Fue la etapa más dura de lo que llevamos del Tour de Francia, una etapa maravillosa en donde los del Jumbo comenzaron a atacar desde que arrancó el segundo puerto del día. Entre Roglic y Jonas Vingegaard fueron moliendo a Pogacar quien hasta hoy era la gran bestia del Tour, parecía, indestronable pero llegó el Galibier, uno de los puertos más duros de este Tour de Francia, y puso a todo el mundo en su lugar. Una locura el ataque del Jumbo, la generosidad de Roglic ayudando a que su compañero de equipo, el joven Jonas Vingegaard, le diera con un palo a Pogacar. Pero en medio de estos titanes Nairo Quintana logró lo que parecía imposible: meterse en la pelea del Tour de Francia.
Esta es su carrera, su terreno, el lugar en donde se convirtió en una super estrella de este deporte. En el 2013, a los 23 años, Nairon se convirtió en el principal rival de Chris Froome hasta el punto de que fue el único que alcanzó a plantarle cara, a darle pelea. En Movistar sus opciones fueron reducidas en parte por el ninguneo al que lo sometió su entrenador, Eusebio Unzúe, trayéndole más que un compañero, rivales como Mikel Landa. Con Mikel, como con Marc Soler, Nairo no tuvo equipo sino rivales y por eso en el 2019, cansado del maltrato, se fue al Arkea.
Han pasado dos años y a los 32 Nairo luce rejuvenecido. 32 años, la misma edad que tuvo Rigoberto Urán cuando resurgió de sus cenizas en el 2017 siendo subcampeón de un Tour por detrás de Froome. Hoy Nairo volvió a sentir el desprecio de sus compañeros, ¿Qué tal el desplante de Barguill quien ni le dejó oler su caramañola? Nairo estuvo siempre con los líderes y alcanzó la cuarta plaza de la claisficación general. Ojo que mañana viene el Alpe de Huez, la etapa en donde en el 2015 estuvo a punto de ganar el Tour. Lo de Nairo desata la loca pasión de este país por su ciclismo.
