Mariana Pajón: La princesa indomable

Mariana Pajón: La princesa indomable

Cada pedalazo que da esta antioqueña es un tributo a la vehemencia

Por: Fabio Andrés Olarte Artunduaga.
julio 28, 2014
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Mariana Pajón: La princesa indomable
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Recuerdo que la noche del primero de agosto del 2010, fue la primera vez que vi en mi vida una competencia de Mariana Pajón. Recuerdo que después de estudiar para un parcial de Pedagogía, y tras ver en ESPN una noticia sobre ella, decidí concentrarme en un deporte del que no sabía mucho. Recuerdo que aunque ya había escuchado su nombre, varias veces en diferentes noticieros, era aún un tanto desconocida para mí y para muchos otros colombianos. Recuerdo también que desde ese momento no he podido dejar de seguir su carrera.

Las imágenes que presentaba a mis ojos el canal de deportes, donde comentaban la noticia, me atraparon completamente. Una joven particularmente hermosa lloraba de la felicidad tras ganar el título del mundo, en la categoría élite cruiser, en Pietermaritzburg (Sudáfrica). Unas palabras en inglés (con marcado acento paisa) salían de la boca de aquella heroína, aunque yo no le prestaba atención. La verdad no me importaba qué decía, estaba bajo el efecto de algo muy parecido a la hipnosis. Debo reconocer que desde entonces también, como muchos de mi generación, estoy enamorado de ella. No exagero cuando digo eso.

Después de ver la competencia, y saber que el año anterior ya había sido campeona del mundo dos veces en Australia, no pude darle otro apodo que el de "princesa indomable". La llamé "princesa" por ser una víctima más de la colonización de Disney, probablemente si hoy la viera por primera vez no le asignaría el mismo término. El "indomable", por el contrario, no se lo cambiaría jamás. No habría por qué cambiarlo, cumple con todo lo que significa esta palabra procedente del latín. "Domar", según la RAE, es: Sujetar o reprimir las pasiones. Mariana, claramente, hace todo lo contrario.

Verla subida en una bicicleta es igual que ver a una bestia llevada por el instinto correr por una pradera africana. Cada pedalazo que da es un tributo a la vehemencia. Parece que el mundo se fuera a acabar si no gana cada hit. Tal como Spirit (el corcel indomable) en el lejano oeste, se comporta Pajón en una pista de BMX. No quisiera, en realidad, jamás ser una de sus rivales. Debe ser insoportable competir con una persona con tanta sed de triunfo. En el escenario del deporte colombiano actual, solamente, la puedo comparar con una persona a quien ella nombró ayer cuando ganó otro mundial en Holanda: Mario Alberto Yepes. Ellos dos son de esos deportistas que dan ganas de ver, seguir, alentar, abrazar e idolatrar. Son de esos que, defendiendo nuestra bandera, dejan la sangre en el escenario deportivo.

La princesa indomable se ha cansado de ganar medallas. 16 títulos del mundo tienen el nombre de la hermosa paisa hija de don Carlos Mario Pajón y doña Claudia Londoño. Además la mujer de 22 años fue la segunda ciudadana colombiana en traer un oro olímpico a nuestro país. Actualmente, como era de esperarse, es la número uno del escalafón mundial de la UCI. Seguramente esta compatriota, de sólo un metro con 58 centímetros de estatura, seguirá ampliando su cuatro de títulos cada vez que participe en cualquier competición. El instinto no lo va a perder.

El verano londinense del 2012 jamás se me va a olvidar tampoco. De hecho para mi grupo de amigos adictos al deporte, como yo, ya había empezado el sueño mucho antes. Recuerdo que el Comité Olímpico Colombiano nos permitió votar para elegir al abanderado de nuestra delegación para el desfile inaugural y de clausura. Decir por quien voté en esa oportunidad está de más. Recuerdo una entrevista, días antes de su competencia, en la que la princesa nos prometía la medalla a todos los colombianos. Un amigo me decía "la veo muy agrandada. Ojalá no le juegue en contra". Desde ese día Iván, mi amigo, entendió que una cosa es ser prepotente y otra, muy diferente, es "creerse el cuento". Pues vaya que se le creyó Mariana. El 10 de agosto, en horas de la mañana, destrozó varios cronometros y piernas en las pistas de BMX del velódromo de la capital de Inglaterra. Éste hecho deportivo, a la postre, la llevó a ganar una de las condecoraciones que uno de los que tenemos pasaporte colombiano puede llegar a obtener: La Cruz de Boyacá. Condecoración que han recibido personajes como León de Greiff, Pedro Nél Gómez, Rodolfo Llinas, Álvaro Mutis, "Lucho Herrera" y Nairo Quintana.

Este domingo en Rotterdam volvió a aparecer la inconfundible magia de la antioqueña en una final mundial. Con un dominio aplastante se colgó una nueva medalla dorada a ese cuello que, seguramente, es el más glorioso que ha nacido en Colombia. Otra vez nos hizo vibrar, sentir, gritar y llorar a los que amamos a este país. Una vez más, por unos minutos, nos hizo olvidar que somos un país con problemas sociales. Nuevamente sus piernas de oro nos hicieron creer que somos casi 50 millones de personas trabajadoras, humildes y con un corazón del mismo metal que, habitualmente, poseen las medallas de nuestra princesa indomable. No podemos hacer nada más que darle gracias a ella por tanto y trabajar, incansablemente, para que cada vez tengamos más Marianas Pajón, más James Rodríguez, más Nairos Quintana, más Caterines Ibargüen y más jóvenes llenando nuestras vidas de lágrimas. Lágrimas provocadas por la felicidad y no por el dolor.

@andresolarte
facebook.com/olarteandres
#DESPIERTACOLOMBIA.

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