúcar, extraer petróleo, entre otros proyectos.

Al igual que hace un siglo, cuando el Estado no llegaba a esos territorios y la Casa Arana pagaba sueldos y jugosas comisiones a escasos funcionarios y fuerzas armadas del gobierno, en el siglo XXI, éste sigue siendo un figurín de bandera, escudo e himno, con su amasijo de leyes que “se obedecen pero no se cumplen”; y con funcionarios, autoridades y jueces al servicio del despojo de territorios y formas propias de vida, que durante siglos desarrollaron comunidades que convivieron ecológicamente con la selva sin destruirla; y que desgraciadamente, son víctimas de masacres, violaciones, desarraigo y asesinatos impunes de sus líderes… tropelías agenciadas a nombre de la “Civilización y el Progreso”, por colonos desplazados, diversas guerrillas y paramilitares reciclados, y hasta las fuerzas armadas, disputándose los territorios, abriéndole trocha a narco-hacendados-ganaderos-caballistas, cultivadores de palma africana, etcétera, ligados a la parapolítica, que comprándolos a precios irrisorios, o por medio de sus cuadrillas armadas desplazando a los colonos: los cerquen con alambre de púas y organicen las nuevas haciendas de miles de hectáreas, que serán legalizadas gracias a sus influenciasen el alto gobierno y con la complicidad de notarios y registradores de instrumentos públicos, mientras boicotean la Reforma Agraria Integral.

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