Andrés Maíz, el discípulo de Francia Márquez que sigue su legado en el Cauca

Andrés Maíz, el discípulo de Francia Márquez que sigue su legado en el Cauca

Gay en un lugar en donde es pecado serlo, Andrés se planta duro y no cede ante los derechos de comunidades despreciadas en el Cauca como son las trans

Cuando Andrés Maíz habla, su voz surca el aire con calma y serenidad, hace pausas largas que dejan ver que lo que dice corresponde con lo que cree y siente. Cuando se le ve al frente de su comunidad, su hablar sigue siendo sereno, pero sobre todo es contundente, todo en él muestra su convicción. 

Según cuenta, se hizo defensor de derechos humanos cuando era un niño y sus abuelos paternos lo llevaron a una manifestación que reunió a indígenas, afros y campesinos contra la construcción de la represa de La Salvajina, la misma cuyos efectos hemos visto denunciando a una muy joven Francia Márquez en una de sus primeras apariciones públicas y que es un referente histórico en la lucha por la tierra en el Cauca. Desde entonces, para Andrés ha sido constitutivo de su identidad el arraigo con la tierra y la defensa del territorio que ha visto nacer a por lo menos tres generaciones de su familia.

El apellido que ha elegido, “Maíz”, no solo evoca la infancia, pues el abuelo paterno lo llamaba “maicito”, es sobre todo una declaración de su compromiso con la tierra y su defensa. Este apellido también evidencia su visión sobre el mundo y la humanidad; para él, como para tantas cosmovisiones originarias en nuestra región, el maíz es el origen de la humanidad, de ahí su diversidad. En sus palabras: “los seres humanos somos como el maíz, lleno de formas, de aromas, de colores, de texturas distintas, el maíz que se da en todos los territorios América o del Abya Yala. Creo eso, la humanidad es así, somos como el maíz.”

Andrés es un líder polifacético, además de ser defensor de derechos humanos, guardián de semillas, un reconocido cocinero tradicional, es parte de la comunidad nasa y activista LGBTIQ+. Y contrario a lo que muchas personas puedan suponer, estas dos últimas pertenencias no le son contradictorias en absoluto, pues considera que “la riqueza cosmogónica del mundo Nasa puede aportar al desmantelamiento de ese sistema heteropatriarcal violento”. Para este líder social, ser marica en su contexto, es decir, ser minoría dentro de una minoría, es una apuesta por visibilizar el importante papel de las personas transgénero, no binarias, disidentes sexuales y de género en las luchas contra todas las formas de opresión, la tarea para él es “romper con eso de manera armoniosa, no de manera violenta, porque no queremos reproducir la violencia, o sea, la rompemos con nuestro ejemplo·

Como líder social ha sido parte activa de la lucha por la vivienda en Popayán a través del movimiento “Lxs sin techo”. El cual ha sido fuertemente reprimido, y le ha valido, tanto a él como a otros integrantes del movimiento, una persecución que ha llevado a la judicialización. En su caso particular, es acusado de agredir a un funcionario del CTI, y si bien el proceso sigue para juicio, está en libertad debido a la falta de pruebas en su contra. Al narrar estos hechos, Andrés demuestra alivio de no haber sido apresado por más de 72 horas para las audiencias, pues considera que eso sería una muerte en vida.

A pesar de estos dolores, es en el marco de un violento desalojo que Andrés guarda uno de sus mejores recuerdos en la lucha: después de haber sido agredidos por la policía, hombres, mujeres y niños sin techo se reunieron a llorar y a recoger las pocas pertenencias que les habían quedado, determinados a levantarlo todo de vuelta. Andrés afirma: “cuando vemos los desalojos violentos en las barriadas de la miseria que forjaron los poderosos en Colombia, decimos que no tenemos nada que perder, porque nos han despojado de todo y lo único que nos queda es la dignidad y esta dignidad se vuelve grito, se vuelve organización, se vuelve movimiento, se vuelve lucha”. Nada ha sido en vano, ”Lxs sin techo” han ganado importantes avances como el decreto que crea la “Mesa de vivienda popular y comunitaria” de la alcaldía de Popayán.

Así mismo, Andrés participa en la “Colectiva Mariposas Negras” que defiende los derechos de las mujeres trans de su ciudad, que en palabras de Andrés, han sido “obligadas por la miseria y la exclusión a acudir a las calles del puente de las mariposas negras, como lo decidimos renombrar, para ejercer el trabajo sexual o la prostitución”. El nombre de la colectiva busca visibilizar a esta comunidad y no solo hace referencia al lugar físico que ocupan en la ciudad, sino también a que “estas mariposas vuelan en la oscuridad, hacen su vida en la oscuridad, nadie las ve porque nunca han existido y agitan sus alas para poder existir. Creemos que su agitar de alas puede causar un terremoto y queremos, necesitamos, que lo cause, un terremoto para advertir su presencia vital y su fuerza reveladora de la vida”.

La historia de vida de Andrés Maíz, tan llena de amor por todas las poblaciones excluidas, así como la de tantos lideres sociales en nuestro país, está marcada por una fuerte vocación de servicio. En un contexto como el colombiano donde, a pesar de los vientos de cambio, la persecución y estigmatización a los liderazgos sociales continúa produciendo amenazas, desplazamientos y muertes, se hace no necesaria, sino obligatoria la defensa de sus vidas, así como la valorización de sus trayectorias políticas fundamentales para la superación de las grandes desigualdades que nos agobian como país.

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