Los años en los que Laura Acuña tenía que juntar monedas para andar en bus

Los años en los que Laura Acuña tenía que juntar monedas para andar en bus

Su papá, un fotógrafo de cédulas, y mamá, ama de casa, estuvieron acosados por las deudas, pero Laura siempre la niña mimada aunque no tenía castillo

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noviembre 04, 2022
Los años en los que Laura Acuña tenía que juntar monedas para andar en bus

Laura Yaneth nunca sintió tanto miedo como el día en el que regresó a su casa y se encontró en la sala con un ejército de policías, bomberos y párrocos de la iglesia. Vio a su mamá, doña Yolanda, destrozada e inconsolable tomando una aromática para los nervios. En ese momento entendió que no había sido buena idea irse a donde una amiga sin pedir permiso. No era la primera vez que hacía sufrir a sus papás con una de sus tantas travesuras. El regaño de su papá incluyó correazos. En ese momento era una estudiante de Nuestra Señora del Pilar, el colegio femenino más prestigioso de Bucaramanga, sus papás querían que asistiera a los mejores colegios a pesar de que el dinero no abundaba y luchaban para llegar a fin de mes sin deudas.

Laura Acuña (izq.) se graduó del colegio de monjas Nuestra Señora del Pilar

Germán Acuña y Yolanda Ayala se casaron cuando él tenía 17 años y ella era cuatro años menor que él. Los papás de Yolanda, la niña bien y juiciosa, pusieron el grito en el cielo cuando se enteraron que se había escapado de la casa para irse con el hippie mechudo del barrio. Inexpertos y sin trabajo, la luna de miel les duró poco cuando Yolanda quedó embarazada de Ricardo y luego de Elizabeth y no tuvieron más opción que irse a vivir donde los papás de Germán quien aceptó el primer trabajo que le salió: ser fotógrafo para tarjetas de identidad y cédula de ciudadanía en una Registraduría.

El joven matrimonio luchaba en el día para estudiar de noche en la universidad nocturna aspirando a graduarse de un técnico. Con los años Germán Acuña pasó de fotógrafo a registrador encargado del pueblo Rio Negro y ya más acomodados llegaría el nacimiento de su hija: Laura Janeth. Compraron una casa propia en un cómodo barrio de Bucaramanga con la Unidad de Poder Adquisitivo Constante (Upac), un plan de financiación que en esa época se utilizaba para calcular el costo de las viviendas y aunque se hacía un préstamo se terminaba pagando el triple. El Upac fue un mal negocio y Germán Acuña terminó endeudado hasta el cuello y se vio obligado a arrendar la casita que había comprado para pagar así poder pagar las cuotas y mudarse a Girón, un pueblito cerca a Bucaramanga donde la vida era menos costosa. No perdieron la casa, pero los hermanos Acuña no tuvieron más remedio que ponerse a trabajar para aportar. La única que se salvó fue Laura Yaneth quien era la menor además de la consentida de la casa.

Laura Janeth era la hija consentida y se salvó de trabajar cuando quedaron en la quiebra 

Si algo le enseñó Germán Acuña a su hija fue la seguridad, la misma que la acompañaría hasta la cúspide del entretenimiento de la televisión colombiana. Laura Acuña recuerda como a desde los 7 años, amigas tocaban la puerta de su casa para ponerle quejas a su papá de ella, pero solo bastaba con asegurarle de que no era cierto para que él le respondiera con un “Tranquila hija, yo te creo”. Hoy, Laura Acuña con 40 años comprende esas palabras, la gente puede contarle lo que sea, que él siempre estaría de su lado.

Cuando se graduó del colegio, Laura Acuña se inscribió en Derecho en la universidad Autónoma de Bucaramanga, una decisión que no cayó bien en la familia que sabía lo vaga que era para el estudio y sabían que no sería buena idea escoger una carrera tan exigente. Su mamá le recomendó estudiar comunicación social aprovechando que en el colegio era la que se encargaba del periódico de las monjas, los desfiles de moda y los jeans day. Pero solo bastó con una pataleta de Laura Acuña para convencer a su papá de que quería estudiar Derecho, si o sí. No llegó al tercer semestre de la carrera, la dejó cuando le salió una chanfa como presentadora en Televisión Regional del Oriente. Nunca recibió un regaño, Germán Acuña no se podía sentir más orgulloso de ver a su hija consentida en televisión nacional.

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Pedrito Silva, el peluquero más famoso de Bucaramanga y un gran amigo de Laura Acuña, le recomendó que se fuera a Bogotá a probar suerte y le presentó un contacto que tenía en el Canal RCN. Días después ya estaba en el canal donde le ofrecieron que hiciera un casting para una novela, pero actuar no era lo de ella. Terminó haciendo un casting para presentar el programa Fuera de Lugar que se transmitía a las doce de la madrugada, un horario que no era para precisamente para darse a conocer. Leer tanto en las materias de derecho le sirvió para captar rápido lo que leía en el teleprompter. Sin embargo, el audio del casting no quedó grabado y le tocó repetirlo. A pesar del percance, el lunes ya era presentadora de RCN. No pasó mucho para que la pasaran a Muy Buenos Días.

Laura Acuña se casó a las 21 años con Camilo Montoya, mayo

Si de algo se arrepiente Laura Acuña es haberse casado tan joven, cometiendo los mismos errores de sus papás. Conoció a Camilo Montoya cuando solo tenía 21 años, era mucho mayor que ella y con más cancha. Era 2004, la bumanguesa comenzaba su carrera en RCN y conoció al presentador de Caracol en Cartagena, solo les bastó siete meses para dar el sí y casarse por lo alto en una ceremonia a la que asistió toda la farándula colombiana. Germán Acuña llevó a su hija al altar. No pasó mucho para que los rumores de divorcio se ventilaran en titulares de prensa con numerosas versiones de la separación. Se decía que Montoya le pegaba a la presentadora y por eso habían terminado, así como de que hubo una posible infidelidad.

No pasó mucho para que Laura Janeth le presentara a su nueva conquista a su papá quien era su mayor confidente. José Gaviria era un productor musical y jurado del Factor X, con quien sostuvo una relación que se convirtió en objeto de comidillas de las revistas de farándula, ya que muchos aseguraron que esta había nacido justo cuando Laura era pareja de Montoya. Después de tres años de ires y venires fue José Gaviria quien le dijo adiós a la presentadora.

En medio de su despecho, Acuña acudió a los brazos del empresario joyero Rodrigo Kling, que había conocido, un año atrás, en la inauguración de una de sus joyerías Bauer y que se convirtió en uno de sus mejores amigos. Pero no fue hasta junio del 2010 que contrajeron matrimonio en Miami. Germán Acuña llevó a su hija por segunda vez al altar y fue el padre Chucho quien dio la ceremonia.

Buscando formar un hogar, compraron una casa en La Calera en Bogotá, en un lujoso condominio privado y luego se propusieron a tener hijos. Pero Laura no corrió con suerte y luchó durante más de tres años por quedar embarazada. Lloraba todos los días, lo que la llevó a que su matrimonio tambaleara, por lo que incluso, le sugirió a su esposo adoptar o divorciarse, según lo comentó la presentadora a Vicky Dávila en W Radio.  Pero no fue hasta 2017 cuando logró su cometido: tener a su primogénita Helena. Un año después llegaría Nicolás, su segundo hijo. Laura Acuña hizo sentir orgulloso a su papá cuando por fin se graduó de la carrera de Derecho en 2018, la promesa no había sido en vano.

Germán Acuña es la persona en la que la presentadora más confía

Aunque se hablan de un posible divorcio, Germán Acuña le aconseja a su hija que haga oídos sordos a las críticas. Fue él quien le recomendó darse un nuevo aire en la televisión cambiando de canal, este consejo bastó para que renunciara a Muy buenos días y se potenciara en Caracol. Tenía razón su papá, La Voz Senior, que acaba de terminar grabaciones impulsó aún más su carrera al ser el programa más visto del Prime Time de la televisión.

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