Me resulta realmente inquietante ver el contraste entre el interior de los centros comerciales de Bogotá y su exterior.
Recientemente caminé por los alrededores del centro comercial Plaza de las Américas, un lugar que se fundó hace más de veinte años, y que se constituyó en uno de los mejores proyectos de activación económica para el sector, o al menos eso es lo que se ha dicho.
Marcas como Cine Colombia, Home Sentry, Mundo Aventura, Surtimax, entre otros, le fueron haciendo poco a poco compañía a este gran centro comercial cambiando el aspecto y la valorización de la zona. Desde ese momento han sido billones de pesos en ganancias las que se han obtenido por todas estas grandes empresas.
Sin embargo, y seguramente con una lógica de que lo privado no tiene obligación alguna de responsabilidad social, esos mismos lugares que se benefician mejorando y modernizando su propia infraestructura con el gasto diario de miles de personas, no han dejado un solo peso para la pavimentación de las calles circundantes ahora destruidas, entre otros, por los mismos clientes de los que se ven luego favorecidos.
Los alrededores del centro comercial Plaza de las Américas son una muestra elocuente del grado de importancia que tiene la responsabilidad social en la empresa privada. Los vecinos no solo han padecido al malestar del impacto de la rumba bogotana con dolores de cabeza e insomnio en medio de salsa, vallenato, y rancheras de la famosa "cuadra picha"; igualmente, con la calle destruida, se convierte en la antesala de los ciudadanos que llenan sus bares y discotecas.
Los vecinos han sido testigos del deterioro de su barrio cada vez más sucio, destruido y sin los beneficios de los millones de pesos diarios de ganancias de estas empresas.
Otro caso, aunque con un formato diferente, está sucediendo a los alrededores del centro comercial Titan Plaza. Es un problema de movilidad que se forma en la Av. Boyacá con calle 80, y el puente vehicular que las une; es una constante que ha venido tomando forma cada vez con más fuerza, el cual empeora las ya congestionadas vías de Bogotá.
Similar a Plaza de las Américas, decenas de empresas privadas, incluida la cadena multinacional de supermercados Jumbo, se ven beneficiadas por el gasto de miles de personas al día pero no parecen mostrar interés por el tráfico al exterior del cual son, en gran parte, responsables.
Nos podríamos tomar un tiempo más para enumerar la cantidad de barrios afectados por los centros comerciales en otras zonas, que han venido entrando como sinónimo de progreso, pero que en realidad ha significado una desmejora en la calidad de vida de los vecinos de los barrios a donde llegan.
Esta columna no tiene como objetivo pasar por alto la aparente invisible labor del Distrito en este aspecto, sino hablar del lugar que le dan los centros comerciales a la responsabilidad social con los habitantes de los barrios a los que llegan y de los que reciben millones en beneficios económicos.
De hecho, me parece más interesante escuchar una buena explicación de parte de quienes nos han llenado sistemáticamente a los bogotanos con centros comerciales, como supuestos símbolos de progreso y única opción de entretenimiento, ocio y distracción como si abundaran ya los clubes deportivos, los teatros, los museos, o los centros culturales de lectura y música.
