¿Será Santos relevado por Vargas Lleras?

¿Será Santos relevado por Vargas Lleras?

'Santos y su gobierno viven la más complicada encrucijada'

Por: Horacio Duque
julio 07, 2015
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¿Será Santos relevado por Vargas Lleras?
Foto: ElEspectador.

El actual impasse del proceso de paz, afectado por la crisis del régimen santista, se toma como pretexto para promover cambios en la Casa de Nariño que faciliten el acceso anticipado del vicepresidente, Germán Vargas Lleras, al primer cargo del Estado en nombre de una coalición derechista y ultraderechista con los militares de socios principales. Una constituyente soberana con cese al fuego bilateral es la ruta adecuada para poner fin al prolongado conflicto armado nacional.

Todo puede suceder. Ejemplos no faltan en la historia política nacional. El campo político es muy fluido, o líquido, como dicen hoy los partidarios del postmodernismo. En la política, como en el resto de la existencia humana, todo lo sólido se desvanece en el aíre, como diría Marx. Lo que hoy no sirve, como Santos y su régimen, igual se puede descartar en cosa de horas. Eso no tiene complicaciones.

El espacio político colombiano es la hechura de la oligarquía dominante en el Estado. El régimen de poder refleja los intereses de minoritarios núcleos sociales que monopolizan la tierra, los bancos, el sistema financiero, la industria, el comercio internacional, el excedente social, los presupuestos públicos y las fuentes sociales más importantes del poder. Una soberbia rosca controla los resortes de la sujetación de millones de colombianos sumidos en la pobreza, la miseria, la ignorancia y la exclusión social.

Las redes de poder materializadas en el Estado, el gobierno, los partidos, los medios de comunicación, las iglesias, los poderes legislativos, judiciales, las gobernaciones, las alcaldías, constituyen la infraestructura mas preciada, el patrimonio estratégico fundamental de los dueños del país. Eso no lo descuidan. Lo protegen a muerte.

El proceso de paz en curso en La Habana, con los acuerdos y avances alcanzados, con sus impactos democráticos e incidencia en la movilización popular, ciertamente representan hoy el mayor desafío a los poderes tradicionales. Se trata de una compleja hechura que cabalmente refleja los amplios alcances de la potencia de la resistencia popular revolucionaria.

La paz neoliberal de Santos, la que no quiere que se toque el modelo del Plan de desarrollo, hace agua y la última entrevista del señor Humberto De La Calle intenta un inventario amañado para justificar la ruta de su extinción.

Los diálogos de paz están en crisis como consecuencia de las burdas manipulaciones oficialistas y el ventajismo del esquema santista enfilado a sacar ganancias para exterminar la contraparte. Ventajismo que se quiere ampliar con las corralejas uribistas de concentración guerrillera, mismas que maravillan y alucinan a De La Calle.

Santos y su gobierno viven la más complicada encrucijada a consecuencia de la estrepitosa caída de su aceptación ciudadana y del agravamiento de los problemas económicos y fiscales. Ahora con el triunfo del no en Grecia, van surgiendo hipótesis y se barajan escenarios de gobernanza que impidan la parálasis en la toma de decisiones del mecanismo de gestión gubernamental oligárquica.

En ese sentido el acta/entrevista de De La Calle es más la proyección de una ambición personal en el sutil juego para corregir el vacío que evidencia el agotamiento del santismo. Pretextando el colapso de la paz, hay una febril lucha de facciones por el poder y Vargas Lleras se perfila como el personaje indicado para reagrupar en la presidencia el arco de la derecha y la ultraderecha militarista, en un nuevo tramo de la guerra y la paz de los cementerios.

Por supuesto, ese es un proyecto retrógrado para superar el actual impasse político derivado del agravamiento de la guerra civil.

La otra propuesta es la de la Constituyente, que requiere el paso previo del cese al fuego bilateral permanente y definitivo.

La Constituyente es la garantía de las víctimas, de la paz, de la tierra para el campesino, de la democracia ampliada y de una justicia que sea implacable con los criminales que han alimentado y hecho por décadas la guerra contra el pueblo; de una justicia que no sea el otro instrumento de venganza y odios de las oligarquías contra la resistencia campesina y revolucionaria y sus dirigentes, por más que se disfrace como un plan transicional para liquidar el liderazgo agrario.

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