"Le digo no a las pruebas psicotécnicas"

"Le digo no a las pruebas psicotécnicas"

Nadie quiere parecer un desadaptado o un bobo sin criterio

Por: Juan Sebastián de los Ríos Álvarez
julio 31, 2014
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

En este tortuoso camino de búsqueda laboral, y después de las entrevistas con la Piscóloga, que aparte de una resultan ser dos (colectiva e individual), llegan las pruebas psicoténicas, las cuales consisten en variados ejercicios psicológicos que a mi entender pretenden determinar factores clínicos que podrían afectar el desempeño de las personas en un trabajo, pero que a mi ver son una real pérdida de tiempo, como si fueran a encontrar a alguien cuerdo en pleno siglo XXI.

Las pruebas se dividen en unas psicotécnicas y en otras específicas de conocimiento. Las primeras son de esas en las que el resultado está íntimamente determinado por las condiciones de la aplicación de la prueba: créame que usted no es el mismo hombre cuerdo si responde el 16 PF, o el CMT, al medio día, sin almorzar y en una oficina sin aire acondicionado.

Ya todos sabemos, al menos los estudiados en estos temas, que en el 16 PF usted debe procurar no responder la opción B y así evitar quedar como un bobo sin criterio. Otra recomendación importante es tratar de contestar lo más rápido posible, porque es mejor que quede como un desadaptado social a un lento al que no le alcanzó el tiempo para responder las preguntas. Si eso pasa uno se imagina a la mamá diciéndole: “si ve mijo, por eso fue que no quedó, usted hubiera respondido eso más rápido”. O peor, uno mismo reprochándose y conformando la teoría en la cabeza: “claro, con eso midieron mi capacidad de entregar una tarea a tiempo y yo no lo hice”.

Lo único claro es que, por ejemplo ese 16 PF, es la cosa más circunstancial que existe. Claro, marca patrones de conducta, pero a veces quiero ser escritor y otras veces ingeniero de la construcción; a veces soy el rey de la fiesta y otras veces me quiero ir a los 5 minutos de haber llegado. ¿Y quién me dice pues que por eso no puedo conformar la estrategia de Comunicaciones o Mercadeo de una empresa? Ni que la fiesta de la que me fui haya sido de mi jefe.

Ahora, después de responder las 10.000 preguntas, llegan los dibujitos, y claro, uno ya ha consultado con todos sus amigos psicólogos: “Sebas, pilas se sale del cuadro”, “el primero es el del ego”, “ojo con no unir la base de la flecha”, “si hace unas escaleras, póngales la base”. En fin, uno ya llega hasta con los nombres listos en la cabeza.

Luego del fallido ejercicio de arte, llegan las pruebas de conocimiento. Esos excelentes ejercicios que pretenden medir las competencias propias del cargo, pero que son elaboradas sin la más mínima rigurosidad y complejidad. Para el caso de los comunicadores, estas pruebas casi siempre consisten en que el candidato sepa escribir y poner una tilde. Haciendo una asociación, es como si al Ingeniero Civil lo pusieran a soldar y al arquitecto a dibujar una casa; sin importar que a cualquiera de los dos se les cayera la construcción por no tener una estrategia.

Como parte de este proceso psicológico, no pueden faltar las pruebas grupales, esas feroces competencias con máscaras de buenos colegas. Todos sonreímos, nos estudiamos, nos reconocemos y estamos atentos a detectar quiénes son los personajes a “vencer”. La mayoría de nosotros tiene el mismo pensamiento: “lucirse en el show”, que tendrá como jueces a las personas que podrían influir en darnos el puesto o no.

Antes de comenzar ese tipo de ejercicios comienzan las infaltables reflexiones que los candidatos nos hacemos: ¿hablo de primero?, ¿de último?; mejor hablo después de esta niña que parece que la tiene medianamente clara; si ponen a hacer un ejercicio tomo el liderazgo inmediatamente, no mejor no, mejor espero a que todos se equivoquen y suelto la solución ganadora. ¿Y qué tal si después no hay oportunidad?

Finalmente el tema fluye como tiene que fluir. Ninguno de los “jueces” está mirando el ejercicio, todos se están imaginando cómo se ven ellos trabajando con cada uno de nosotros: este habla golpeadito, mejor no; esta me gusta, es como sumisa; este parece como medio bobo y los accionistas se lo comen vivo, etc.

Probablemente por eso no me ha ido muy bien en los procesos de selección. Es que sinceramente me parecen tan absolutamente tediosos que prefiero salir de ellos lo más pronto posible, además probablemente no sea ni el más cuerdo, ni el que mejor escribe, ni definitivamente el que mejor sonríe.

@SebasdelosRios

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