El deporte es un aliento para el alma y para el cuerpo. Y no solamente cuando se practica, sino cuando se disfruta en vivo o con una simple narración. El Tour de Francia, como tantas otras carreras en las que compiten nuestros escarabajos, es un evento esperado y seguido con pasión. Todos queremos ver a Nairo Quintana campeón, a pesar de que su salud no le está jugando una buena pasada.
Sin embargo, al igual que en las narraciones futbolísticas, en el ciclismo no tenemos narradores sino un grupo de gritones y manipuladores de la información que juegan con los sentimientos de los oyentes y televidentes. Lo último en guaracha fue la contratación de ‘Goga’ por parte de Caracol. Dicen que es toda una autoridad en el ciclismo y el deporte; que fue estrella en ESPN; que es la magistral, dice Rubencho, su compañero de alaridos. El hombre parece que le tiene una admiración que raya en el desatino. Un día dijo que Cavendish había ganado la etapa, como lo narró Goga, cuando en realidad nunca dijo nada en el momento del arribo. Estaba igual de confundida a los que miramos a través de la TV y no en el lugar de los hechos. Y es que buscar en la pantalla entre tantos y tantos no es fácil para saber quién es quién.
Pero aparte de lo bulliciosos, a estos narradores les falta profesionalismo; se inventan unos cuentos raros y desatinados. La manita, que debió aprender del Chavo del 8, dice, al ver conversar a Froome con Contador (ejemplo), que le está ofreciendo ponerle una curita en la herida. Grita como una loca cada vez que hay una escapada y fuera de eso, si son dos colombianos, como en un puerto de montaña en el que iban Nairo y Sergio Luis, dice “Vamos Colombia, eso es Colombia estamos haciendo el uno dos, vamos a ganar”, cuando todavía faltaban cinco kilómetros y están dentro de un grupo de 34 corredores.
Rubén Darío pierde la ética completamente al rememorar el estado de la carretera -- que es rural-- y comentar que ojalá no salga un tractor de algún agricultor que anda trabajando y desentendido del Tour y atropelle a algún ciclista, como le pasó a Luis Ocaña, ciclista español. Enseguida se burla con risa irónica diciendo que él lo bautizo como el 'El tractor de Ocaña'. O esta otra afirmación: “ojalá que la sangría no sea tan dulce" cuando se refiere a la sangre de un ciclista que se ha caído. Estas comparaciones son burdas e innecesarias, así como muchas suposiciones a cada segundo, cuando deben tratar de describir en la forma más objetiva y más seria posible.
Pero eso somos los colombianos: masoquistas. Nos gusta y admiramos a personajes que contaminan la verdadera comunicación.
¿Qué tiene esa dama que no tenga un narrador más serio, más ecuánime y con mayores conocimientos en ciclismo? ¿Que es bilingüe? Fácil: contraten una traductora si quieren una voz femenina. ¿Será que entre tantos periodistas y narradores colombianos no hay ninguno con esas características?
Pero es propio de nuestra personalidad: nos derretimos por los extranjeros. Entonces cualquier desterrado que ya no funciona en otro lado se viene a Colombia, porque seguro que en el país del Sagrado Corazón resurgirá y será toda una estrella.
Leí en otra columna que decía "ojalá no le echen la mala a Nairo", poniéndolo como seguro vencedor del tour. A lo mejor la energía del universo toma esos escándalos como conjuros de brujos desaforados y gritones, y no como narraciones para un pueblo que desea vivir la emoción. Pero una narración de una manera moderada y racional, y no esa que lo lleva a la cima y luego le descarga un sablazo porque los nuestros no logran el triunfo (como sucedió con la Selección de fútbol).
La parte buena y la pauta la están dando Santiago Botero y John Jairo Osorio, quienes definitivamente saben lo que están diciendo con mucha calma, profesionalismo y poniéndole el freno a la situación.
Ruben Darío me hizo recordar a los boricuas. No sé si antes lo utilizaba o no, pero dijo que un grupo de la punta le llevaba una distancia “gorda” a sus persecutores. Los puertorriqueños utilizan ese gordo para todo. Para ellos no es una calle ancha o amplia sino una calle gorda. Entonces, en este caso, la distancia debería ser una distancia amplia, como siempre lo he escuchado en Colombia. ¿Será que está aprendiendo el lenguaje de su compañera que habla con su léxico mejicano? ¿Será que ella le está metiendo el molinillo para que la siga como cuando se refiere a la velocidad de los ciclistas (pienso que a eso se refiere) o es una nueva manera de internacionalizar las transmisiones de Caracol?
Al ver el triunfo de Jarlinson Pantano, es indiscutible que se vive esa emoción tenaz, indescriptible, tanto que se puede hacer un nudo en la garganta o se sienten ganas hasta de llorar. Pero al escuchar la narración de una tal Goga recordé los momentos en los cuales la gente grita en las atracciones de horror de Disney o de Universal Studios en Orlando.
Pero por ahora, para no “empantanar” el nuevo triunfo del ciclismo colombiano en el Tour, los dejo para que sean felices. Yo me alistaré para recibir los cascarazos de los seguidores de mis personajes de hoy.
