Reducir la paz a sus verdaderas proporciones
Opinión

Reducir la paz a sus verdaderas proporciones

Cinco falacias que rodean a la paz

Por:
enero 18, 2017
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La ‘Paz’ se ha rodeado de demasiadas falacias que vale aclarar:

 

Se ha sobredimensionado la ‘guerra’:

Las Farc nacieron como una pequeña célula de autodefensa cuando el bombardeo a los marranos de Marulanda. Después, legitimada por ideólogos como Jacobo Arenas como insurgencia contra el régimen por la exclusión o monopolio bipartidista y la falta de posibilidad de propuestas de izquierda fue una manifestación de la ‘guerra fría’. Pero siempre fue marginal en cifras y espacios y no llegó a representar una contraparte armada del Estado. Cuanto se intentó un ‘diálogo de paz’ negociando su desmonte, llegó el exterminio de la Unión Patriótica.

Con la caída del muro de Berlín y la desaparición del socialismo como alternativa, esa rebeldía perdió su razón de ser y buscó un ‘aterrizaje suave’ en que se le reconociera lo mismo que hoy (naturaleza política y no derrota militar), pero eso lo impidió el bombardeo a la sede del Secretariado por parte del Gobierno Gaviria el mismo día en que se citaba a la Constituyente de la Paz y cuando aún se encontraban en medio de las negociaciones entre las partes. Como ideología viva y fuerza militar no derrotada no le fue permitida una salida diferente a una rendición incondicional y humillante, obligándola así a mantener su vigencia sin razón ni propósito diferente que su supervivencia.

Verdadero carácter de conflicto armado —o ‘guerra’— apareció cuando, justamente por no ser el Estado suficiente contraparte de la guerrilla, se formó el paramilitarismo, mal peor, que además excluyó la opción de la negociación política de un desarme.

Como lo confirmaron los hechos, falsa era la dicotomía de ‘es la guerra o la paz’, —como lo es que el Acuerdo es la paz (También se reconoció que eran convenientes –por no decir indispensables— las modificaciones basadas en las inquietudes de quienes cuestionaban algunos términos contemplados en el plebiscito).

 

La ‘Paz’ con las Farc no es la Paz del País:

 El acuerdo solo acaba el enfrentamiento con las Farc lo cual está muy lejos de ser la paz de Colombia donde existen el ELN, las varias bacrim, el paramilitarismo ya no como brazo del Estado sino por fuera de él pero no por eso inactivo, el narcotráfico, la delincuencia organizada para actividades que la enfrentan al Estado (por ejemplo la minería ilegal), las disidencias que se dedicarán a cualquiera de esas actividades, y la delincuencia generalizada cuyo origen no muy remoto es el conflicto social nacido de la exclusión, la desigualdad o falta de justicia social, y el desempleo (orígenes parciales y  probables de la ‘corrupción’) que todos siguen vigentes. Esas son —probablemente en ese orden— las causas de los  ‘6 millones de víctimas’ (menos del 2 % atribuible directamente a acciones de las Far

Según estadísticas, en los últimos 30 años en todas las encuestas uno o varios de estos problemas han sido considerados más graves que el conflicto armado mientras este nunca ha encabezado esos sondeos; muy poco puede cambiar al cambiar solo la relación con la Farc.

 

La paz sólo puede existir bajo instituciones que la enmarquen:

No puede existir paz —y esto tanto en la realidad como en lo teórico— sin mecanismos de resolución de conflictos; en Colombia simplemente no existe una efectiva Administración de Justicia, ni partidos políticos para resolver entre opciones e intereses colectivos divergentes, ni instituciones que cumplan las funciones que nuestro Estado supone (Congreso, Cortes, Órganos de Control, etc.). Nada de esto lo contempla o corrige lo acordado.

 

Fantasiosas son las expectativas:

La posibilidad de erradicar 100 000 hectáreas de coca en un año parece poco realista. Más, si depende de 450 millones de dólares ofrecidos por los americanos para el conjunto del ‘posconflicto’ (en una década apenas se logró disminuir de 180 000 a 60 000, hectáreas a pesar de haber recibido  600 millones de dólares anuales y podido utilizar la aspersión aérea).

Para la inversión extranjera es más obstáculo la inseguridad jurídica que la física; hasta la extorsión (igual el soborno) se mide como costo, mientras que la inestabilidad en las reglas de impuestos presentan una amenaza mayor y más difícil de enfrentar (y hoy existe la certeza de una nueva reforma a más tardar al entrar el nuevo gobierno). El aumento de ingreso esperado por la reforma tributaria se disminuyó a casi la mitad. El fondo de cooperación internacional (supuesto en 5 000 millones de dólares) tiene el problema que compite como prioridad para los donantes con las guerras en el Oriente y las migraciones hacia Europa.

Así las cosas, el cuento de las 4G aporta más a la campaña de Vargas Lleras que a las expectativas de la ‘paz’ (con 8 años de gobierno y la gran bonanza durante los seis primeros, solo se les ocurrió montarlo el último antes de salir).

 

Tampoco es por incapacidad de manejo en las comunicaciones el escepticismo respecto a lo que dice el gobierno:

De todas las habilidades del presidente —que son muchas y muy variadas, desde jugador de póker hasta especialista en perfumes de mujer— no hay duda que la mayor es su capacidad para moverse en y manejar los medios de comunicación (dueño de periódico, columnista hasta subdirector, dos veces premio Príncipe de Asturias; conocido es el cuento que en Semana debía salir por lo menos cada 15 días un confidencial en que ‘se rumoraba’ que sería nombrado gerente de la Federación de Cafeteros, o embajador en Estados Unidos, o director del Partido Liberal, o ministro de tal o cual cartera, etc.).

Nadie que no sea excepcional relacionista y comunicador, puede, sin haber hecho nunca una actividad proselitista y sin presentarse nunca a una elección, llegar a designado y ministro de carteras tan ajenas como la de Hacienda, Fuerzas Armadas o Comercio bajo gobernantes y orientaciones tan distantes como Pastrana, Gaviria y Uribe.

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