Las cuatro mafias mundiales que se pelean la apetecida coca colombiana

Las cuatro mafias mundiales que se pelean la apetecida coca colombiana

Emisarios italianos, ingleses, mexicanos e irlandeses, negocian con traquetos colombianos en Tumaco, Antioquia y Buenaventura, la coca recién salida de laboratorios

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octubre 04, 2018
Las cuatro mafias mundiales que se pelean la apetecida coca colombiana

En Tumaco empiezan a escucharse acentos distintos. Los lugareños no saben identificar de donde son. No son bogotanos, no son antioqueños. Nunca habían visto un mexicano en persona hasta que los carteles de la droga de ese país llegaron al puerto. En los prostíbulos de Buenaventura gigantes rubios de ojos azules pagan en billete verde de a cinco, de a seis prostitutas. Son más generosos que cualquier otro traqueto regional. Desde Italia, desde México o Inglaterra vienen con una tarea concreta: recoger la coca recién salida de laboratorios del Naya, del Bajo Cauca. El peso ya pierde valor, ahora es normal comercializar en euros, en dólares. Colombia, en el negocio de la droga, es un destino obligatorio

Italia

Desde el 2011 hasta la fecha más de 50 mafiosos italianos han caído en Colombia. La mayoría de ellos son enlaces entre los carteles más duros de la Camorra siciliana y la Ndrangheta de Calabria. Pasan por ser comerciantes, gente de bajo perfil sin demasiados recursos económicos. No tienen contactos con grandes carteles sino con pequeñas redes. Nunca mueven cantidades exorbitantes de droga. Siempre manejan un margen de hasta 100 kilos. Cada cargamento puede durar mes y medio en llegar a Europa.

Uno de los mafiosos más representantivos cayó en el 2013 en el Norte de Bogotá. Se trataba de Roberto Pannunzi, capo de la Ndrangheta que tenía cédula venezolana y quien ya había sido detenido en el Poblado en Medellín mientras era uno de los socios de Pablo Escobar. En esa época fue extraditado a Italia pero allí se escapó de una cárcel en 1999. No sería el único capo en caer con nacionalidad italiana.

Iacomino Tomasso era un veterano en el negocio de droga. Era la mano derecha del jefe de la Cosa Nostra Bernardo Provenzano. Fue capturado la primera vez en el 2006. Después de su extradición reapareció en el barrio Gaitán de Bogotá en donde volvió a ser capturado en el 2013. En 2018 volvió a ser detenido en la localidad de Ventimiglia. En abril del 2011 cayó Doménico Trimboli, mejor conocido dentro de la Ndrangheta con el alias de Pasquale. Nacido en Argentina, nacionalizado italiano, fue capturado en el barrio Laureles mientras visitaba a sus hijos que vivían en Colombia. Tenía en ese momento 58 años. Era conocido por ser jefe de la mafia calabresa.

Pero esos no fueron los únicos. En Santa Fe de Antioquia cayeron el jefe del clan Trimboli, perteneciente a la Ndrangheta, Santo Scipione. Era uno de los 100 delincuentes más buscados en Internet.

México

El poder de los carteles mexicanos se extiende desde Tierralta hasta Tumaco. En ese municipio de Córdoba manda alias Santiago, disidente del Bloque Efraín Guzmán de las Farc. Cada vez que llegan a una casa dicen que van respaldados por el Cartel de Sinaloa. Con esa bandera han sacado a siete presidentes de acción comunal en lo que va corrido del año.

El 6 de enero del 2018 la presencia de carteles mexicanos de la droga se hizo aún más visible. En la vereda Bolívar del departamento de Cauca siete personas fueron asesinadas en medio de un tiroteo entre dos bandas financiadas por el Cartel de Sinaloa. También a comienzos de este año se incautaron, en Buenavantura, cocaína camuflada entre productos farmacéuticos pertenecientes a carteles de la droga mexicanos. El costo de esta ascendía a los USD$21 millones. En sólo 2017 fueron incautadas más de 400 toneladas que tenían el sello del cartel de Sinaloa.

La presencia del poderoso grupo creado por el Chapo Guzmán no es nueva en Tumaco y el Pacífico colombiano. Hizo su aparición en el 2012. Dos años después, en abril de 2014 su jefe en Colombia, Héctor Coronel alias Rincón, cayó en un hotel de Cali. Nacido en Culiacán, era tan cercano al Chapo que mantenía comunicación directa con el capo de capos y luego con su sucesor Mayo Zambada. Su labor en Colombia era establecer alianzas con los Urabeños, los Rastrojos, la Empresa y con el Frente Daniel Aldana de las Farc para verificar que los laboratorios donde se procesaba la coca, ubicados en Tumaco y Buenaventura, aseguraran la pureza del producto para garantizar el valor final.

Obsesionados con el control del negocio, los de Sinaloa decidieron comprar los laboratorios en el 2013 y, con el apoyo de los grupos armados que controlaban la zona, sacar la droga por el Ecuador y de allí mandarla por el Pacífico hasta México. Contaban además con un submarino, mejor conocido como el Narco Sumergible, capaz de soportar 1.5 toneladas. Alias “Rincón” cayó por las fiestas estrambóticas con las que agasajaba a sus socios colombianos en Cali.

Hasta ese año los mexicanos hacían los cruces de sus negocios y las celebraciones en hoteles en Cali y Pasto. Luego empezaron a ganar confianza con los grupos armados locales y los capos y, desde mediados del 2016, las lujosas y excesivas cuatro por cuatro y los mexicanos empezaron a ser comunes en Tumaco. Las fiestas y el cierre de negocios no sucedían en el casco urbano sino en Bajito de Vaquería, un islote cercano, y en Llorente, la población que siempre ha sido un corazón cocalero y en los tiempos del Plan Colombia durante el gobierno Uribe y la intensa aspersión  área. se convirtió en el centro de pilotos norteamericanos y policías antinarcóticos colombianos.

Con una producción de 200 toneladas de cocaína al año, que representan aproximadamente 500 USD millones Tumaco es la nueva capital mundial de la coca. Los grandes capos no viven ahí. Solo llegan al puerto a cerrar tratos, supervisar laboratorios y apoyar muchas de las movilizaciones de campesinos para intentar frenar la erradicación forzosa. El Cartel de Sinaloa controla el 20% del mercado y es mucha la plata que se queda para alimentar una guerra que dejó el año pasado 137 muertos y que en lo que va del 2017 ya ha pasado ampliamente la cifra.

Integrantes del Clan del golfo convencen a jóvenes sin posibilidades de trabajo –el desempleo allí alcanza el 70%- o a los cerca de 400 disidentes que dejó el frente Daniel Aldana de las Farc con un Smartphone y un sueldo que nunca supera los 5 mil pesos diarios. Incluso el remanente del frente Daniel Aldana ha cambiado de nombre y ahora se conoce como Gente de orden, otro de los grupos armados que azotan Tumaco.

Desde abril del 2017 el propio Fiscal Néstor Humberto Martínez reconoció la presencia del Cartel de Sinaloa en el puerto. Hace tres meses fue detenido Luis Andrés Jilón Romo, alias “Carlos” o “El Compadre” principal enlace con Ismael Zambada García “El Mayo Zambada” sucesor del Chape Guzmán con el Pacífico. Junto a él cayeron otros narcos mexicanos como Onofre Junior Aguiño Arboleda, alias El Ciego y Nemesio Oseguera Cervantes del cartel de Jalisco Nueva Generación, otro de los carteles mexicanos que empiezan a aparecer en el puerto.

La pugna a plomo entre grupos como los Matamba o Renacer, ex paras como Cusumbo o el Zorro, la disidencia “Gente de orden” y los carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación detrás de una de las zonas más fértiles para cultivar coca en el mundo se ha llevado por delante además cinco líderes sociales sin que el gobierno encuentre aun un camino claro para derrotarlos y tomar control legal de las costas y las planicies de la húmeda Tumaco con sus 259 veredas,  infinidad de esteros y frondosa selva tropical.

Reino Unido

En Colombia no se sabía que operaban capos de la droga británicos hasta que en septiembre del 2016 la propia embajada del Reino Unido envió una carta a la Fiscalía. Allí daban las coordenadas de una finca en Copacabana, a veinte minutos de Medellín, en donde habría un cargamento de droga, custodiado por la banda local la Viña, que estaba listo a ser enviado a Europa. El CTI decomisó 300 kilos de coca camuflados en dos toneladas de pegante. No capturaron a nadie. Los pasos de la mafia británica se sentían en Colombia.  Se sabía que en los últimos años esta mafia había movido cerca de cinco toneladas de coca enviada hacia Europa. Había un capo misterioso cuya identidad saldría a flote con su captura.

El 3 de noviembre del 2017, en una finca de Rionegro, fue capturado junto con su novia Andrew Mark Deamer, alias Marcos, mejor conocido como el Pablo Escobar británico. En un lugar Deamer tenía $128 millones en efectivo. Su pasaporte develaba un misterio mayor: no tenía sellos de migración aunque se tenía la certeza de que el hombre entraba y salía del país a su antojo desde el año 2010. La manera en la que mezclaba la droga con comida para animales le dio la vuelta al mundo por su inventiva. Él era el cabecilla de una red que incluía a 18 químicos, todos detenidos ese día. Su hombre de confianza en Colombia, socio y patrocinador de la red cayó unos meses después, en enero del 2018. Santiago Gallón Henao, implicado en la muerte de Escobar, sería el contacto colombiano de la red. Un años después Mark Deamer, quien se encuentra encerrado en Colombia, piensa contar todo lo que sabe y colaborará directamente con la Fiscalia.

Ese mismo mes caería otro de los hombres duros de la mafia británica. Michael Joseph Murphy estaba en  el aeropuerto de Rionegro el 4 de noviembre del 2017 cuando la policía lo detuvo. Sobre él pesaba la circular roja de Interpol. Estaba acusado de matar a dos holandeses en República Dominicana. Sobre Murphy recaían las acusaciones de conformar un grupo de narcotraficantes y de sicarios. Murphy tenía 35 años y había nacido en Liverpool.

Irlanda

El irlandés Joseph Francis Moore, mejor conocido como Packie, viajó de España, lugar donde vivía, a Medellín el 1 de mayo del 2017. Su misión era reunirse con bandas locales pertenecientes a la oficina de envigado.. Tenían una preocupación, un cargamento de cocaína de varias toneladas de cocaína había sido decomisado por la policía nacional. De él no se sabría nada más hasta la primera semana de junio cuando fue encontrado en una cañada del municipio de Caldas. Estaba desnudo, las manos amarradas y una bolsa de plástico en la cabeza. Lo habían torturado y después asesinado. Las autoridades determinaron que se trataba de un ajuste de cuentas. Tenía 55 años y se convirtió en el primer eslabón que demostraba la presencia de la sanguinaria mafia irlandesa en el país.

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