Las Farc de Alfonso Cano…
Opinión

Las Farc de Alfonso Cano…

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abril 07, 2014
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Antes de morir en esta guerra, Alfonso Cano dejó algunas reflexiones, compartidas con su “secretariado”; esa dirigencia tenía una dependencia histórica del pensamiento del legendario Manuel Marulanda Vélez y los dirigentes de las Farc se inhibían de plantear otras propuestas. Marulanda marcaba la línea.

Interpretando a Cano previo al bombardeo que lo dejó fuera de combate, quiso decir a sus “camaradas”, que “los errores de las Farc, las sacaron del camino de su filosofía; que perdieron la guerra cuando el Estado colombiano logró multiplicar su capacidad militar con la suma del poder de combate de la fuerza aérea y las operaciones conjuntas”: masa crítica en contra…; “que perdieron su legitimidad insurgente, porque los colombianos y la comunidad internacional señalaron a las Farc como narcotraficantes y terroristas”.

Cano dejó percibir, que si continuaban haciendo más de lo mismo durante la confrontación, el movimiento no acumularía más fuerzas y reservas de las que tenían; de continuar con las asimetrías se acrecentaban los riesgos de perder lo acumulado”... “Las Farc —recibidas por Cano— estaban golpeadas y diezmadas táctica y estratégicamente; fueron empujadas hacia la profundidad de las selvas, despojadas de sus corredores logísticos, desalojadas de sus corredores estratégicos, lejos de los centros poblados y de las periferias, y llegaron a su retaguardia profunda, hacia las fronteras de los países vecinos, generándose la transfronterización del conflicto”…, operaciones de inteligencia como el ataque sobre Angostura en territorio ecuatoriano, la captura y entrega de Granda en Caracas y la deportación de Simón Trinidad, validaron sus percepciones.

Según Cano, “las estrategias militares y políticas del gobierno, pusieron a las Farc lejos del corazón de las gentes y lejos de los territorios donde habita la gente”.

Ante esas realidades, a las Farc de Cano, no les quedaba más opción que negociar y bajo ese precepto, hoy necesitan oxigenar sus ideales de llegar al poder, ya no por medio de las armas, pero sí por la lucha política y jurídica, usando la combinación de otros medios, recuperar poder de movilización en las regiones y lograr representatividad de sus cuadros políticos y órganos de dirección popular.

Es por eso que en el escenario de la mesa de conversaciones, las Farc buscan nuevos espacios, desde donde puedan comunicarse con la sociedad y con el mundo, controvirtiendo con su característico lenguaje las políticas públicas, hasta deshacer el imaginario negativo que pesa sobre ellas.

Además de reconocer sus errores estratégicos, en esta fase de la confrontación y del diálogo, las Farc de Timochenko, deben continuar revisando las lecciones de otras latitudes: terminada la Segunda Guerra Mundial, el planeta ha resistido cerca de 150 conflictos armados domésticos así lo revela un informe de The Economist; el conflicto colombiano sin contar el de Israel y Palestina, es el más viejo de todos los que perseveran.

Antes del 9 de noviembre de 1989 cuando cayó el Muro de Berlín, el 58 % de los enfrentamientos terminaban con la victoria de un contendor; desde esa fecha, solo el 13 % acaban con un triunfo aplastante.

El gobierno colombiano ha demostrado que las lecciones aprendidas enseñan otros caminos y los expertos afirman que el impacto que genera la fuerza de una victoria militar, tiende a destruir las instituciones necesarias para estabilizar un país en el largo plazo; esto significa que no basta una apuesta militar para terminar un conflicto longevo, ni usar la clásica doctrina de seguridad nacional hasta lograr la derrota aplastante del enemigo.

La buena noticia es que los militares, como lo demuestra el reciente acuerdo que sellaron el gobierno filipino y la guerrilla del Frente Moro de Liberación Islámica, entienden que un conflicto con motivaciones políticas, solo se podrá resolver por vías políticas: ¡el diálogo!

La doctrina militar contemporánea enfatiza que el objetivo no es ganar la guerra, sino ganar la paz y esa evolución del pensamiento castrense, ya se profundiza en las escuelas de formación militar latinoamericanas.

Los conflictos violentos que han terminado en las últimas décadas en el mundo, muestran variables que se asemejan a lo que está sucediendo en nuestro territorio: “las negociaciones se mantienen sin cese al fuego y al mismo tiempo de los combates”, “la proximidad del final a menudo intensifica la lucha”; pero resulta esencial que las partes enfrentadas acepten al menos en privado, que las esperanzas de una victoria definitiva son desgastantes y remotas.

Alfonso Cano condujo a sus “camaradas” hacia el diálogo con el gobierno; y Timochenko aunque no marca el terreno ideológico, mantiene la línea del debate, conservando la confrontación dialéctica, pero teniendo como referente los errores cometidos, que los aferra sobre la mesa en Cuba.

Los colombianos esperan que así como Cano dio el paso hacia la reflexión, las Farc de Timochenko, evolucionen en su lenguaje y que sean más consecuentes con la oportunidad histórica que se les está brindando.

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