Pablo Iglesias, ganador, aunque no llegue a la presidencia de España

Pablo Iglesias, ganador, aunque no llegue a la presidencia de España

En solo tres años este profesor de Ciencia Política convirtió a Podemos en la fuerza renovadora de la política española que se juega su suerte en las elecciones del domingo

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junio 26, 2016
Pablo Iglesias, ganador, aunque no llegue a la presidencia de España

En este frio invierno de febrero, Nueva York no podía ser diferente a la metrópoli delirante por donde desfilan los grandes del planeta.  El joven madrileño de coleta, bluyín y tenis negros, Pablo Iglesias, el líder de Podemos, estaba allí por dos días, para presentar los puntos básicos de su proyecto político. Y no pretendía ser una estrella en el firmamento neoyorquino, pero a decir del Huffington Post fue “seguido por las calles de Nueva York como si fuera una estrella de rock”. Como si se tratara de ese español universal, artista extravagante y provocador de mostacho, capa y bastón en Manhattan. Pablo Iglesias no era Dalí, ni su homónimo fundador del socialismo español, era el anónimo profesor de la Facultad de Políticas en la Universidad Complutense de Madrid que estaba asestando un duro golpe al bipartidismo y que ahora, tres años después,  está a punto de colocar a su fuerza política como la segunda de España mientras protagoniza el juego de las alianzas para llegar a la presidencia.

Treinta y siete años antes, Javier Iglesias y Luisa Turrión, no hubieran podido imaginar que el hijo al que llamaron Pablo en honor de Pablo Iglesias Posse, estuviera dándole una feroz batalla al PSOE. Este Pablo Iglesias, el de Javier y Luisa, creció escuchando las historias familiares del tío abuelo materno fusilado en la Guerra Civil Española, del abuelo paterno, comandante del Ejército de la República, con cinco años en prisión y condenado a muerte, y de su padre y su madre —abogada laboralista—, en la militancia clandestina durante el franquismo.

De su niñez queda esa foto a los cinco años, vestido de monaguillo con la pipa Peterson de su padre, las que se fabrican en Irlanda y que son como el Rolls Royce de las pipas. El traje era simplemente un disfraz, Iglesias como su padre, es ateo. Sin embargo, no duda en responder a Vanity Fair cuando le pregunta con quien se identifica: “Hombre, no soy como Jesucristo pero a mí la interpretación que hace Francisco del Evangelio me convence. Creo que ahora mismo Bergoglio y yo estamos en la misma barricada”.

 

La foto del álbum familiar que guarda su padre en Zamora

La foto del álbum familiar que guarda su padre en Zamora

 

Esa barricada fue la que empezó a construir después de dejar a Verne y Salgari, cuando se fue de Soria con su madre recién divorciada para Madrid al barrio obrero de Vallecas donde a sus 14 años se afilió a Juventudes Comunistas y empezó a devorar a Lenin, Marcuse, Hegel, Allende. Después de obtener el título en Derecho, seguiría su verdadera vocación en la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense donde se graduaría con premio extraordinario y donde completaría su ideario de extrema izquierda. Vendrían luego dos másteres, y cursos en Cambridge, California, Suiza. Un currículum enorme como su retórica y su ego, más grande que la madrileña Catedral de la Almudena.

La Facultad de Políticas, en Somosaguas, ha sido la clave en la vida de Iglesias. Allí se hizo profesor, allí fue profesor, y allí se gestó su movimiento político. Sus alumnos aseguran que el catedrático “adoctrina”.  Y algunos recuerdan sus primeras clases en el 2008 cuando los invitó a subirse a las mesas mientras citaba el parlamento de “Oh capitán, mi capitán” del poema de Walt Witman a Lincoln que hizo parte de un diálogo del fallecido Robin Williams en el film clásico de Peter Weir, El club de los poetas muertos. Luego les dijo: “Cuando uno se sube a la silla siente el poder (…) Cuando la cámara en la película se pone encima de la mesa, los estudiantes tienen el poder, y el profesor es el que está totalmente acongojado”.  Y al final: todos los alumnos encima de las mesas siguiendo —sin oposición— al profesor en su acto de rebeldía.

El activismo de Iglesias en la Complu fue más allá de las aulas. Se notaba en su omnipresencia en los actos de protesta, en las proclamas y en sus acres escritos en la Junta de la Facultad. Allí hablan de su trato distante y diferenciador hacia los alumnos que no “cuadran” con su estilo.  A María de los Ángeles Pérez González, alcadesa del PP en Rudueña, un pueblo cercano a Madrid, la rajó tres veces y le decía con cierta inflexión en la voz “a ver tú, la de las perlas”. Y a una compañera, “a ver tú, rubita”. Anécdotas que le describen como profesor hay a porrillos. Porque Iglesias, para partidarios y detractores, no es del montón.

Allí también, en Somosaguas, se gestó Podemos. En el 2008 un pequeño grupo de profesores creó la Promotora de Pensamiento Crítico, donde dieron forma a sus ideas antisistema los fines de semana en Valsaín, un pueblito de Segovia. En el 2011 fue la epifanía. La tarde del 15 de mayo, como salidos de la nada, miles de ciudadanos llenaron las calles y las plazas de 50 ciudades españolas. Algunos se quedarían allí durante meses, acampados. Habían sido convocados a una manifestación por Democracia Real Ya a través de las redes sociales de Internet. Nadie sospechó lo que se desencadenaría en política.

 

 

Monedero (iz), Iglesias, Errejón (dr.): fundadores de Podemos

Monedero (iz), Iglesias, Errejón (dr.): fundadores de Podemos

Tres años después, Podemos era el partido surgido de las brasas del 15-M convertidas en asambleas de barrio o colectivos sociales, con una fuerza inusitada. El grupo de académicos de la Complutense ya no tenía dudas sobre el proyecto político. Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias, Íñigo Errejón estaban en lo cierto. Tres meses después lo confirmarían en las elecciones europeas. Pablo Iglesias, el líder, la cara visible a tal punto que en las papeletas electorales apareció en el espacio reservado al logo del partido. Los de Podemos dicen que eso se llama pragmatismo, porque en los sondeos, solo 7 % conocía al partido y más de 50 % a Pablo.

Por eso también la campaña se llamó Operación Coleta. Porque el de la coleta, el de los debates por televisión, el del verbo avasallador, Pablemos, como dieron en llamarlo, estaba escalando muy rápido en el liderato político. Su discurso contra lo que llama castas políticas, contra la corrupción, contra las imposiciones económicas de la troika, estaba calando fuerte.

La tele fue y es el as bajo la manga. Iglesias supo y sabe aprovecharlo. Hoy es tertuliano, como dicen los españoles, en La Tuerka que el mismo emite en directo por el Canal 33, en Fort Apache, de la cadena iraní Hispan TV. Desde mayo del 2013 en el programa El Gato al Agua, de la cadena de derechas Intereconomía, y colaborador habitual en las tertulias de El cascabel al gato (13 TV), La Sexta Noche (La Sexta), Las Mañanas de Cuatro y 24h Noche (24 horas). Llegar a ellas no fue fácil. Increpó, retó, pero llegó. A veces es el único rojo del panel. Pero su verbo como cascada imparable, su capacidad de mantener la calma en los más agrios rifirrafes, y la concienzuda preparación de los temas con un equipo que le sirve de sparring –que hasta le manda datos al aire— le garantizan salir airoso.  Por eso todos quieren mantener al de la coleta con acento de Vallecas en el panel.

 

La televisión es su as bajo la manga

La televisión es su as bajo la manga

 

La Operación Coleta superó todas las expectativas. Antes de la elección, en un asado argentino en la casa de uno de los miembros de la cúpula, los de Podemos apostaron por dos o tres escaños. Cinco, ni soñarlo. Y sí, el 25 de mayo del 2014 se contarían 1.224.578 sufragios. Y cinco escaños. Podemos era ya la cuarta fuerza política de España. Y Pablo Iglesias el eurodiputado asediado por los grandes medios, portada The New York Times, el primer español en ocupar ese espacio. El 15 de noviembre, Iglesias era proclamado primer secretario general del partido  en un acto celebrado en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid.

Pero el éxito no le ha hecho cambiar el look que los analistas políticos señalan entre sus fortalezas. Vive en Vallecas en un piso de 60 m² heredado de su tía Ángeles, viste de un barato supermercado on line, le encanta el cocido de su madre, adora a su perra Lola, es hincha del Numancia de Soria, de segunda división y declarado antimadridista. Tras terminar su relación de pareja con Tania Sánchez, una diputada de Izquierda Unida, ahora su pareja es la socióloga Irene Montero, diputada de Podemos por Madrid y su jefa de gabinete.

Las euroelecciones fueron el comienzo. Vendría luego la dura campaña de las elecciones generales donde los dardos de los adversarios cayeron sobre Monedero con un escándalo de impuestos, la financiación de la campaña con dineros de Venezuela desestimada por los tribunales,  las menciones a las asesorías de Errejón a Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia, de Juan Carlos Monedero por nueve años a Hugo Chávez, y hasta que Iglesias pasó un mes en Caracas, redactando informes sobre política internacional para el Centro de Estudios Políticos y Sociales del chavismo. A eso se sumaron las luchas internas entre el radicalismo de Monedero y las posiciones más moderadas de Errejón y Carolina Bescansa. La moderación ganó al radicalismo.El programa económico se estructuró en esa dirección.

 

Con Ada Colau, alcaldesa de Barcelona

Con Ada Colau, alcaldesa de Barcelona

 

Podemos salió airoso de los avatares y se consolidó políticamente en las urnas el 24 M. Luego, en un juego de alianzas se alzó con las dos joyas de la corona: las alcaldías Madrid y Barcelona con Manuela Carmena y Ada Colau.

En las generales del 20-D, Iglesias lanzó otro grito de victoria. Podemos, 16 meses después haber irrumpido a la escena con las elecciones europeas, era la tercera fuerza política y actor de primera línea con 69 escaños y 22,6 % de los votos.  Las plataformas nacionalistas que lo apoyaron —En Comú Podem en Cataluña, Compromís-Podemos-És el Moment en la Comunidad Valenciana y En Marea en Galicia— le dieron 27 diputados y permitieron que Iglesias se situara muy cerca del PSOE de Pedro Sánchez (90 escaños, 22,02 % de votos) en sufragios, aunque algo más alejada en escaños.

 

Albert Rivera de Ciudadanos, Pedro Sánchez del PSOE, y Pablo Iglesias de Podemos: adiós al bipartidismo

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Vino entonces un abrumador desgaste político en la formación de gobierno. El rey Felipe VI llamó primero a Mariano Rajoy quien se quedó solo con los 123 escaños del Partido Popular, y desistió ante la falta de apoyos. Cuando el turno fue para Pedro Sánchez, Iglesias destapó su propuesta: un gobierno tripartito PSOE-Podemos-Izquierda Unida con la vicepresidencia para sí mismo, y cuatro ministerios -Economía, Defensa, Educación, Justicia, Interior y de Plurinacionalidad-, un ministro de En Común Podem, ganador en Cataluña, defendiendo el referéndum, una de sus llamadas líneas rojas. Además, el control de RTVE. La propuesta fracasó y Sánchez hizo alianza con Albert Rivera de Ciudadanos que le sumó 40 escaños pero que no fueron suficientes para lograr la cifra mágica de los 176 que otorga la investidura.

Y ahora el 26J, la segunda cita electoral. A esta llega Podemos en coalición con la Izquierda Unida de Alberto Garzón y las encuestas señalan que el partido de Iglesias será el segundo más votado después del PP, arrebatándole la supremacía de la izquierda al PSOE en lo que se ha llamado el sorpasso, palabra que tiene su origen en las elecciones generales de 1976 en Italia cuando el Partido Comunista de Enrico Berlinguer, tenía opciones de adelantar a la Democracia Cristiana, pero no lo logró. El sorpasso de Iglesias a Sánchez podría darse en las elecciones de hoy, por lo cual  muchos deben tener en mente una de sus frases más populares: “El cielo no se toma por consenso, el cielo se toma por asalto".

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