Una de las mayores obsesiones que tienen los medios nacionales es desgastar hasta el borde de la redundancia los éxitos de las celebridades locales especialmente los éxitos de los deportistas, con cada traspaso de un jugador colombiano a un equipo de los llamados grandes hay un show mediático de inmensas proporciones para apropiamos del éxito de dicho jugador hasta que la alegría nos invade y hasta pensamos que una parte de Colombia ya es dueña de aquel equipo, naturalmente la alegría de los medios y de los colombianos no nos deja detenernos en algunos detalles que me gustaría precisar.
Antes de hablar del equipo al que llega la estrella del mundial James Rodríguez me gustaría hacer algunas aclaraciones sobre su obsesivo presidente Florentino Pérez, aunque más que obsesivo me parece un tipo caprichoso con mucho dinero que se complementa casi que a la perfección con un club obsesionado con ganar en todas las competiciones donde participa y con el aficionado más exigente del planeta, a este club llega el bueno de James, club donde por cosas del destino salieron por la puerta de atrás otros colombianos Congo y Rincón, pero James ya me ocupará otras palabras.
Florentino es famoso en España por su política de “Zidanes y Pavones”, para los que no lo saben esta es la política de comprar la estrella del momento para su club, así llegaron Zidane, Figo, Ronaldo (el gordo), Ronaldo (el otro), entre otros jugadores estelares; desde el año 2000 Florentino ha hecho inversiones millonarias animado por el madridismo cuya obsesión más grande era ganar la “décima”, la ansiada décima Copa de Europa, parece una obviedad pero esta obsesión nació al día siguiente de ganar la novena, desde luego para el aficionado madridista no es una obviedad ni una obsesión, sino el derecho propio que tiene un club tan grande como el Real Madrid de estar en los lugares más altos del podio y de la historia. En fin, en esta obsesión el Madrid intentó todo lo que humanamente es posible para ganar la décima, desde invertir en grandes jugadores y técnicos hasta probar todos esquemas tácticos posibles, pero la ansiada décima no llegaba y para rematar el club rival se llevaba todos los premios y galardones jugando un fútbol admirado por la mayoría del planeta. En esta obsesión del Madrid se comenzaron a apagar estrellas como Snaijder, Robben, Kaká, Özil y tal vez se me escape algún otro, tal vez no.
Sin embargo, este año han logrado alinearse los astros para el Madrid, y sus velocistas Bale y Cristiano han traído la Décima a la Castellana aunque si somos justos creo que ha sido Sergio Ramos el que ha hecho el milagro, ahora que el Madrid ha logrado saciar su obsesión Florentino ha comprado a las dos figuras del mundial, Kroos y James; dos jugadores cercanos al fútbol de toque corto, de construir buen juego y de hacer paredes, dos jugadores que fueron en el mundial el símbolo de ese fútbol que la gente llama agradable a la vista, contrario irónicamente al fútbol que se ha venido practicando en Madrid, un fútbol de cerrar espacios y salir con sus velocistas a la contra, el fútbol que había convertido a Lass Diarra en el número diez ahora tiene a James quién seguramente llevará esa dorsal.
Con estas incorporaciones el Madrid parece tener una nueva obsesión, el juego bonito y vistoso donde también James tendrá la obsesión de mejorar y triunfar porque ganas se le ven muchas y excusas ahora tendrá pocas, a su lado tiene varios jugadores magníficos también de buen píe (Kroos, Modric, Isco, Xabi, Benzema) que seguramente le propondrán la obsesión del buen fútbol, de las paredes, el vistoso y el que más gusta, el que en la misma castellana fue tildado de aburrido, cómo es la vida. Ahora que la obsesión por la décima en Madrid parece haberse transformado por la obsesión de jugar bonito, agradable a la vista del aficionado y en esa medida a favor del espectáculo me invade la alegría que un colombiano haga parte de esa obsesión.
