Los hombres de bien no apoyamos el aborto
Opinión

Los hombres de bien no apoyamos el aborto

No me interesa recordarles a las mujeres que, si ya han tomado la decisión, la posibilidad de interrumpir su embarazo está en sus manos

Por:
diciembre 28, 2015
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No me interpreten mal. Yo soy una persona de bien y la gente de bien rechaza el aborto.

No piensen mal de mí. Yo soy un defensor de la vida. Claro. Cuando digo vida me refiero, cómo no, a un grupo de células de menos de dos pulgadas, sin un sistema nervioso desarrollado que le permita sentir dolor. Porque, mientras defienda esa vida,  hay otras vidas, como la de la madre, que no tienen por qué preocuparme tanto.

Créanme. Mi interés no es recordar que cada seis minutos muere una mujer por practicarse un aborto sin asistencia médica, ni insistir en el punto de que en los países donde se ha legalizado esta práctica no ha aumentado el número de abortos, pero sí ha desaparecido casi por completo la muerte asociada a ese procedimiento.

Yo soy un buen ser humano y por eso no veo documentales como Women on Waves, ni me conmuevo con la historia que presenta: la de Rebecca Gomperts, una médica holandesa y su grupo de apoyo que viajan por el mundo ofreciendo servicios de interrupción del embarazo en aguas internacionales a mujeres de países donde el aborto está penalizado. Y, ¡claro!, no lloro cuando escucho las historias de mujeres desesperadas, violadas o repudiadas que buscan una tabla de salvación a la cual aferrarse para escapar de su soledad y su dolor.
Yo, cómo no, me identifico con los grupos antiaborto que reciben a la Doctora Gomperts y su equipo al grito de asesinas. ¡Y cómo no identificarme con los grupos antiaborto si están repletos de hombres, que somos los que sabemos del tema y los que tenemos la autoridad para opinar sobre el asunto!

No me malinterpreten. Mi intención no es recordarle a las mujeres que son las dueñas de su cuerpo. Lejos de mí sugerir siquiera que deberían preguntarse si la culpa que sienten no proviene de una sociedad moldeada por hombres y edificada bajo la lupa de una religión machista y discriminadora.

Por supuesto —¡y esto es importantísimo!—, como la persona de bien que soy, no me interesa recordarles a las mujeres que, si ya han tomado la decisión, la posibilidad de interrumpir su embarazo está en sus manos. Ni informarles que antes de las doce semanas de gestación pueden hacerlo de modo seguro en sus casas y sin asistencia médica. Ni mucho menos contarles que el medicamento indicado para el procedimiento se llama Misoprostol de 200 microgramos que se consigue con los nombres comerciales de Cytotec, Cyprostol, Misotrol, Gymiso, Oxaprost y Arthrotec, entre otros.

Obviamente no tengo la menor intención de contarles que la forma de tomar las pastillas es poner cuatro tabletas de Misoprostol (800 mcg. en total) debajo de la lengua, sin tragarlas, disolviéndolas en la boca y tragando lo que quede de ellas luego de 30 minutos de dilución; luego de 3 horas repetir exactamente el mismo procedimiento con otras cuatro tabletas y finalmente hacer lo mismo, una tercera vez, tres horas después con otras cuatro píldoras.

Jamás se me pasaría por la cabeza contarles a las mujeres que el Misoprostol tiene cierto nivel de restricción para su venta en Colombia pero que en muchas farmacias de barrio, pequeñas, lo venden sin fórmula. Ni recordarles que es más fácil conseguirlas si es un hombre quien las compra. Mucho menos contarles que si no las consiguen en las farmacias, pueden comprarlas en internet y de forma segura y anónima en páginas como www.cytoteccolombia.com o www.cytotecbogota.com .

Nunca se me ocurriría, como no se le ocurriría a ningún hombre de bien, insistirles a las mujeres en que el procedimiento de interrupción del embarazo con Misoprostol antes de las 12 semanas de embarazo es seguro y tiene una eficacia superior al 80 %. Y mucho menos darles a entender que toda la información que necesiten al respecto, las dudas, la descripción detallada de lo que sentirán una vez decidan hacerlo, las restricciones y las advertencias, pueden encontrarlas en la página http://www.womenonwaves.org/es/page/514/- , donde además de información detallada pueden acceder a acompañamiento virtual o telefónico en el proceso.

Yo soy un hombre de bien. Todo un defensor de los valores cristianos, esos que nos han permitido construir la ejemplar sociedad que tenemos: justa, tolerante, respetuosa de la diferencia y que le otorga a la mujer los mismos derechos que al hombre. Por eso jamás se me ocurriría darle esta información a las mujeres, porque la información es poder y ya sabemos lo que pasa cuando las mujeres tienen el poder: se subvierte el orden natural del universo que dios creó para nosotros, ese donde el hombre es el amo y señor y la mujer un simple apéndice destinado a la sumisión. ¡Y así tiene que ser porque, ya lo sabemos, Mi dios sabe muy bien cómo hace sus cosas!

Publicada originalmente el 28 de septiembre de 2015.

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