¿Estado colombiano, garante de vida?

¿Estado colombiano, garante de vida?

Una mirada a raíz de los más recientes sucesos que han sacudido al país

Por: Gloria Pineda Méndez
diciembre 03, 2019
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¿Estado colombiano, garante de vida?
Foto: Nelson Cárdenas

Estos días has sido muy intensos no solo por los sucesos que han ocurrido a lo largo del país y en las principales ciudades de Colombia, por la informaciones que se han centrado alrededor de los mismos, sino también porque todo ello se junta de manera desordenada en la mente, en el cuerpo y el alma de los que participamos, directa o indirectamente.

Pero son dos hechos los que suscitan un esfuerzo por ordenar un poco todo esto en mí, la muerte de dos jóvenes, dos muertes en principio diferentes, pero a la larga generadas por las mismas circunstancias.

El primer caso, en el que centraré mi reflexión y que a su vez fue el segundo del que se supo, pero en el que menos ha estado puesta la atención, quizás porque despierta menos pasiones o sentimientos de solidaridad, a la vista de los medios, o porque la atención ya estaba centrada en la noticia de la muerte de Dilan Cruz Medina, es el del joven soldado Brandon Cely Páez quien, según parece, se suicidó después de haber expresado su apoyo al paro nacional iniciado el 21 de noviembre y a la participación de los estudiantes en el mismo.

Creo que son tres los motivos que suscitan su muerte: el espíritu romántico del joven, la falta de desarrollo de su pensamiento y el abandono del Estado y de la sociedad. Las tres están en lo profundo de la realidad nacional y de la educación pública de nuestro país. Una educación que seguramente le dio alas para querer volar, pero que no le enseñó a utilizarlas.

Fue un romántico que tuvo el sueño de lograr ser alguien y no una mera cifra, que se permitió soñar con servir a través de la medicina, una manera que no pocos jóvenes ven como la posibilidad más directa de ayudar a otros, salvándoles la vida. Romántico porque además creyó en la posibilidad de un mundo mejor, porque se atrevió a expresar esos sueños, aún cuando él mismo lo sabía, no le estaba permitido hacerlo en su condición de soldado. Un romántico a quien la educación pública, como está planteada en este país, no le permitió alcanzar el otro componente de equilibrio y salvación de su propia existencia: el desarrollo de procesos de pensamiento, los cuales se deben formar en la educación básica y se deben alcanzar con mayor plenitud en la educación superior. Esta falta de desarrollo del pensamiento, que la básica no le dio debidamente (tenía ya 21 años) y que nunca conoció de la universidad (aunque era técnico en sistemas y auxiliar de enfermería) no le permitió ver una salida diferente, no se le ocurrió que podía buscar ayuda o que alguien pudiera brindársela, claro que también parece ser cierto que poco ayuda tuvo alguna vez; pero incluso en esa encrucijada que vivía hubiera podido pensar y saber que también él era sujeto de derechos y que alguien debería ayudarlo a encontrar una salida. ¿Acaso no es esa la misma causa de que otros de sus compañeros soldados se atrevieran a acusarlo de disociador?

Y así, es imposible no ver en la cadena de causas de su suicidio, la realidad de abandono y de profunda ausencia del Estado como garante de la vida digna de sus ciudadanos, de su educación, una educación que debería ser ofrecida en las mejores circunstancias, ya como humanidad hemos visto cómo sí puede contribuir a tener sociedades más humanas e inteligentes. Se encontró profundamente solo e impotente frente a la exclusión de que era objeto (concibió desertar del ejército), a la imposibilidad, incluso, de denunciar fallas en el sistema de salud de los soldados a quienes veía como muchos idealisticamente los concebimos, servidores de Colombia. Desgarradoramente solo y sin posibilidades de defender siquiera el primero de los derechos, su propia existencia.

Estos ejemplos, porque el de Dilan es susceptible de análisis similar, ¿no nos revelan a gran escala la responsabilidad del Estado colombiano y la de sus gobiernos en el estado actual de las cosas en este país?                                

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