"Las FARC son un monstruo que compra conciencias por doquier en Caquetá"

"Las FARC son un monstruo que compra conciencias por doquier en Caquetá"

El periodista Mauricio Valencia señala que "solo la resistencia civil puede hacer retroceder a esa amenaza"

Por: Mauricio Valencia
mayo 02, 2016
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Las denuncias aparecidas en las redes sociales en el sentido que las FARC primero presionan a las comunidades campesinas para que se opongan a la entrada de las petroleras, y luego, cuando les pagan la vacuna, las presionan para que las dejen entrar, es apenas una de las mil cabezas del monstruo de los petrodólares que compra conciencias por doquier y de ahí que solo la resistencia civil, legal pero espontánea y organizada, puede hacer retroceder a esa amenaza que bien puede destruir a la humanidad.

Habíamos vaticinado que apenas comenzara a subir el precio del barril, las petroleras entrarían de lleno al Caquetá y no nos equivocamos. Al acercarse a los 50 dólares, la maquinaria de la destrucción llegó como Pedro por su casa a los municipios del Paujil y El Doncello,  los cuales afortunadamente cuentan con dos alcaldesas de faldas bien puestas que se colocaron al lado de su pueblo, pusieron el grito en el cielo y comenzaron una batalla que será larga y difícil y que si no la ganan, será la destrucción de esos territorios y los territorios vecinos que necesariamente sufrirán  la destrucción de sus ecosistemas.

Valientemente la alcaldesa de El Paujil prohibió el paso de las grandes máquinas por su municipio y la del Doncello radicó directamente en la Asociación Nacional de Licencias Ambientales, ANLA, una solicitud para que en su territorio se realice una audiencia ambiental con los presidentes de juntas de  acción comunal, antes de permitir cualquier tipo de intervención; resistencia civil, en otras palabras y por lo que se puede apreciar en las redes sociales, el respaldo a las mandatarias es unánime.

Al gobierno nacional, especialmente a los gobernantes de turno, solo les importa tapar el enorme hueco fiscal que tienen y a su vez asegurar los billonarios recursos que necesitan para el posconflicto; para ellos destruir la biodiversidad, destruir el agua que es vida a cambio de los dólares del petróleo, son males menores, son efectos colaterales que se pueden tolerar; a ellos no les importa que sus hijos tengan que vivir en un desierto, porque armados con la mermelada del oro negro, podrán comprar el agua que aún quede disponible.

La oleada de críticas por la explotación petrolera en La Macarena que afectaría a Caño Cristales, fue apenas una pequeña presión que el gobierno tuvo en cuenta para revocar la licencia de explotación, pero esa decisión pudo haber sido tomada directamente desde La Habana, porque no nos digamos mentiras, ese territorio es y ha sido por décadas, la tierra donde las FARC han sido amos y señores y la mesa de negociación es más poderosa que mil razones juntas.

En San Vicente, en la región de Los Pozos donde está suspendida la explotación por la baja de precios y el alto costo de producción, ya se están dando los pasos necesarios para reactivar los trabajos y entonces las grandes caravanas de gigantescos carro tanques, escoltadas por cientos de soldados con decenas de vehículos blindados, seguirán siendo el pan de cada día, con los graves peligros que eso conlleva, no solo para los transportadores sino para todo el departamento, porque que tal un derrame de crudo en la cordillera, en la vía Florencia Suaza?  El desastre sería  tan grave que la capital del Caquetá quedaría sin agua poniendo en grave peligro, no solo a sus 400.000 habitantes, sino a los de los municipios que son influencia del río Hacha, como Milán, Solano y todos los pueblos que están a orillas del Orteguaza.

Todas estas consideraciones nos llevan a pensar que en el caso del petróleo no hay nada por negociar si se quiere preservar la Amazonía; la resistencia civil que consagra la Constitución Nacional sería la única herramienta que podría detener la debacle que representa la explotación petrolera para El Caquetá y por ende para La Amazonía, por eso no nos cansaremos de repetir que si el pueblo no se despierta AHORA, más tarde tendrá que suplicar en medio del desierto, las gotas de agua contaminadas que queden en las pocas charcas que sobrevivan a la voracidad de las multinacionales del petróleo. 

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