Bienvenidos al saqueo de la verdad, donde no importan los hechos sino las pasiones

Bienvenidos al saqueo de la verdad, donde no importan los hechos sino las pasiones

Este asalto produce oleadas de populismo y fundamentalismo anteponiéndose al debate razonado, sustituyendo el conocimiento por la 'sabiduría de la turba'. 

Por: ismael suárez_córdoba -
febrero 01, 2022
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Bienvenidos al saqueo de la verdad, donde no importan los hechos sino las pasiones
Foto: Archivo

Dos de los regímenes dictatoriales y totalitarios más atroces de la historia de la humanidad subieron al poder en el siglo pasado (estalinismo 1922 - 1953 y nazismo 1933 - 1945).

Ambos se afianzaron sobre la violación y el saqueo de la verdad y sobre la premisa de que el cinismo, el hastío y el miedo suelen volver a la gente susceptible a las mentiras y a las falsas promesas de unos líderes políticos empecinados en el poder absoluto.

Siendo «el sujeto ideal para un gobierno totalitario, el individuo para quien la distinción entre hechos y ficción (es decir la realidad de la experiencia) y la distinción entre lo verdadero y lo falso (es decir los estándares del pensamiento) han dejado de existir» (Hannah Arendt - Los orígenes del totalitarismo 1951).

Espejos que reflejan el paisaje político y cultural del mundo de hoy, en el que las noticias falsas y las mentiras se propagan gracias a las redes sociales, que las emiten en cantidades industriales y las envían a cualquier parte del mundo a la velocidad del internet.

Nacionalismo, tribalismo, deslocalización, miedo al cambio social y odio al que viene de fuera son los factores que van en aumento a medida que la gente está atrincherada en sus burbujas filtradas, y va perdiendo el sentido de la realidad y la capacidad de comunicarse.

Sin con esto pretender establecer una analogía directa entre las circunstancias actuales y los espantosos horrores de la segunda guerra mundial (1939 – 1945), sino echar un vistazo a algunas de las situaciones y actitudes que hacen a la gente vulnerable a la demagogia y a la manipulación política que convierte a las naciones en presa fácil de los autócratas.

Desplazamiento de la razón por parte de la emoción y corrosión del lenguaje devaluando la verdad, que es hoy el tejido de hechos sobre el que se construye la vida diaria «corriendo el riesgo de quedar perforado por mentiras aisladas o reducido a jirones por mentiras organizadas y controladas por grupos o clases.

O bien negado, distorsionado y perfectamente cubierto por toneladas de falsedades, abandonado simplemente al olvido, puesto que los hechos necesitan de testimonios fiables para permanecer en el recuerdo» (Hannah Arendt - La mentira en política 1971).

Expresión de 'decadencia de la verdad', actualmente empleada para describir el papel cada vez menor de los hechos, que se ha incorporado al diccionario de la posverdad.

Diccionario que ahora también incluye otras expresiones ya conocidas como «noticias falsas» o «hechos alternativos», y también de ciencias falsas fabricadas por los negacionistas del cambio climático o por los antivacunas.

O de historias falsas promovidas por supremacistas blancos, o de perfiles falsos de troles rusos (del noruego 'troll' alborotador o polemista), que describen a una persona con identidad desconocida que publica mensajes provocadores en foros digitales.

Y «me gustas» falsos, generados en las redes sociales por servicios de automatización denominados bots de software malicioso (también conocidos como spiders o rastreadores).

Robots web utilizados para simular la interacción humana, 'hinchando artificialmente' el número de visitas o seguidores, automatizando respuestas para posicionar mensajes o influir en debates.

O también para realizar tareas maliciosas, que pueden ir desde ataques cibernéticos, hasta fraudes, robos, envío de spam y propagación de virus.

Asaltos a la verdad que en el mundo producen oleadas de populismo y fundamentalismo anteponiéndose al debate razonado, erosionando las instituciones democráticas y sustituyendo el conocimiento por la 'sabiduría de la turba'.

Como parte de un proyecto propagandístico organizado y encaminado a desestabilizar los sistemas democráticos, y en el que la verdad –objetiva, empírica y basada en la evidencia– se ha visto apaleada y vilipendiada en mayor medida que en ningún otro momento de la historia.

Simples llamadas a la emoción y al miedo que se valen de una retórica y de una serie de invenciones que solo conducen a la polarización, y en la que muchos llevados por el agotamiento o por un afán de proteger sus propios objetivos políticos, prefieren mirar hacia otro lado y convertir la indiferencia hacia la verdad en algo corriente.

Puesto que, pese a la pandemia, nos hallamos en una permanente campaña electoral que hemos padecido en este tiempo, a través de cientos de encuestas que nunca aciertan.

Complementadas por una inusitada proliferación de debates radiotelevisivos –supuestamente definitivos y diferentes– que, vendidos como shows mediáticos, no sirven para nada.

Ya que en el mundo nunca se ha mentido tanto sobre la función política como en nuestros días, ni de manera tan desvergonzada, sistemática y constante.

Cisma aberrante entre el decir y el hacer, en el cual los ciudadanos nos quedamos casi siempre con la certeza de un nuevo engaño.

Porque entre tantas propuestas y tantos proyectos que ofrecen, cuando los políticos alcanzan el poder están tan ocupados en lo de ellos mismos, que no aciertan a poner en marcha ni los más perentorios.

Y aunque la falsedad, el engaño, el fraude y la mentira no son exclusivas de este tiempo, el final es siempre el mismo: la historia siempre se repite.

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