Síndrome anti-Estocolmo
Opinión

Síndrome anti-Estocolmo

Culpar a las víctimas por lo que les hacen sus victimarios es lo que tristemente ha sucedido con el secuestro, retención o lo que sea, de nuestra colega Salud Hernández

Por:
mayo 27, 2016
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Este nombre de síndrome de Estocolmo se generó a partir de un atraco en esa ciudad sueca, en 1973, cuando los rehenes terminaron justificando a sus captores y mostrando simpatía por ellos. Después se ha utilizado muchas veces para señalar secuestrados que terminan del lado de sus secuestradores como pasó con Patty Hearst, una niña rica norteamericana que termina uniéndose a la lucha revolucionaria de sus captores.

A pesar de estos casos notorios, el síndrome de Estocolmo no sucede a menudo y mucho menos en Colombia donde el secuestro se convirtió en una atrocidad que riñe con cualquier principio humanitario.

Lo que sí parece estarse dando aquí, no en los secuestrados sino en la opinión pública, es el síndrome contrario: el de culpar a las víctimas por lo que les hacen sus victimarios. Es lo que tristemente ha sucedido con el secuestro, retención o lo que sea, por el que está pasando nuestra colega Salud Hernández.

En estos días he escuchado por radio, prensa, televisión o en la calle, posiciones en las que se juzga muy duramente a la periodista pero no a quienes la tienen. Se dice que ella se metió en la boca del lobo y si el lobo se la traga, la culpa es de ella. También aseguran algunas personas que las opiniones de Salud Hernández, crítica muy radical de la guerrilla y la delincuencia, pero también del gobierno que no se decide a combatir de frente al secuestro, dan razones a sus secuestradores para retenerla contra su voluntad.

Dos argumentos distintos pero coinciden en un mismo punto: la culpa es de la víctima no de los victimarios. El bobo es el secuestrado que se dejó secuestrar. Me niego a aceptar esta forma de ver lo que le está pasando a nuestra colega.

 

En este oficio, para bien o para mal, hay que meterse en la boca del lobo

 

Primero, porque ella es periodista y en este oficio, para bien o para mal, hay que meterse en la boca del lobo. El periodismo requiere de buena reportería y eso solo se consigue en medio de los conflictos, sean conflictos sociales, como meterse a la calle del Bronx en Bogotá o en El Catatumbo. Si no existieran periodistas valientes como de hecho me parece que es Salud Hernández no sabríamos que está pasando allí o tampoco habríamos conocido muchas de las infamias de esta larga y estúpida guerra interna. Ese es el oficio de la reportería y muchas personas han perdido la vida realizándolo.

 

¿Es que solo quienes piensan igual que la guerrilla, pueden entrevistarla?

Pero el segundo argumento, el de que Salud opinaba de manera muy dura contra la delincuencia organizada y la guerrilla, preocupa todavía más. De aceptar esta posición la conclusión a sacar es que solo quienes piensan igual que la guerrilla, pueden entrevistarla. Es decir que la información que nos llegaría del conflicto debería ser la de los apologistas del ELN. Eso sinceramente es abandonar un principio fundamental del oficio periodístico: el de la independencia frente a las fuentes.

Lo único que nos queda es esperar el regreso pronto de Salud y de los dos periodistas de RCN que pueden estar secuestrados bajo el, inaceptable desde todo punto de vista, de que piensan o trabajan en un medio contrario a la guerrilla. Nada justifica el delito atroz del secuestro y mucho menos el silenciamiento por las armas del oficio de informar.

 

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