Ingrid Corpus, la historiadora que dejó su carrera para ayudar a los demás

Ingrid Corpus, la historiadora que dejó su carrera para ayudar a los demás

Hija de campesinos que viven en tierra Misak le ha invertido más tiempo al activismo social que a la academia. Y no se arrepiente

Para que la voz de las comunidades campesinas, indígenas y negras sea escuchada con mayor calidad y mucha más fuerza, es necesario, casi siempre, el acompañamiento de instituciones y personas que los encaminen hacia un buen discurso y que este lleve el tono adecuado.

El sur del país –por ejemplo— donde está el mayor grupo de minorías cargadas de problemas sociales y políticos, donde sobresalen la pobreza y pelea por la tierra, hay organizaciones bien montadas que se han dado la pela y han puesto el pecho por quienes necesitan voz y acompañamiento.

El Proceso de unidad popular del sur occidente colombiano, llamado Pupsoc por sus siglas, es hoy día una de las organizaciones más importantes en la resistencia que se hace desde el sur occidente del país. El Pupsoc acompaña a los líderes y lideresas sociales que defienden la vida, los derechos humanos, el planeta y el territorio.

Una de las mujeres que hacen parte de este espacio de coordinación en el que están metidas al menos 60 organizaciones rurales y urbanas del Putumayo, Nariño, Huila, Cauca y Valle del Cauca que exigen la reivindicación de sus derechos, es Ingrid Corpus, una historiadora de la Universidad del Cauca, que aparenta unos diez años menos de los 31 que lleva encima, de los cuales la mitad la ha dedicada al activismo.

Ingrid Corpus tiene la lucha social como un sello de nacimiento y como un destino tatuado. Es hija de campesinos pobres que vivían en Silvia, donde ella nació, tierra de los Misak, indígenas representativos del noroeste del Cauca. Desde los 15 años, ya viviendo en la capital payanesa y siendo aún una estudiante de bachiller, empezó a interesarse por la desigualdad social, la falta de oportunidades, la política y la politiquería y desde aquella joven edad empezó también a integrar pequeños procesos sociales que gritaban por los derechos de los demás y de los suyos.

Duró diez años haciéndose historiadora. Se graduó a los 27. Le invirtió más tiempo al activismo que a su universidad. Como parte del Pupsoc ha ayudado, guiado y apoyado a decenas de comunidades que se han levantado contra el establecimiento que ha ignorado sus diferentes derechos. Ha hecho parte de movilizaciones, tomas, cacerolazos, paros a lo largo de los departamentos del sur.

Su trabajo es voluntario, como lo es el de los demás integrantes del Pupsoc. Trabaja sin sueldo ni reconocimientos para que a los pobres, los necesitados, los amenazados, los desplazados y los familiares de los muertos que ha puesto la lucha armada entre unos y otros, se les revaliden sus derechos sociales y políticos.

Por estos días, Ingrid está acompañando la formación política, social y ambiental de una organización payanesa integrada por unas tres mil familias que no tenían casa y que desde el año 2016 se tomaron a las malas un predio propiedad de la alcaldía de Popayán, ubicado frente a la cárcel San Isidro, en la comuna 2 de la ciudad. Allí se asentaron y en medio de las luchas con la policía, la alcaldía y parte de la sociedad, formaron un barrio que llamaron Ecobarrio Sinaí. Hoy, después de tantas luchas, en la que ha estado presente el Pupsoc e Ingrid, la alcaldía les entregó el predio a estas 12 mil personas, quienes ahora están en proceso de legalización y de formación como comunidad. Eso es lo que hace feliz a Ingrid, ayudar a que los demás tengan derecho a la educación, a la vivienda y a una vida mucho más digna.

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