Ayer lunes 17 de enero se registró el hecho en Santa Marta de la abucheada que recibió Álvaro Uribe cuando repartía volantes de su partido político, noticia que fue difundida de manera viral a través de múltiples cuentas de Twitter con videos desde todos los ángulos.
No obstante, a pesar de que se trató de un notición, el suceso no fue publicado por unos portales locales amigos del uribismo y otros trataron de minimizarlo con titulares como: "Visita de Uribe a Santa Marta causa revuelo" o "Entre el amor y la polémica: así fue la visita del expresidente Álvaro Uribe en Santa Marta".
La misma solidaridad hacia el expresidente también se vio en algunos medios nacionales, como por ejemplo en la revista Semana, en donde registraron el hecho como si de tratara de un atentado contra Uribe, al titular la noticia de la siguiente manera: "Denuncian intento de agresión contra el expresidente Álvaro Uribe en Santa Marta". Es decir, a pesar de que en los muchos videos difundidos contrariaran esa falsa versión, informaron lo contrario de manera descarada, sin asco y ni guardar un mínimo de equilibrio periodístico.
Sin embargo, considero que el periódico también capitalino El Espectador, sí estuvo acorde con la realidad del suceso único y tituló lo que realmente ocurrió: "Uribe suspendió volanteada en Santa Marta, tras ser abucheado", como se ve en los videos.
Con las distintas versiones mostradas aquí se demuestra una vez más la descarada parcialidad de algunos medios de comunicación que, sin embargo, insisten en decirle a sus lectores que son imparciales. Sobre todo cuando se trata de encubrir un hecho tan real o cierto.
Así, de esa manera, no solamente se polariza a los lectores, sino que también contribuyen a lo que dicen defender o combatir: a dividir o ahondar más, para que el odio prevalezca entre los colombianos.
Pero gracias a sus posturas diferentes sobre un mismo hecho, la gente ya los reconoce o sabe muy bien cuál es imparcial y cuál no. Menos mal que la boleteada que se dieron fue por voluntad propia, en aras de la transparencia, para mantener la conciencia tranquila y el juicio fino de los millones de colombianos, cansados de tanta basura informativa, para hacer daño al que no les conviene o por unos cuantos millones de pesos.
Lo peor que le puede pasar a un medio de comunicación es ir en contra de los principios éticos del periodismo, porque después nadie les cree, como le pasó al pastorcito que por varias veces alertó a su pueblo de la falsa presencia de un lobo...
