Con la invasión de los ejércitos del emperador francés Napoleón a la península ibérica y la imposición de su hermano como rey de España, en 1808, se desata una profunda crisis de la monarquía española. En las colonias americanas surgen posturas diversas, que oscilan entre la fidelidad al rey, la autonomía política o la independencia definitiva. En 1812, las fuerzas de la resistencia aprueban en Cádiz una Constitución liberal que replantea la relación entre la metrópoli y los territorios americanos. En 1816, Fernando VII recupera el trono y restablece el control monárquico sobre los dominios ultramarinos, poniendo fin al periodo de gobiernos locales surgidos durante la crisis.
En 1819, el ejército criollo liderado por Simón Bolívar obtiene la victoria en el Puente de Boyacá, que asegura la independencia de la Nueva Granada. Posteriormente, en Carabobo, se consolida la independencia de Venezuela, lo que permite avanzar hacia Quito y el Perú, con el objetivo de poner fin al dominio español en Suramérica. En paralelo, José de San Martín lidera los procesos de independencia en Argentina y Chile, contribuyendo a una estrategia continental de liberación.
En 1820, el levantamiento encabezado por el general Rafael del Riego restablece en España la Constitución de 1812 y limita temporalmente el poder del monarca. Este episodio impide el envío de refuerzos militares a América. No obstante, en 1823, la intervención militar de la Santa Alianza pone fin al periodo constitucional y restablece el absolutismo en España.
Como consecuencia de estos cambios, el virrey del Perú, José de la Serna, enfrenta el avance de las fuerzas independentistas con recursos limitados. Las tropas españolas se fragmentan entre sectores favorables al régimen liberal y defensores del orden monárquico tradicional, lo que debilita su capacidad de respuesta frente a los ejércitos patriotas.
Llegan San Martín y Bolívar
En septiembre de 1820, la expedición libertadora dirigida por José de San Martín desembarca en el puerto del Callao. En julio de 1821, San Martín entra a Lima y proclama la independencia del Perú, aunque gran parte del territorio permanecía bajo control realista. Al mismo tiempo, Simón Bolívar avanza desde el norte, consolidando la independencia de los territorios de la antigua Nueva Granada.
Tras las campañas de 1822, que incluyen la batalla de Bomboná y la victoria de Antonio José de Sucre en Pichincha, se despeja el camino para llevar la guerra hacia el Perú, principal bastión del poder español en la región.
En julio de 1822, Bolívar y San Martín se reúnen en Guayaquil para definir la conducción de la campaña peruana. Luego de este encuentro, San Martín se retira de la vida política y militar activa, y la dirección del proceso independentista queda en manos de Simón Bolívar.
En el Perú, una Junta de Gobierno encabezada por el general José de La Mar intenta avanzar contra los realistas en el centro y sur del país. Sin embargo, las derrotas sufridas permiten a las fuerzas realistas retomar Lima en 1823, lo que profundiza la inestabilidad política interna.
Ante esta situación, el Congreso peruano otorga a Bolívar el mando supremo militar y administrativo. Bolívar llega al Callao en septiembre de 1823 e inicia la reorganización del esfuerzo militar, priorizando la obtención de recursos y el reclutamiento de tropas para continuar la campaña.
El desenlace en Ayacucho
El 6 de agosto de 1824, el Ejército Unido Libertador obtiene una victoria decisiva en la batalla de Junín. Posteriormente, Bolívar delega el mando militar en el general Antonio José de Sucre, quien conduce las operaciones finales en el sur del Perú.
Al amanecer del 9 de diciembre de 1824, ambos ejércitos se enfrentan en la pampa de Ayacucho. Las fuerzas realistas, dirigidas por el virrey La Serna, ocupan las alturas del cerro Condorcunca, mientras que el ejército patriota se despliega en la llanura.
Antes del combate, combatientes de ambos bandos, unidos por lazos familiares o de amistad, se despiden, reflejo de una guerra que enfrentó a poblaciones del mismo origen.
Tras varias horas de enfrentamiento, las maniobras del Ejército Unido Libertador inclinan el resultado a su favor. El virrey La Serna resulta herido y capturado, y el general José de Canterac firma la Capitulación de Ayacucho, que establece el fin de las operaciones militares españolas en la región.
La batalla de Ayacucho marcó el cierre definitivo del dominio colonial español en Suramérica, aunque algunos focos de resistencia persistieron durante un tiempo limitado.
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