El segundo tiempo de Carlos Julio Ardila

El segundo tiempo de Carlos Julio Ardila

Heredero del emporio económico construido por su padre Carlos Ardila Lülle, a sus casi 60 años hizo un corte en su vida y se trasladó a vivir a Cartagena donde se ha convertido en un mecenas cultural

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mayo 11, 2014
El segundo tiempo de Carlos Julio Ardila

Pudo haber hecho del dinero más dinero. Comprar obras de arte y mantenerlas expuestas en las paredes de su casa colonial en Cartagena para que se valorizaran  más o podría fácilmente abrir otra arista de los negocios del emporio familiar. Sin embargo, y sin abandonar las juntas directivas, especialmente las de los medios de comunicación del canal RCN y la emisora radial, Carlos Julio Ardila resolvió trasladarse a vivir buena parte del tiempo en su casa en la Plaza de Bolívar en el Centro histórico y apoyar desde allí iniciativas sociales y culturales. No hay gestor cultural que no toque las puertas de Ardila y no hay iniciativa social en Cartagena que no tenga el sello de la Organización Empresarial Ardila Lülle. Y quien quiera algún apoyo del orden nacional, tiene que tomar el avión y convencerlo caminando por la ciudad amurallada.

Carlos Julio Ardila Gaviria es el mayor de los cuatro hermanos Antonio José, María Emma y María Eugenia. Hijos de Carlos Ardila Lülle con la señora Eugenia Gaviria,  dueño de una de las cinco fortunas individuales más grandes del país, con un patrimonio que asciende a los 6.000 millones de dólares según Forbes.

La presencia de Carlos Julio se ha ido sintiendo en Cartagena. Logró toda que Colombia pudiera disfrutar de la altísima calidad del Festival Internacional de música clásica gracias a la trasmisión en directo de los conciertos por el canal RCN en alianza con Señal Colombia. Los jóvenes de los barrios marginados como Mandela, el Pozón y Fredonia han podido acceder a la llamada música culta por la extensión del Festival a los sectores populares más allá del Teatro Adolfo Mejía, la  Plaza San Pedro, Auditorio Getsemaní y de exclusivos recintos como el de la Capilla del Hotel Sofitel Santa Clara, entre otros.

Igual ha sucedido con el encuentro de las letras, el Hay Festival que también Ardila Lülle y otros patrocinadores han querido que trascienda las murallas del centro histórico. Como también con las películas que se proyectan en el Festival Internacional de Cine de Cartagena liderado por años por Salvo Basile;  un evento de puertas abiertas.

Lo suyo no es el protagonismo ni la elocuencia en las reuniones; su conocida timidez, desde los tiempos escolares en el colegio San Ignacio en Medellín, la esconde con su barba poblada y canosa. Una timidez puesta aprueba desde sus estudios de Administración y Finanzas en Georgetown University en Estados Unidos o  en su especialización en Economía en la Universidad de Miami, donde además aprendió a escuchar. Carlos Julio escucha con atención y sí se entusiasma, se compromete y apoya.

A mediados de 1996  regresó a vivir a Colombia después de años de permanecer en Nueva York y su primer gran proyecto fue asumir el montaje, desde ceros, del canal RCN que se estrenó el 7 de agosto  de 1998, con la posesión de Andrés  Pastrana, casualmente muy cercano a él. Después de un año intenso de trabajo en las decisiones claves que le permitirían al canal volar, asumió el cargo de Embajador en España desde agosto de 1998 y hasta el 2001.

El traslado a Cartagena, ad portas de cumplir los sesenta años, no deja de ser entendido como un quiebre en su vida. Tal vez una búsqueda oculta de realización en un entorno pequeño en el que sus decisiones afectan e influyen en la vida de toda una ciudad.

Últimamente se le metió de lleno a posibilitar la realización de la primera Bienal Internacional  de Arte  Contemporáneo de Cartagena de Indias –Biaci- que permitió descubrir a través de la exposición de obras de  arte modernas en patios escondidos, edificios y escuelas abandonadas, logrando convocar desde el 7 de febrero durante dos meses y además a artistas internacionales de la talla de Jenny Marketou, Yoko Ono y del  colombiano Óscar Murillo. Carlos Julio Ardila y la reconocida galerista colombiana Nohora Haime, quien aprovechó su experiencia de cuarenta años en Nueva York quien fundó la galería NH en Cartagena, son el alma de la Bienal.

CarlosJulioArdila-Interna

La Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano también ha estado en su mira para apoyar iniciativas como la publicación y difusión del libro de los textos periodísticos de Gabo en edición de lujo. Y gracias a su apoyo la Fundación superó un momento difícil económicamente para continuar con su tarea de formación de periodistas. Apoya otros eventos como el Concurso de Cuento en alianza con el Ministerio de Educación o el Concurso de Ajedrez de Cartagena.

Los hermanos Ardila rotan en las distintas juntas directivas de alguna de las 50 empresas que poseen en el sector  de comunicaciones, azucarero, de gaseosas, industriales  o entretenimiento.  Carlos Julio los conoce todos, pero no se olvida del arte.

Su pasión por Cartagena lo ha llevado a  participar indirectamente en procesos políticos locales. A pesar de la filiación conservadora  de su familia, apoyó al fallecido alcalde, el locutor radial  Campo Elías Terán, a quien había conocido en las cabinas de RCN y luego al actual burgomaestre Dionisio Vélez, quien busca encontrarle salida a una ciudad caracterizada por una de las mayores desigualdades sociales del país.

Siempre lleva colgada una discreta cadena de oro que se insinúa a través de la guayabera blanca de lino que siempre viste en Cartagena. Este hombre que decidió darle un nuevo sentido al poder, al dinero y ayudar a mejorar la vida cotidiana de una ciudad que lo ha adoptado y donde se siente mejor que en los restaurantes y los cócteles bogotanos o en las calles anónimas de Nueva York.

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