"Porrón, el extorsionista de Tuluá, está enfermo y escondido en Tres Esquinas”

"Porrón, el extorsionista de Tuluá, está enfermo y escondido en Tres Esquinas”

El verdugo que desde hace dos años tiene intimidados a los tulueños sufre de una cirrosis severa, se la pasa drogado todo el día y 30 hombres lo cuidan en una finca a 20 minutos de la ciudad.

Por: Nota Ciudadana
diciembre 17, 2014
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Todo indica que Óscar Darío Restrepo Rosero, alias Porrón, se encuentra bastante enfermo. Fuentes dan cuenta que el bandido tiene un grave problema de hígado que lo tiene enloquecido. Al parecer sufre de una cirrosis avanzada. Pero lo más grave es que cierta gente de Tuluá sabe dónde está escondido el extorsionista que tiene atemorizada a media ciudad: se trataría de una finca en el corregimiento de Tres Esquinas a 20 minutos de Tuluá. Allá estaría Porrón junto a dos anillos de seguridad que lo comprenden alrededor de 30 hombres. Pero ahí no para todo; el colmo es que el dominio de Porrón, según informaciones, llega hasta el punto que reconocidos médicos -quizá amedrantados o amenazados- han tenido que ir a socorrerlo, como si el sicario tuviera medicina prepagada y a domicilio.

Pero si la gente sabe dónde está ¿por qué no lo han capturado? Es de recordar las valientes denuncias del exgobernador del Valle del Cauca Gustavo Álvarez Gardeazábal y del exfutbolista de la Selección Colombia, Faustino Asprilla. En ellas han dado pistas en las que revelan que a Porrón lo cuidan miembros de la Fuerza Pública. Una de las fuentes de LAS2ORILLAS afirma que: “Uno más uno es dos, y no tres ni cuatro. Porrón desde el 2012 ha tenido gran influencia en la Policía de Tuluá. En la nómina de Porrón hay desde capitanes hasta tenientes. ¿Cómo explicar que sus ‘gusanos’ se paseen y hagan sus fechorías sin que la policía se dé cuenta? Por ejemplo: es imposible que muchachitos que andan encaravanados en tres camionetas, con fusiles a bordo, lleguen una noche a una discoteca a parar la música y a anunciar -micrófono en mano- que: ‘a nadie le va a pasar nada hoy, pero si el dueño del sitio no paga, le vamos a tumbar la disco’. O que muchachitos se bajen de un carro, accionen una granada y la tiren en el patio de una casa. O lo que le pasó a Faustino, que le llegan en camionetas con fusiles a la finca y ningún reten los haya parado”.

Otra de las fuentes reveló una de las fichas que estaría detrás del poder de Porrón. Se trata de alias Cejas, un hombre de aproximadamente 36 años de edad, de contextura robusta, trigueño, de pelo rapado y cejas pobladas. Cejas es un narcotraficante raso que heredó el poder de su papá, quien fue asesinado hace un par de años. Para continuar con su trabajo delictivo se habría apoyado en el brazo armado y en los sicarios de Porrón a quien lo incluyó en su nómina. La inyección de dinero que dio a la banda de Porrón le ayudó al jefe de sicarios para adquirir decenas de armas de uso privativo del Ejercito Nacional. Se cree que Porrón vio que le era más rentable empezar a extorsionar a todo el mundo en Tuluá que cuidar a Cejas. Ahora este narcotraficante tiene un nuevo lugarteniente llamado Lino Gómez Sánchez.

Alias Cejas, un narcotraficante, exjefe y financiador de Porrón

Alias Cejas, un narcotraficante, exjefe y financiador de Porrón

Otra de las pistas para detectar quiénes son los sicarios de Porrón, serían sus edades. Las informaciones advierten que no son más de cinco hombres los entrados en años, mientras que el resto de esta banda de 30 personas son menores que oscilan entre los 13 y los 16 años de edad. “Para la policía no es difícil detectar en la ciudad cuándo estos muchachitos andan extorsionando. ¿Cómo no parar las caravanas de carros y motos donde van montados puros peladitos, con sus fusiles y fumando marihuana?”, dice una de las afectadas.

La banda se compone de más de 30 menores de edad, algunos de ellos viven en Tuluá y otros se esconden en fincas de Río Frío, Trujillo y Andalucía. Tras la captura de alias Jhon Steven, Porrón asumió el mando por ser el segundo a bordo. Entonces se inició la ola de extorsiones y asesinatos. El primer panfleto que rodó en Tuluá decía que Porrón había llegado a poner orden en la ciudad: que primero iba a acabar con los vendedores de vicio; que los narcotraficantes debían pagar una vacuna para mantener seguro el centro del Valle; y que iban a matar a los ladrones del pueblo. Todo un Robin Hood.

Pero hicieron todo lo contrario. Empezaron por matar a varios jibaros y expendedores de droga pero con un objeto, empezar a controlar todas las ollas de microtráfico de Tuluá. Porrón y sus Sayayines, pusieron en las calles a sus propios vendedores de marihuana, cocaína, anfetaminas y bazuco. Además comenzaron a vacunar y dominar las ollas de vicio más grandes, los metederos de La Inmaculada, La Trinidad y Agua Clara.

Acto seguido, iniciaron las extorsiones a los personajes más reconocidos de la ciudad. En primera instancia su inteligencia era de calle: averiguar quién era el dueño de las casas más grandes de los barrios de mayor estrato, los nombres del dueño del depósito de abastos, de las droguerías, ferreterías y hasta de los artistas y empresarios como les pasó a Nacho Martán (exdirectivo de fútbol) y al cantante Charrito Negro. Después redactaban de basta manera boletas de extorsión con infinidad de groserías y amenazas más un número de PIN de Black Berry al que se debían comunicar con Porrón para pagar por su tranquilidad. Quienes no quisieron pagar sufrieron las consecuencias, como sucedió con el dueño de El Campesino, la granada a los dueños de una compraventa y hasta matar a la empleada de un ferretero por no pagar. Pero el modus operandi de Porrón ha cambiado con el tiempo y ahora, sin saber cómo hace, se consigue directamente los teléfonos de los ciudadanos y vía chat los comienza a intimidar psicológica y a exigir pagos extorsivos, como lo denunció esta semana de nuevo Faustino Asprilla, cuando advirtió que los teléfonos de sus hermanas empezaron a llegar nuevas amenazas.

Panfleto de boleteo de Porrón y Los Sayayines

Panfleto de boleteo de Porrón y Los Sayayines

Uno de los últimos boleteos que empezaron a rotar en Tuluá es un panfleto dice:

“Bueno pueblo ya nos tocó volverle a barrer a más de un HPTA que quiere inventar acá donde nosotros mandamos. Vamos a dejarles claro con muertos no con papeles que nosotros aquí solo le tememos a Dios. El que se deje ver con algún raro así no sea raro va para el piso. Al comercio ni a nadie sano lo estamos molestando. Pero hay comentarios de que están ayudando para que nos ataquen, entonces vamos a sonar a los que en estos días de silencio los descubrimos (SIC). Parence duro que vamos es contra lo que sea, denos duro al que cojan, porque vea ya con ese HPTA de la compraventa se prestó para la de nosotros, hay ven, nosotros no llegamos a inventar, a nosotros nos respetan o damos juete corrido (SIC)” At: Porron y los Sayayines.

La gente está asustada en Tuluá, porque muchos no pueden desprenderse de sus empresas y negocios para irse, como se han visto obligadas las 23 familias que salieron huyendo de pavor. Por ahora los informantes dan cuenta que Porrón, además de ser un empedernido adicto a la cocaína, ahora se la pasa fumando marihuana para apaciguar sus dolencias, que se ha vuelto paranoico porque piensa que sus Sayayines lo van a entregar como el ha entregado a su gente y que “como no tiene nada que perder, quiere convertir en un río de sangre a todo Tuluá”.

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